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Dinamica Poblacional


Enviado por   •  8 de Junio de 2015  •  3.461 Palabras (14 Páginas)  •  254 Visitas

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/media/ALEXANDRA/Nueva carpeta/dinamica poblacional.pdfINTRODUCCIÓN

Las bacterias fitopatógenas viven generalmente en la proximidad de las plantas sobre las que son

capaces de causar daños y habitualmente no son patógenas del hombre ni de los animales.

Actualmente existen más de 60 especies reconocidas que incluyen alrededor de 300 subespecies

y patovares. Sin embargo, todavía se continúan identificando nuevas bacterias fitopatógenas que no

habían sido citadas anteriormente como tales. El comercio global de plantas y sus derivados ha conducido

a la introducción creciente de nuevas bacteriosis en los últimos años. Las consecuencias económicas son

considerables y el riesgo de nuevas introducciones aumenta proporcionalmente al crecimiento del

comercio global y de los nuevos patrones de distribución.

Algunas de las especies causantes de bacteriosis tienen una fase epífita durante la cual viven

asociadas a la planta sin causar daños, y cuando se modifican las condiciones climáticas o de cultivo y se

dan los factores favorables para el incremento de la población bacteriana, se observan los síntomas de la

enfermedad. Las bacterias fitopatógenas ocasionan un gran número de síntomas que dependen de la

bacteria, del tipo de huésped y de su estado fisiológico y fenológico. Además, están fuertemente

influenciadas por el ambiente, afectando a la multiplicación e inducción síntomas en las plantas

infectadas. En general, los diferentes síntomas pueden agruparse en 6 síndromes: manchas foliares o en

frutos; chancros y marchitamiento de plantas leñosas; marchitamiento en plantas herbáceas; hiperplasias y

proliferación; roñas o costras; y podredumbres blandas.

La mayor parte de las plantas cultivadas pueden ser atacadas por una o varias bacteriosis y las

pérdidas ocasionadas por éstas son muy variables. Algunas enfermedades son consideradas como muy

graves y otras de importancia mínima. Algunas bacteriosis constituyen factores limitantes de algunos

cultivos en determinadas zonas, debido a la gravedad de los daños que causan, sus posibilidades de

diseminación y la carencia de métodos eficaces de control. Entre éstas se encuentran el fuego bacteriano

de las rosáceas causado por la bacteria Erwinia amylovora, la mancha bacteriana producida por

Xanthomonas arboricola pv. pruni, la marchitez bacteriana de la patata debida a Ralstonia solanacearum,

podredumbre anular de la patata debida a Clavibacter michiganensis subsp. sepedonicus , o el chancro

bacteriano del tomate causado por Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis. Estos patógenos se

consideran como organismos nocivos de cuarentena en la Unión Europea (UE), para los que existe

legislación específica sobre medidas preventivas contra su introducción y difusión en el territorio nacional

y en la UE. En esta normativa se establecen las disposiciones de régimen fitosanitario comunitario y se

especifican las condiciones, los procedimientos y los trámites de carácter fitosanitario que deben

cumplirse para la introducción de vegetales y productos vegetales en la UE o su desplazamiento en el

interior de ésta. Otras especies de bacterias fitopatógenas producen enormes pérdidas debido al gran

número de plantas que afectan, más que a la gravedad de sus ataques en cada caso particular. Es el caso

de podredumbres blandas en numerosas plantas hortícolas y ornamentales causadas por bacterias de los

géneros Pectobacterium y Dickeya, o Agrobacterium spp., que es capaz de producir tumores en más de

600 especies vegetales.

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EPIDEMIOLOGÍA DE LAS BACTERIOSIS

Las interacciones bacteria-planta. Las bacterias se han adaptado a coexistir con los vegetales,

pero sólo algunos géneros y especies de bacterias son capaces de colonizar estructuras u órganos de las

plantas con un elevado porcentaje de especialización. La colonización puede producirse en la superficie

de la parte aérea (bacterias epífitas) o de la zona radicular (bacterias rizófitas), o bien pueden afectar al

sistema conductor (bacterias endófitas).

En muchas bacterias fitopatógenas existe una fase residente epífita en la que la bacteria se

multiplica y bajo determinadas condiciones alterna con una fase patógena que infecta la planta. La fase

epífita del ciclo se inicia con la adhesión a la superficie de la planta que parece ser muy específica.

Continúa con una multiplicación como comensal (aprovechando las sustancias de secreción o excreción

de la planta sin afectarla negativamente) en determinadas zonas de la superficie de ciertos órganos, y se

completa con la dispersión de las bacterias por acción del lavado de la lluvia, formación de aerosoles por

el viento, e insectos vectores que contaminan nuevos órganos o plantas. Bajo determinadas circunstancias

como la producción de heridas, o simplemente por vías naturales de entrada (lenticelas, estomas,

cicatrices foliares, etc.) las bacterias pueden superar la barrera epidérmica e interaccionar

intratisularmente (Huang, 1986). Si la interacción es compatible, se produce una invasión, infección y

multiplicación en el espacio periplásmico. La dispersión intratisular se produce como consecuencia de la

invasión del tejido conductor o de los espacios intercelulares y de la motilidad de la mayoría de las

especies de bacterias fitopatógenas.

Dinámica poblacional. Las bacterias fitopatógenas bajo condiciones ambientales favorables

presentan una elevada capacidad de multiplicación (crecimiento exponencial) y llegan en poco tiempo a

niveles poblacionales muy elevados. La dinámica poblacional está determinada principalmente por la

temperatura, la disponibilidad de agua y el estado fenológico de la planta huésped (Gross y col., 1983).

Para la mayoría de bacterias fitopatógenas su multiplicación óptima se sitúa a temperaturas de

20-25oC, humedad relativa superior al 75-80%, o bien condiciones de humectación. La disponibilidad

de agua es el factor más crítico, especialmente cuando las temperaturas son favorables. No obstante, una

vez desencadenado el proceso de infección, el propio contenido en agua de los tejidos de la planta

garantiza las condiciones adecuadas de disponibilidad de ésta.

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