El Mundo Y Sus Demonios. Capítulo 1: Lo más Preciado.
Enviado por marianiieh • 16 de Septiembre de 2014 • 2.743 Palabras (11 Páginas) • 1.423 Visitas
CAPÍTULO 1: LO MAS PRECIADO.
Éste primer capítulo, da inicio cuando Carl Sagan llega al aeropuerto, donde lo esperaba un sujeto con un cartel en el cual estaba escrito su nombre. El hombre del cartel era quien se encargaría de llevar a Sagan a la conferencia sobre la aparentemente imposible tarea de mejorar la presentación de la ciencia en la televisión comercial.
Mientras esperaban la maleta, el chofer preguntó a Sagan si no era un problema tener el mismo nombre que el “científico aquél”. Pensaba que el Carl Sagan del que hablamos no era el científico Carl Sagan, sino un sujeto que por desgracia o fortuna tenía el mismo nombre. Sagan simplemente le contestó que él era “el científico aquél”. Todo esto se debía a que el chofer tenía el mismo nombre de un conocido y polémico entrevistador de televisión; William F. Buckiey era el nombre.
Al subir al coche y mientras se instalaban en él, el chofer le hiso saber que se alegraba de que Sagan fuera en realidad “el científico aquél” pues tenía algunas preguntas sobre ciencia para hacerle. Cuando empiezan a hablar, Sagan se da cuenta de que no hablaban de ciencia, sino de extraterrestres, de canalización, de cristales, de Nostradamus, de astrología, etc. Hablaba de cada uno de estos temas con mucho entusiasmo y optimismo, pero Sagan le repetía una y otra vez “la prueba es insostenible” y “hay una explicación mucho más sencilla”. Era evidente que se trataba de un hombre bastante leído, sabía incluso cuales eran las expediciones submarinas previstas para encontrar las columnas caídas y los minaretes rotos de civilizaciones antiguamente grandes como lo habían sido la Atlántida y Lemuria, pero Sagan tenía también el suficiente conocimiento para saber que no existieron jamás.
El señor Buckiey, no había oído nada de ciencia, ni de ciencia moderna, decía Sagan que a este hombre le habían fallado nuestros recursos culturales, nuestro sistema educativo, incluso nuestros medios de comunicación y que no sabía distinguir la ciencia real de la burda imitación. Es fácil, es muy fácil encontrar relatos espurios que hacen caer al crédulo en la trampa. Para Sagan, el señor Buckiey debía aprender a ser más escéptico con lo que le ofrece la cultura popular pues se limitaba a aceptar lo que la mayoría de las fuentes de información, disponibles y accesibles decían que era la verdad.
Tanto la ciencia como la pseudociencia generan una gran sensación de prodigio. Sagan dice que, las popularizaciones dispersas y deficientes de la ciencia dejan unos nichos ecológicos que la pseudociencia se apresura a llenar. Si se llegara a entender ampliamente que cualquier afirmación de conocimiento exige las pruebas pertinentes para ser aceptada, no habría lugar para la psudociencia. Estudios sugieren que un noventa y cinco por ciento de los americanos son “analfabetos científicos” lo que es extremadamente grave. Es como si todas las generaciones se preocuparan por la decadencia de los niveles educativos. Es peligroso y temerario que el ciudadano medio mantenga su ignorancia, por ejemplo, sobre el calentamiento global, la reducción del ozono, la contaminación del aire, los residuos tóxicos y radiactivos, la lluvia ácida, la erosión del suelo, la deforestación tropical, el crecimiento exponencial de la población, etc.
Sagan, recuerda a Hipócrates por sus esfuerzos para llevar a la medicina a la luz de la ciencia. En lugar de reconocer que somos ignorantes en muchas áreas, hemos tendido a decir cosas como que el universo está impregnado de lo inefable. Asignamos la responsabilidad de lo que todavía no entendemos a un Dios de lo ignorado. A medida que fue avanzando el conocimiento de la medicina, cada vez era más lo que entendíamos y menos lo que teníamos que atribuir a la intervención divina. Hipócrates, en el diagnóstico de la enfermedad, exhortaba a la observación atenta y meticulosa. Daba gran importancia a la honestidad. La práctica médica premoderna no logró salvar a muchos, ni siquiera en su mejor momento. Las trágicas enfermedades que en otras épocas se llevaban grandes números de bebés y niños se han ido reduciendo progresivamente y se curan gracias a la ciencia. Al menos en el mundo moderno y desarrollado, los padres tienen más posibilidades de ver alcanzar la madurez a sus hijos de las que se tenían a finales del siglo XVII. La viruela ha desaparecido del mundo, la esperanza de vida de alguien diagnosticado ha ido aumentando progresivamente año tras año. La ciencia permite que la tierra pueda alimentar a una cantidad de humanos cientos de veces mayor, y en condiciones menos miserables, que hace unos cuantos miles de años.
La expectativa de vida ha ido aumentando década con década. La longevidad quizá sea la mejor medida de la calidad de vida física. A medida de cómo avanza la ciencia, aparecen nuevas enfermedades que se extiendes como el fuego, nos ponemos a la altura no sólo diseñando nuevos fármacos y tratamientos, sino avanzando progresivamente con mayor profundidad en la comprensión de la naturaleza de la vida.
Para que el mundo escape de las consecuencias del crecimiento de la población global necesitamos de la ciencia y la tecnología. La ciencia y la tecnología no son simples cornucopias que vierten dones al mundo. Los científicos no solo concibieron las armas nucleares; también agarraron a los líderes políticos por las solapas para que entendieran que su nación tenía que ser la primera en tenerlas. Nuestra tecnología ha producido la talidomida, el CFC, el agente naranja, el gas nervioso, la contaminación del aire y el agua, la extinción de especies e industrias tan poderosas que pueden arruinar el clima del planeta.
Existen razones por las que la gente se pone nerviosa ante la ciencia y la tecnología.
Los avances en medicina y agricultura han salvado muchas más vidas que las que se han perdido en todas las guerras de la historia. Los avances en transportes, comunicación, y espectáculos han transformado y unificado el mundo. La ciencia queda clasificada siempre entre las ocupaciones más admirables y fiables, a pesar de los recelos. Nietzsche, lamenta la pérdida de la creencia del hombre en su dignidad, su unicidad, su insustituibilidad en el esquema
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