El gasóleo

El gasóleo, combustible de la mayoría de vehículos pesados, es más contaminante que la gasolina. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer señalaba en fechas recientes como "carcinógenos" a los gases de escape emitidos por los motores de gasóleo. Contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx), generados entre el 40% y el 50% por los vehículos pesados, o las partículas finas (PM 2.5), pueden causar "enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud", según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Por el tubo de escape de los vehículos también salen gases de efecto invernadero (GEI), implicados en el cambio climático.

Todos estos problemas, que también pueden ser tomados como locales, son producidos por el humo (o los gases tóxicos, en concreto) que sale del tubo de escape de los camiones. No solo despiden un olor desagradable, sino que también son altamente dañinos para los globos oculares si se entra en contacto directo con ellos. Además de que, como se mencionó antes, pueden provocar daños en el sistema respiratorio e irritar considerablemente la piel.

Sumado a daños en nuestro organismo y en el ambiente que nos rodea, nos vamos a un nivel más allá con la contaminación atmosférica. El dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno que estos producen, contribuyen al efecto invernadero. Igualmente, a contaminación del aire y del oxígeno que nosotros respiramos. Además de resultar molesto, en muchos sentidos es peligrosa esta problemática que tenemos tan cerca de nuestro alcance.

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