Estamos constituidos como para cooperar a nivel global?

Capítulo 23

¿Estamos constituidos como para cooperar a nivel global?

El desafío inmediato es fundamental —gestionar nuestros espacios comunes globales atmosférico y Oceánico— y el inevitable precio del éxito en esta cuestión es que los países deben ceder autoridad Real, como lo hacen siempre que acuerdan actuar en común para garantizar el bienestar de todos.

Eso no significa la creación de un gobierno mundial, sino simplemente la aplicación de unas reglas comunes, en pro del bien común. Según la medida humana corriente, la crisis del clima se mueve despacio, al igual que los cambios que estamos realizando para afrontarla; tan despacio, de hecho, que a menudo no conseguimos detectar los umbrales importantes sino retrospectivamente.

Capítulo 10

¿Es posible que la humanidad pudiera asistir al fin de la guerra entre naciones?

No podemos responder a esas preguntas sin considerar las estructuras políticas que ha ido desarrollando nuestra especie. Durante la Edad de Piedra la política del clan era simple, y también podía reconocerse en numerosas especies distintas de mamíferos: una estructura familiar, cuyo centro lo ocupaba un macho dominante, una o varias hembras maduras, y su progenie. Las primeras aldeas debían de estar compuestas de grupos de unidades de ese tipo.

 Capítulo 4

Qué fuerzas le dieron forma a la vida en nuestro planeta ¿

Justo al principio de la existencia de nuestro planeta, la Tierra entre 3.900 y 4.650 millones de años. Eso se debe a que nuestro inquieto planeta ha estado reciclándose constantemente, de forma que casi todas las evidencias físicas que testimonian la naturaleza de la corteza terrestre original se han convertido en polvo, se han fundido y se han vuelto a formar de nuevo. Pero al examinar las rocas de una fecha ligeramente posterior, cuando la fuerza de la vida en la Tierra todavía era débil, podemos hacernos una idea esclarecedora de lo que supuso el avance de la vida en nuestro planeta.

Cuál es el desafío al que ahora nos enfrentamos

Hemos pisado la superficie de la Luna, hemos tocado la sima más profunda de los mares y podemos comunicar instantáneamente las mentes entre sí a través de enormes distancias. Pero a pesar de todo ello, lo que decidirá nuestro destino no es tanto nuestra tecnología sino aquello en lo que creemos

CAPITULO 21

Cuál es el desafío al que ahora nos enfrentamos

Desde un punto de vista biológico, la fuerza motivadora de la democracia es poco más que una continuación de la tendencia que comenzó con el nacimiento de la agricultura, con la que los granjeros individualmente débiles triunfaron sobre una minoría de poderosos. En el seno de las democracias prosigue la lucha entre el pueblo y la minoría poderosa. Desde Nueva York hasta Zúrich, una minoría privilegiada sigue ejerciendo una influencia desproporcionada. Un desafío decisivo para la humanidad consiste en averiguar cómo podemos crear mejores democracias para afrontar ese problema.

CAPITULO 23

Cuál es el desafío al que ahora nos enfrentamos ¿

El desafío inmediato es fundamental —gestionar nuestros espacios comunes globales atmosférico y oceánico— y el inevitable precio del éxito en esta cuestión es que los países deben ceder autoridad real, como lo hacen siempre que acuerdan actuar en común para garantizar el bienestar de todos. Eso no significa la creación de un gobierno mundial, sino simplemente la aplicación de unas reglas comunes, en pro del bien común.

9. Cuál es el desafío al que ahora nos enfrentamos?

R// El desafío que ahora nos enfrentamos con la nueva tecnología se debe de innovar teniendo en cuenta el impacto ambiental, controlando y corrigiendo sus impactos negativos como los son agotamiento y desertización de tierra productivas, la reducción y extinción de especies animales y vegetales, la desaparición de bosques, contaminación de aire, agua de ríos, lagos y fuentes subterráneas, la acumulación de residuos, creando bienes y servicios que nos ayuden a ser eficientes en nuestras empresas, a bajo costo, teniendo en cuenta la supervisión de los grupos de interés, adicionalmente concientizar tanto a las empresas como a las personas naturales de lo anteriormente mencionado. El gobierno debe reestructurar sus políticas apoyando e impulsando a las empresas que tengan buenas propuestas para el desarrollo de productos que sean amigables con el ambiente para así poner en cordura a las entidades que tienen monopolizado las naciones moviendo sus influencias para que sea indispensable la compra de este bien.

Capitulo 23

Esta idea de los humanos como elementos indispensables en el sistema de la Tierra va en contra de la noción que muchos de nosotros tenemos acerca de nuestra relación con la naturaleza; por ejemplo, que de alguna forma estamos al margen de ella, o que somos tan solo una especie entre muchas. Lo cierto es que ninguna otra especie es capaz de percibir los problemas medioambientales o de corregirlos, lo que significa que la responsabilidad de gestionar este mundo de heridas que hemos creado es exclusivamente nuestra. Somos, según parece, la especie Fausto, la que aquel día concreto de hace miles de años, cuando empezamos a ensamblar nuestro superorganismo inteligente, firmó un trato fatídico, no con el diablo, sino con el relojero ciego. Ese trato nos convertía en señores de la creación, pero dejaba indisolublemente ligados entre sí nuestro destino y el de la Tierra. Mientras aspiramos a mantener a la creciente familia humana, nuestro enorme poder sobre la naturaleza podría ejercerse de numerosas formas. Podríamos, por ejemplo, pretender controlar la naturaleza en cada rincón, y así transformar nuestro planeta en una gigantesca granja, gestionada de forma intensiva. No obstante, resulta extremadamente dudoso que fuera posible de futura relación con nuestro planeta. El ecologista estadounidense Aldo Leopold, decía: Una de las penalidades de una educación ecológica es que uno vive a solas en un mundo de heridas. Gran parte del daño infligido a la tierra resulta bastante invisible para un lego en la materia. Un ecologista necesita o bien endurecer su concha y fingir que las consecuencias de la ciencia no son asunto suyo, o bien ser el médico que ve las señales de la muerte en una comunidad que cree gozar de buena salud y que no desea que le digan lo contrario [2] .

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