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El problema de la evaluación


Enviado por   •  6 de Mayo de 2014  •  Ensayo  •  3.004 Palabras (13 Páginas)  •  274 Visitas

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3- El problema de la evaluación.

El de la evaluación no es un problema secundario en la pedagogía rogeriana. Rogers concluye que sólo hay una persona en condiciones de evaluar el grado en que ha alcanzado sus metas, y esa persona es el estudiante mismo. ¿Cuáles son las implicaciones de esta autoevaluación? Según Rogers, la propia evaluación del aprendizaje autoiniciado estimula al estudiante a sentirse más responsable. Por el contrario, las implicaciones de una evaluación externa son negativas y pueden agruparse de esta forma: al igual que cuando experimentaba que el foco de la evaluación estaba en sí mismo, el crecimiento personal se veía favorecido, cuando percibe que el foco de evaluación reside fuera de sí, el crecimiento personal se ve obstaculizado. Si su personalidad es constantemente sometida a enjuiciamientos externos, difícilmente el niño llegará a ser lo que realmente es. En palabras de Rogers: “Si tomamos las concepciones de los demás como nuestras, perdemos contacto con la sabiduría potencial de nuestro propio funcionamiento y perdemos confianza en nosotros mismos (...). Esta discrepancia fundamental entre los conceptos del individuo y sus experiencias reales, entre la estructura intelectual de sus valores y el proceso de valoración propio que permanece desconocido entre sí, forman parte de la alineación fundamental del hombre moderno con respecto a sí mismo”.

LA NO-DIRECTIVIDAD

La orientación “no directiva” o “centrada en el cliente” descubierta y aplicada en sus pacientes se extiende a la pedagogía. Así se inició este estilo peculiar de orientación única en la terapia y la pedagogía: una orientación centrada en el desarrollo de las personalidades, poniendo en práctica una metodología cada vez más reflexiva y profunda.

Hay una confianza en que el cliente (paciente, alumno) puede manejar constructivamente su vida y solucionar sus propios problemas. Este supuesto es una consecuencia directa del postulado de la bondad innata del hombre. Si se deja actuar a la persona, lo que haga, estará bien. Además, la persona es la única que puede llegar a conocer sus problemas, y , por lo tanto, la única que puede resolverlos. Cualquier tipo de directividad(enseñanza, orden, mandato, etc...) podría ser perjudicial para el desarrollo de la persona, puesto que estaríamos impidiendo su “crecimiento personal”. La función de los padres debe de cambiar: El concepto “educar a los hijos” debe de sustituirse por “relacionarse con los hijos”. La idea misma de “ mi hijo” debe de ser modificada. Los padres no son dueños de sus hijos, son solamente los padres de los hijos. De acuerdo a la teoría de Rogers, cuando el individuo siente el peso de las normas morales y sociales sobre él, generalmente deja de expresar sus sentimientos o les da un giro indirecto, es decir, expresa exactamente lo contrario de lo que siente.

Lo esencial de este sistema de comunicación interna se reduce a lo siguiente: cuando la libertad experiencial del sujeto está amenazada, no le está permitido experimentar sus sentimientos sin arriesgar las condiciones de las que depende su actualización, o sea, el afecto y la estimulación de los que tienen un papel importante en su vida. La angustia que esta posible pérdida le ocasiona lo lleva a reprimir la exteriorización de sus sentimientos y hasta su propia existencia. A partir de este momento empiezan a producirse decepciones y sinsabores y el sujeto empieza a estar confuso, desorientado; en resumen, neurótico.

Este peligro de dependencia y deformación de su experiencia amenaza a toda su personalidad. Rogers considera que en estas circunstancias el individuo puede ser orientado por un especialista (psicólogo, terapeuta, pedagogo, formador o por los propios padres), teniendo en cuenta ciertas condiciones:

Tener una personalidad bien unificada e integrada. Debe mostrarse tal como es, sin actitudes defensivas, sin sobreactuación, sus sentimientos deben estar acordes con lo que expresa.

Brindar una atención sostenida a todo lo que expresa la persona que quiere ayudar (consideración positiva incondicional).

Manifestar una “comprensión empática”, es decir, tratar de sentir su mundo privado, su sistema de valores y referencias más íntimos, como si fueran propias.

Tener la capacidad de comunicar algo de lo que experimenta en esos contactos, indicando su comprensión con una “consideración positiva incondicional.”

Con relación a estas condiciones señala:

“Nuestra experiencia nos enseña que cuando estas condiciones se cumplen, se produce invariablemente un proceso de cambio. Las percepciones rígidas que el cliente había adoptado consigo mismo y con los demás se distienden y empiezan a abrirse a la realidad. Con ello empiezan a mostrarse más abiertos a la totalidad de su experiencia. Aprende a vivir más intensamente lo que experimenta. Se convierte en una personalidad más fluida, en evolución, capaz de aprender más” (citado en C. Rogers).

La concepción de la personalidad humana y de su desarrollo elaborada por C. Rogers tiene el mérito indiscutible de destacar el aspecto íntimo, subjetivo y personal, sus regularidades fundamentales y las relaciones que las caracterizan. Reconoce el papel importante que desempeña el yo del sujeto que hasta ese momento, o bien se hallaba supeditado al dominio del inconsciente, como en el psicoanálisis, o bien no se consideraba como un elemento de aprendizaje.

Otro aspecto importante en su teoría es que demuestra la significación que tiene para el desarrollo de la personalidad del individuo un clima de aceptación y respeto por parte de la sociedad y de las personas o agentes sociales fundamentales. Destaca la necesidad que tiene el ser humano de una valoración positiva, de una aceptación de su persona para el normal desenvolvimiento de su actividad y para el desarrollo de su personalidad.

Desde el punto de vista ético, en comparación con el psicoanálisis, es una visión optimista sobre las posibilidades del ser humano, enfatizando sobre todo en su bondad y en sus posibilidades creadoras y autoactualizadoras. Su concepción del inconsciente se acerca más a la concepción contemporánea aceptada, y no resulta, como en el psicoanálisis, de la experiencia reprimida por la consciencia, sino que se encuentra más bien en

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