Desarrollo Evolutivo De Una Persona Con Discapacidad Visual

El niño con discapacidad visual empieza a sonreír a partir de los 2-3 meses. Los padres deben aprender que la sonrisa de su hijo aparece para responder a sus estímulos y no de forma espontánea para iniciar la interacción. Se pasa de la sonrisa automática de los primeros meses a la sonrisa selectiva de los 6 meses emitida cuando hay una vinculación afectiva.

A la edad de 6 meses, empiezan a discriminar sonidos debido a que no puede ver, por lo que cuando le hablan suelen girar la cabeza y dirigir la mirada hacia la fuente del sonido y no hacia la cara de la persona que les habla. Esto suele asustar a los padres por lo que se recomienda que sigan interactuando con su hijo/a para que no pierda el estímulo.

A la edad de 1 año, los niños demoran en gatear, es posible que ni lo hagan debido a ya que hay limitación en que el niño pueda identificar el sonido de los objetos. Es necesario brindar los estímulos como: Afinar el nivel de audición de los objetos, que palpe con la mano los objetos, que haga pinzas con su dedo pulgar e índice.

Alrededor del primer año, aparecerán las primeras palabras con significado y empiezan a entender el «toma» y el «dame». Es conveniente hablarles de las cosas cuando el niño las esté experimentando, ya que su entorno natural es su principal fuente de motivación y estimulación para aprender y es lo que necesita para desarrollarse.

A los 18 meses y 2 años, inician el proceso de la alimentación sólida por lo que es fundamental que realice una adecuada masticación para que su nutrición sea correcta. Asimismo tiene dificultades para identificarse en los juegos simbólicos debido a que no se puede mirar frente a un espejo por lo cual es necesario que elabore una imagen personal a partir del reconocimiento de su voz.

A los largo de los 4 primeros años, hay una existencia de retraso en la movilidad razón por la cual los objetos no existen a no ser que entre en contacto con ellos. Y su única forma de percibir los objetos que no están a su alcance es mediante el sonido que emiten. Para apoyar esta peculiaridad hay que desarrollar la motricidad gruesa fomentando la evolución del niño en aspectos como mantenerse sentado, caminar de forma independiente, desarrollo del equilibrio.

Relacionarse con los demás, desenvolverse en grupo y adquirir habilidades sociales, verbales y no verbales, habilidades para iniciar los contactos sociales (saludar, presentarse, mostrar interés por el otro, iniciar la conversación, pedir al otro que se identifique, preguntar el nombre, pedir información) y habilidades para mantener ese contacto (escuchar de forma empática, ponerse en el lugar del otro, hacer preguntas, expresar sentimientos y emociones, decir cosas positivas, ser asertivo).

Ser autónomo en sus actividades cotidianas. Como no puede aprender por imitación y observación, necesita interiorizar las acciones a través de la experiencia directa.

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