EL DESARROLLO SOSTENIBLE: UN GRAN POTENCIAL PRESENTE Y FUTURO

PAOLA BETTELLI, LL. M.

EL DESARROLLO SOSTENIBLE:

UN GRAN POTENCIAL PRESENTE

Y FUTURO

Resumen

El desarrollo sostenible, definido como aquel que permite “satisfacer las necesidades presentes sin comprometer la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras”, es considerado hoy un imperativo de la civilización moderna.

En este artículo la autora, después de analizar el tema tal como ha sido tratado en el contexto de las Naciones Unidas, destaca su importancia para países como Colombia, para los cuales la adopción de políticas ambientales adecuadas redunda no solamente en un medio ambiente más sano, sino en la generación de oportunidades económicas y sociales que contribuyen al bienestar general de la población.

Palabras clave

Desarrollo Sostenible, Conservación ambiental, Riqueza Ambiental,

Servicios ambientales, Inversión extranjera, Cooperación ambiental,

Naciones Unidas, Convenios ambientales, Bioseguridad, Política ambiental.

Contexto e introducción

El propósito de este artículo es demostrar la importancia del desarrollo sostenible en el marco de las Naciones Unidas y destacar el potencial que presenta para países como Colombia.

En esta perspectiva el país cuenta con un gran potencial, no sólo desde la conservación ambiental, sino en términos económicos y sociales. Un manejo adecuado de la riqueza ambiental permitiría que Colombia se posicionara como oferente para la prestación de servicios relacionados con este ámbito, que atraerían inversión extranjera, así como fuentes de cooperación internacional; igualmente, contribuiría a mitigar las consecuencias de desastres naturales frente a los cuales el país es particularmente vulnerable. Desde el punto de vista económico y social, el desarrollo sostenible tiene el potencial de generar nuevas fuentes de empleo y dar lugar a nuevos rubros de ingreso en el presupuesto nacional.

En consecuencia, el desarrollo sostenible se define como un desarrollo que permite satisfacer las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.1

Con el fin de enmarcar esta discusión, voy a enfocarme en el desarrollo sostenible en el contexto de las Naciones Unidas y después me referiré al potencial ambiental, económico y social que este tema representa para un país como Colombia.

El desarrollo sostenible en el marco de la Organización de Naciones Unidas (ONU)

Tradicionalmente las Naciones Unidas no se habían ocupado de temas relacionados con el medio ambiente, ya que su propósito se centra, sobre todo, en la solución pacífica de controversias y en la prevención de conflictos internacionales.

Sin embargo, el impacto devastador de la degradación ambiental en ciertos países del continente africano en la década de los sesenta y el impacto transfronterizo de la contaminación por lluvia ácida en Europa las llevaron a concluir que la degradación ambiental era un problema serio que merecía atención de la comunidad internacional. A raíz de ello se convocaron a una conferencia con el fin de formular recomendaciones en torno a este tema, no sólo desde el punto de vista nacional sino internacional.

1 Comisión Brundtland, Nuestro futuro común, s. l., Oxford University Press,

1987, p. 53.

La Conferencia de Estocolmo en 1972

La primera conferencia sobre medio ambiente auspiciada por las Naciones Unidas tuvo lugar en Estocolmo en 1972. En esta reunión se discutió por primera vez el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente y las medidas internacionales para minimizar ese impacto.

Por lo tanto, aunque se reconoció que tales actividades humanas en general habían tenido un impacto negativo sobre el medio ambiente, también se reconoció que el desarrollo tecnológico alcanzado por el hombre permitiría maximizar la eficiencia de los procesos productivos y, simultáneamente, minimizar el impacto ambiental negativo. Se hizo hincapié en que la protección y la preservación del medio ambiente eran esenciales para la supervivencia y el bienestar del ser humano. Teniendo en cuenta estos parámetros, se adoptó un plan de acción internacional, que incluía medidas tanto para contrarrestar la contaminación transfronteriza, particularmente la atmosférica y la marina, como para fomentar la educación, la divulgación de información y la concientización sobre la preservación ambiental.

Aun cuando se emprendieron algunas iniciativas en materia ambiental desde que la Conferencia de Estocolmo tuvo lugar, el progreso fue limitado. En el ámbito internacional se integró el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y se adoptaron algunos convenios internacionales —como la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, el Protocolo de Montreal, la Convención de Basilea para el Control del Movimiento Transfronterizo de Desechos Tóxicos persistentes y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna en Peligro (CITES)—. En el ámbito nacional muchos países adoptaron legislación y crearon agencias y entidades gubernamentales encargadas de formular políticas e implementar medidas ambientales.

A pesar de que estas medidas contribuyeron moderadamente, la tendencia general de explotación irrestricta de los recursos naturales y la consecuente degradación ambiental persistió a lo largo de la década de los setenta, lo cual afectó particularmente

al continente africano, que se vio azotado por hambrunas producidas por la erosión gradual de la tierra y periodos extendidos de sequía. Países y poblaciones en otras latitudes se vieron afectadas por agujeros en la capa de ozono y por cambios atmosféricos que ocasionaron huracanes, tsunamis y tornados.

A raíz de todo esto, en 1983 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió integrar una comisión encargada de evaluar la situación y el progreso en materia ambiental hasta la fecha y de formular recomendaciones para avanzar con más determinación y rapidez en este tema.

La Comisión Brundtland

Una mayor concientización sobre la gravedad de la degradación ambiental en el mundo se originó a raíz de la publicación del informe de la comisión internacional, conocida como la Comisión Brundtland, en honor de la diplomática noruega que la presidió. Ésta concluyó que los patrones de consumo y de producción actuales y la consecuente degradación ambiental eran insostenibles y que afectarían de manera negativa a las generaciones venideras, hasta el punto de amenazar su supervivencia.

La Comisión Brundtland hizo hincapié en la necesidad de encontrar mecanismos y alternativas para minimizar el impacto ambiental, a fin

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