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ENSAYO SOBRE EL LIBRO DEL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DE MATURANA, H.R. & VARELA, F.J.


Enviado por   •  13 de Abril de 2017  •  Ensayo  •  4.122 Palabras (17 Páginas)  •  494 Visitas

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ESTRUCTURA SOCIAL CONTEMPORÁNEA

Prof.: MARCOS ROBERTO ROITMAN ROSENMANN

Grado: 2º Sociologia, 2.2

2016-2017

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ENSAYO SOBRE EL LIBRO DEL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DE MATURANA, H.R. & VARELA, F.J.

Realizado por

Laura Sánchez Delgado-Aguilera

En el presente ensayo me dispongo a sintetizar las principales reflexiones que me han surgido a raíz de la lectura de El Árbol del Conocimiento de Maturana y Varela a sabiendas de que no pretendo transmitir las ideas del libro, sino llevar mi mundo a la mano del lector desde una posición sociológica en base al análisis de la estructura social.

El libro del Árbol del Conocimiento gira en torno al conocimiento y su proceso, siendo la piedra angular de su argumento el carácter de conocer asociado a la naturaleza de nuestro ser cognoscitivo que imposibilita la discontinuidad entre lo social y lo biológicamente humano y, por consiguiente, también  aborda cuestiones de índole principalmente filosófica que atañen al conocimiento. Lo concerniente a la naturaleza de la realidad social y su forma, la cuestión ontológica; aquello que trata sobre la posibilidad de conocer dicha realidad y la relación entre ésta y el observador, la epistemología del conocimiento; y finalmente la cuestión metodológica, es decir, cómo se puede conocer y que procedimientos y técnicas se utilizan para discernir dicho conocimiento. Con la peculiaridad de que los autores resaltan las características biológicas que, en primera instancia, posibilitan y delimitan el conocimiento y la reflexión sobre el mismo en aras de expandir la experiencia vital de las personas.

Si bien estas cuestiones han sido objeto de debate en las ciencias sociales desde sus inicios, las aportaciones que soslayan el esclarecimiento de sus posibles conclusiones siguen siendo aún necesarias para superar los límites que el conocimiento se pone a sí mismo sin dejar de lado el componente biológico del ser humano en el proceso de conocer. En este sentido, Maturana y Varela (2003) contribuyen a desmontar, por un lado, las certidumbres que sustentan y dan carácter a las denominadas ciencias puras o positivas, que imposibilitan comprender el fenómeno cognitivo al asumir los hechos como algo externo de las conciencias humanas; y a demostrar de manera contigua que es posible no perderse entre el caos y la incertidumbre que emana de las posiciones más relativistas, interpretativas y/o reflexivas que en su posición más extrema, afirman la ausencia de todo lo objetivo.  Esto lo hacen a través de una dialéctica entre ambas posiciones sin perder la perspectiva del punto medio entre el orden y el caos apuntando directamente a la gnoseología, la naturaleza del acto de conocer y, como no podría ser de otra manera, a la naturaleza de aquello que conocemos y nos permite conocer. El carácter inestable y ontológicamente difuso de lo social requiere de una problematización continua de los aspectos epistemológicos que contribuyen a esclarecer el entendimiento que se tiene acerca de las cuestiones sociales. La preponderancia del pragmatismo y la concepción del carácter performativo del conocimiento en detrimento del positivismo y, junto a ello, el surgimiento de otras disciplinas con propuestas epistemológicas diferentes, han contribuido a reducir dichos sesgos del conocimiento – aunque no a eliminarlos ya que siguen presentando discriminaciones en su estructura – poniendo de relieve ciertos aspectos sociales como la comunicación que, entendida como engranaje de lo social y como existente en todas las interacciones, tiene lugar desde los enclaves de la vida cotidiana hasta el quehacer científico influyendo y condicionando la vida social en general. De esta manera, la lectura del libro no ansía el cuestionamiento acerca de si existe una realidad natural sino la problematización de cómo accedemos a ella y cómo gestionamos el conocimiento del que disponemos tanto en el proceso de conocer como en los resultados obtenidos.

Toda significación compila signos que han sido valorados culturalmente, incluso si estos no tienen su correspondencia en el mundo tangible.  La imaginación, el pensamiento y las emociones encuentran su sentido en lo real – personas, objetos o situaciones determinadas – que, al ser producido culturalmente, tienen un significado complejo, social y en constante disputa, por lo que podemos hablar más concretamente de realidades construidas. Debido a que una significación es inexistente si un referente, todo acto – incluido el pensamiento – es comunicativo (aunque el referente de un pensamiento sea un yo o un otro imaginado). Esto remite a la idea de que los conceptos y, en su conjunto el lenguaje, que una persona utiliza para pensar tienen un significado cultural e históricamente coyuntural por lo que están contorneados por una serie de normas morales a la vez que, al ser el instrumento cognoscitivo por el que se piensa, limitan el pensamiento debido tanto a la variedad finita de conceptos como de significados posibles. Por otro lado, también remite a la idea de acción social de Weber (1944), que según él es una conducta humana en la que el individuo o individuos que la producen la establecen con un sentido subjetivo y orientado por las acciones de otro, las cuales pueden ser tanto presentes o esperadas como futuras.  El lenguaje así puede ser entendido como una acción social y con carácter performativo – construye una determinada realidad – ergo el pensamiento también es performativo y todo hacer es conocer y todo conocer es hacer (Maturana y Varela, 2003:13). Así mismo, todo lo dicho es dicho por alguien (Íbid.:14) y al hacerlo y exponer su particular visión del mundo está ejerciendo un poder sobre el conocimiento con las limitaciones que a su vez marcan los constructos lingüísticos que utiliza. Queda claro, pues, que conocer es un proceso de carácter pragmático y performativo.

De modo corolario, el saber legitimado en una sociedad concreta, reforzará un tipo de pensamiento y ejercerá un poder dominante con respecto a otras formas de conocer y experimentar el mundo, entendiendo el poder en los términos de Weber (1944) como la probabilidad de imponer la propia voluntad o, en este caso, una visión concreta del mundo que nos rodea.  En otras palabras, se crea una estructura de dominación del conocimiento. Sin embargo, esa no es la única limitación con la que puede enfrentarse el conocimiento, pues la propia estructura biológica de la persona supone el primer sistema de expansiones y limitaciones de la experiencia vital y antecede a todo conocimiento pragmático. La importancia de estudiar los órdenes de dominación que acontecen en torno al eje del poder permite entender las relaciones sociales que se generan a partir de una visión concreta de entender y experimentar la realidad y producen las estructuras sociales. Las estructuras suponen órdenes de dominación articulados en base a las relaciones sociales que generan sistemas asimétricos de acceso al conocimiento y los bienes, véase la estructura del sistema educativo o la del sistema capitalista, que actúan de manera complementaria. Sistemas que serían inviables sin disciplina, un concepto que encierra a su vez al de obediencia, mecanismo por el cual la gente los asume sin resistencia ni crítica, pues las pretensiones de un sistema son inalcanzables sin un sistema de creencias o saberes que las legitime. Así, el cambio de las características de una estructura, de su forma histórica, vendrá de la mano de un cambio de orden conceptual, es decir, de una nueva visión del mundo, tema que abordaré más adelante.

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