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El Imperio Bizantino de los siglos IX a XIV


Enviado por   •  22 de Octubre de 2017  •  Apuntes  •  4.060 Palabras (17 Páginas)  •  423 Visitas

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El Imperio Bizantino de los siglos IX a XIV

  1. Imperio bizantino helénico (renacimiento macedónico)

Entre los años 726 y 843 el Imperio Bizantino fue desgarrado por las luchas internas entre los iconoclastas, partidarios de la prohibición de las imágenes religiosas, y los iconódulos, contrarios a dicha prohibición. La primera época iconoclasta se prolongó desde 726, cuando se suprimió el culto a las imágenes, hasta 783, cuando fue restablecido por el II Concilio de Nicea. La segunda etapa tuvo lugar entre 813 y 843. En este año fue restablecida definitivamente la ortodoxia. y los soberanos iconoclastas se iban ganando la admiración y el respeto de sus vasallos. No fue un simple debate teológico, sino un enfrentamiento interno desatado por el patriarcado de Constantinopla, apoyado por el emperador León III, que pretendía acabar con la concentración de poder e influencia política y religiosa de los poderosos monasterios. El conflicto refleja también la división entre el poder estatal (los emperadores, partidarios de la iconoclasia), y el eclesiástico (el patriarcado, iconódulo), siendo Asia Menor donde los iconoclastas constituían la mayoría, y en la parte europea del Imperio los iconódulos.

La recuperación de la autoridad imperial y estabilidad de los siglos siguientes trajo consigo un proceso de helenización, de recuperación de la identidad griega frente a la entidad oficial romana, hecho posible debido a la limitación y homogeneización geográfica producida por la pérdida de ciertas provincias ante el Islam, y que permitía una organización territorial militarizada fácilmente gestionable: con la adscripción a la tierra de los militares en ellos establecidos, lo que produjo formas similares al feudalismo occidental. A principios del siglo IX, el Imperio había sufrido varias transformaciones. En primer lugar una uniformización cultural y religiosa debido a perdidas territoriales frente al Islam. Los territorios que el Imperio conservaba eran de cultura griega, así el latín fue abandonado en favor del griego. En lo religioso, la incorporación de estas provincias al Islam dio por concluida la crisis monofisita, y en 843 el triunfo de los iconódulos supuso por fin la unidad religiosa. En segundo lugar una reorganización territorial en el siglo VII más eficaz. Y por ultimo una ruralización: la pérdida de las provincias del Sur (con artesanía y comercio) implicó que la economía bizantina pasara a ser esencialmente agraria. La irrupción del Islam en el Mediterráneo a partir del siglo VIII dificultó las rutas comerciales. Decreció la población y la importancia de las ciudades del Imperio, en tanto que empezaba a desarrollarse una nueva clase social, la aristocracia latifundista en Asia Menor. El final de las luchas iconoclastas supone una recuperación del Imperio, visible desde Miguel III (842-867), y durante el periodo 867-1056, en que Bizancio fue regido por la Dinastía Macedónica, período conocido como “renacimiento macedónico”.

En relación a la política exterior la crisis en que se ve sumido el Califato Abasí, principal enemigo de Bizancio, debilita la ofensiva islámica. Sin embargo, los nuevos Estados musulmanes que surgieron como resultado de la disolución del califato lucharon contra los bizantinos por la supremacía en el Mediterráneo oriental. El siglo X fue una época de ofensivas contra el Islam, que permitieron recuperar territorios perdidos. El principal rival del Imperio durante esta etapa fue el Estado búlgaro. Convertido al cristianismo a mediados del siglo IX, Bulgaria alcanzó su apogeo con el zar Simeón I (893-927). Desde 896 el Bizancio estuvo obligado a pagarle impuestos. A la muerte de este monarca, en 927, su reino era extenso. Pero  el poder de Bulgaria fue sin embargo declinando durante el siglo X, y Basilio II (976-1025) invadió Bulgaria y la anexionó al Imperio. También uno de los hechos más decisivos, y de efectos más duraderos, fue la incorporación de los pueblos eslavos a la órbita cultural y religiosa de Bizancio. Las relaciones con Occidente fueron tensas desde la coronación de Carlomagno (800), y las pretensiones de sus sucesores al trono y al dominio sobre Italia. Durante toda esta etapa el Imperio siguió teniendo una enorme influencia en el sur de Italia. Las tensiones con Otón I (emperador Sacro Romano), quien pretendía expulsar a los bizantinos de Italia, se resolvieron mediante un matrimonio. En política religiosa, tras la resolución del conflicto iconoclasta, se restauró la unidad religiosa del Imperio, siendo evangelizados los búlgaros. Esta expansión del cristianismo oriental provocó los recelos de Roma, y en el siglo IX estalló una grave crisis entre el patriarca Constantino, Focio, y el Papa Nicolás I, produciéndose el cisma de Focio. Pero fue breve y hacia 877 las relaciones entre Oriente y Occidente volvieron a la normalidad. Aun así la ruptura definitiva con Roma se consumó en 1054 por disputas doctrinales.

Tras el período de esplendor que supuso el Renacimiento Macedónico, en la segunda mitad del siglo XI comenzó un período de crisis, marcado por su debilidad ante la aparición de dos nuevos enemigos: los turcos selyúcidas y los reinos cristianos de Europa occidental; y por la creciente feudalización del Imperio, acentuada al verse forzados los emperadores Comnenos a realizar cesiones territoriales a la aristocracia. Los turcos empezaron a hacer incursiones en Asia Menor. Con la derrota del emperador en el año 1071 a manos de los turcos culmino así la hegemonía bizantina en ese lugar, y los intentos por reconquistar los territorios perdidos serán en vano. En Occidente, los normandos expulsaron de Italia a los bizantinos entre 1060 y 1076, y tras conquistas lograron abrirse camino hasta Constantinopla. La muerte de Guiscardo, el líder normando, en 1085, evitó que estos planes se llevasen a efecto. Sin embargo, años después, se realiza la Primera Cruzada en respuesta del pedido de auxilio de Alejo I Comneno, que el Papa aceptaría con gusto, ya que quería tener bajo su control a Oriente. Aun así, los cruzados terminaron por establecer varios Estados independientes. Los alemanes del Sacro Imperio y los normandos de Sicilia y el sur de Italia siguieron atacando el Imperio durante el siglo XII. Las repúblicas italianas como Venecia y Génova, a las cuales Alejo I concedió derechos comerciales en Constantinopla, se convirtieron en sede de sentimientos anti-occidentales debido a su resentimiento hacia los latinos. Federico I (Sacro Imperio) intentó conquistar sin éxito el Imperio en la Tercera Cruzada.

  1. La cuarta cruzada y el Imperio latino

Tras el anuncio del nuevo Papa Inocencio III de una nueva guerra para la liberación del Santo Sepulcro, nació la cuarta cruzada. En 1198 se hizo el llamamiento, en el cual se amenazaba a aquellos que no quisieran ayudar con el castigo en el juicio final, al tiempo en el que prometía la salvación eterna. El Papa pretendía encabezarla, sin embargo, comienza a haber un desvío de la cuarta cruzada hacia Constantinopla. Se debió al pedido de apoyo del príncipe Alejo I en sus pretensiones al trono ante su tío Alejo III, para ello hizo promesas irrealizables como la subordinación de la Iglesia de Oriente a la de Roma y pagar sumas enormes. Tras el primer ataque Alejo III huye a Tracia y en su lugar asume como emperador Isaac II, padre del príncipe, el cual había sido destronado. Este concede la coronación de Alejo I en presencia de barones latinos. Ahora el nuevo emperador, Alejo IV, debía cumplir lo prometido pero no lo consiguió, y mientras más pasaba el tiempo la situación se volvía más tensa entre los cruzados y los bizantinos, sumando que el clero ortodoxo negó su sometimiento al Papa de Roma. Finalmente este rompió sus relaciones con los cruzados y comenzó la guerra, tras un levantamiento nacional contra los emperadores se entronizo a Alejo V, yerno de Alejo III. Tras el ataque de los latinos a la ciudad se firmo un contrato. El reino y la capital se dividirían en tres partes: una cuarta parte destinada al emperador latino electo en Constantinopla y el resto para los venecianos y lo demás cruzados. Así, el emperador tenía que defender un país del que solo controlaba una cuarta parte. Solo los venecianos podían estar satisfechos, a ellos les correspondía mas territorio y sus antiguos privilegios mercantiles se convirtieron en derechos públicos. Mientras tanto los cruzados preparaban un nuevo ataque a Constantinopla, y tras la retirada del emperador y sin resistencia alguna ingresan a la ciudad y comienza el saqueo de todas las grandes riquezas. Los griegos nunca olvidarían tal saqueo violento de Constantinopla, por ende, el sueño de la Iglesia Occidental de poner bajo la soberanía romana al oriente ortodoxo llego con esto a su fin.

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