El Aborto Inducido

Una problemática y tema de actualidad, que causa mucha discordia, sin aparente llegada a conclusiones objetivas es el aborto inducido. Varios aspectos como la salud, situación económica, y derechos de la futura madre se toman en cuenta al momento de discutir sobre un asunto tan delicado y controversial. La medicina, los profesionales que la ejercen y los ámbitos en los que deben intervenir, asumiendo que su rol es el de preservar la salud de los individuos, también se mencionan cuando se trae a colación un debate acerca del aborto. Son tantas variables que se interrelacionan que la posibilidad de llegar a un consenso parece imposible, sin embargo, en este breve ensayo voy a tratar de plasmar los motivos que a mí me hacen llegar a una postura fija, la preservación de la vida.

En este esquema creo que es importante esquematizar cuál es el verdadero tema de discusión, y cuando me refiero al verdadero tema, hablo sobre la cuestión más profunda, aquella sobre la que se está discutiendo y sobre la que la decisión va a influir, más allá de todas las otras variables que intervienen, ese núcleo central es la vida humana. Si, la vida humana, aunque suene romántico o sentimentalista, es sobre ella que se busca decidir y actuar al momento de practicar un aborto, que no es nada más, ni nada menos que la interrupción voluntaria de la viabilidad del cigoto en cualquiera de sus estados de desarrollo, desde su formación o fecundación, entendida como la unión de un pronúcleo masculino proveniente de un espermatozoide con un pronúcleo femenino de un óvulo, hasta el momento del parto. Este acercamiento médico al tema puede llevarnos a pensar que no hay mayor problema en detener el desarrollo normal de un proceso biológico, ¿por qué no hacerlo?, ¿qué hay de malo en ello? si hay otros tantos procesos biológicos, como la coagulación, que la medicina se encarga en detener en ciertas ocasiones, sin que haya mayores implicancias al respecto. El absurdo de la comparación, y el instintivo rechazo que ésta produce a nuestro intelecto nos acerca a la problemática que queremos tratar, porque de hecho hay una gran y trascendente diferencia entre estos dos procesos biológicos, el origen de la vida, y no de cualquier vida, sino que se trata de una vida humana, como la tuya y como la mía.

No podemos proseguir con el análisis sin dar una breve definición de lo que es la vida, que es básicamente una serie de características que nos diferencian de objetos inanimados como una mesa, una piedra o esta hoja sobre la que están escritas estas reflexiones. Esas características según la biología son básicamente las de nacer, crecer y reproducirnos, características que poseen incluso organismos unicelulares ínfimos, visibles únicamente a través de un microscopio, pero que tienen el principio vital. Incluso nosotros, Homo sapiens sapiens, que nos consideramos a nosotros mismos como el último eslabón de la evolución en la Tierra estamos compuestos por millones de células microscópicas que poseen vida y que gracias a su actividad conjunta nos permiten realizar miles de funciones que van desde captar oxígeno y nutrientes de nuestro medio externo, hasta elaborar complejos teoremas matemáticos o componer las más extravagantes piezas musicales que implican un profundo grado de abstracción. ¿Pero cómo se relaciona todo esto con el aborto inducido?

La relación aunque no evidente, es clara, que aquel cigoto formado por aquellos dos pronúcleos ya posee aquel principio vital.

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