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ENSAYO DE LA BIOMASA CELULAR COMO ALTERNATIVA PARA COMBATIR


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2015  •  Ensayo  •  3.810 Palabras (16 Páginas)  •  161 Visitas

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Maestría en Biotecnología

Biotecnología II

BIOMASA CELULAR COMO ALTERNATIVA PARA COMBATIR

LA HAMBRUNA EN EL MUNDO

Efraín Calderón Ramírez

Universidad de Córdoba

Montería

Noviembre de 2.015

BIOMASA CELULAR COMO ALTERNATIVA PARA COMBATIR

LA HAMBRUNA EN EL MUNDO

En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos,

pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos.

                            M. Gandhi

Introducción

La pobreza y el hambre son dos inseparables hermanas que siempre van juntas tomadas de la mano, así como siempre van juntas las dos caras de una misma moneda. Por eso no es posible pensar que se va a lograr erradicar el hambre en el mundo con solo aumentar la producción de alimentos, sin pensar en eliminar de una vez a su nefasta hermana mayor, la pobreza, porque tal enfoque jamás será exitoso. Y la prueba de ello está en que hoy día el mundo está produciendo alimentos en cantidades más que suficientes para satisfacer las necesidades nutricionales de la población mundial pero, sin embargo, al mismo tiempo hay 795  millones de habitantes soportando hambre, de los cuales 4,4 millones viven en Colombia, lo que corresponde a un 8,8% de nuestra población (FAO, FIDA y PMA. 2015)

Por lo anterior, el enfoque de este ensayo es dar una visión clara acerca de las raíces profundas de este problema y sus soluciones, a la vez que se abordarán algunos temas acerca de cómo la producción de biomasa celular puede ser una de las varias herramientas que se podrán utilizar para combatir, mas no erradicar, el hambre en el mundo.

El crecimiento de la población mundial y el drama del hambre en el mundo

Según la FAO, para el año 2.050 la población mundial será de 9.100 millones y el 70% de ella será urbana, por lo cual la producción de alimentos deberá aumentar un 70%, sin contar los cultivos destinados a la producción de biocombustibles. Y agrega esta organización que “el hambre persiste en la actualidad a pesar de la existencia de un suministro total suficiente debido a la falta de oportunidades de ingresos y de producción para la población pobre y a la ausencia de unas medidas de protección eficaces” (FAO, org., 2015)

Sobre lo anterior no hay ninguna duda que el crecimiento acelerado de la población mundial es un gran desafío a superar para disminuir el hambre mundial porque, según lo dice este mismo documento, “.. a menos que se registre un gran cambio en las políticas, el hambre no desaparecerá como consecuencia del aumento de la disponibilidad media de alimentos” porque, agrega la FAO, “la prevalencia de la subnutrición en los países en desarrollo disminuiría hasta afectar únicamente al 5% de su población, unas 370 millones de personas, en el año 2.050”. Y para rematar su análisis la FAO dice: “La existencia continuada de hambre y malnutrición a gran escala en un mundo en abundancia es inaceptable”. Absolutamente de acuerdo.

Pero, entonces, ¿cómo explicar que en un mundo que cada día produce mayor cantidad de alimentos ocurran casos como en África, en donde un gallinazo a un metro de distancia de un niño cuyo esqueleto está solo forrado por su piel, espera pacientemente a que este niño muera para poder devorarlo? Esa imagen recorrió el mundo hace varios años y muchos creen que algo así solo ocurre en África, pero no es así.  

Según la UNICEF, “la desnutrición contribuye a la muerte de 5,6 millones de niños y niñas menores de cinco años” en el mundo, sin contar las graves consecuencias que  en su salud, desarrollo y en su vida adulta tienen los niños sobrevivientes (Instituto Nacional de Salud, 2014).

Y en Colombia, según esta misma institución, “La tasa de mortalidad por desnutrición para los menores de un año, varía entre 71,4 a 38,3 por cada 100.000 nacidos vivos y la edad mediana de muerte es de cinco meses.” Mientras que “para el caso de los menores de 1 a 4 años la tasa de mortalidad oscila entre 7,6 y 3,6 por cada 100.000 habitantes y la edad mediana de muerte es de 18 meses”. 

Y aunque resulta muy difícil establecer cifras reales sobre  las muertes de niños y adultos por causas vinculadas directamente con la desnutrición, el Instituto Nacional de Salud de Colombia, citando un estudio hecho por Ruíz, M., & Ruíz, N. (2007), concluye: “Entre 1998 y 2002, en el país ocurrieron 39.197 defunciones en las que estuvo presente la desnutrición ya fuera como causa directa, antecedente o como otro estado patológico importante. La tasa total de mortalidad por desnutrición fue de 20.75. Por edad, las tasas más altas son de los grupos de edad menores de 5 años, sin mayor diferencial por sexo, y mayores de 45 años”.

Esto significa que la mortalidad infantil por desnutrición no ha podido ser erradicada en Colombia a pesar de los ingentes esfuerzos que en tal sentido han hecho desde hace más de cinco décadas  todos los gobiernos a través de las autoridades de salud, y a pesar de contar los padres de estos niños con los alimentos para evitarlo. ¿Increíble? Sí, pero mucho más increíble es comprobar las causas por las cuales esto sucede.

La pobreza como causa del hambre mundial

Mientras que los economistas, sociólogos e infinidad de “expertos” dicen que la pobreza es la carencia de dinero y de los recursos básicos para llevar una vida digna, el famoso médico Hindú, Deepak Chopra catalogó hace décadas a esta condición humana como “una enfermedad mental” (Chopra, D.1994), definición que si bien nadie ha podido refutar tampoco ha sido tenida en cuenta por los gobiernos y las organizaciones interesadas en mejorar las condiciones de vida de la población mundial.

Pero desafortunadamente el Dr. Chopra tiene razón porque, según lo refiere Calderón, solamente a unos desquiciados mentales se les puede ocurrir usar la bienestarina (*) para alimentar a sus pollos y cerdos, en vez de darla a sus hijos que mueren de hambre. La razón de esta conducta es que los pollos y cerdos los pueden vender en el mercado para luego comprar cosméticos (las madres) y bebidas alcohólicas (los padres), dinero que no podrían obtener alimentando a sus hijos porque ningún carnicero está dispuesto a comprar niños por kilos. Esta es una conducta atroz, criminal en el más alto grado, que solamente un enfermo mental grave puede cometer con sus propios hijos (Calderón, E. (2000). Y esta es una conducta generalizada a lo largo y ancho del país, según lo informan periódicamente los medios de comunicación.

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