Estilo De Vida Cientifico
Enviado por rgt0313 • 16 de Febrero de 2014 • 2.733 Palabras (11 Páginas) • 252 Visitas
ESTILO DE CRIANZA CIENTÍFICO
¿Cómo aplicar a mi vida cotidiana los conceptos científicos que hemos aprendido en el curso? ¡Buena pregunta! Quizás habría que empezar por decir que mi vida cotidiana, desde hace dos años y medio, consiste en cuidar de un pequeño de cabellos rubios, ojos color chocolate y sonrisa encantadora. Sí, estoy dedicada de tiempo completo a ser mamá y lo estoy disfrutando más de lo que pensé. Sin embargo, aunque es lo más maravilloso que he hecho en mi vida, ser mamá no es una tarea fácil (y de pronto hasta se parece a lo que hacen los científicos en su quehacer profesional), ya que tienes en tus manos la responsabilidad de una vida; te enfrentas a situaciones totalmente desconocidas, con pocos o nulos conocimientos previos; tienes que tomar cientos de decisiones, que por triviales que puedan parecer, van marcando pautas importantes para el futuro de tu hijo; y tienes que construir rutinas (modelos) que te permitan manejar el caos en el que se convierte tu vida desde que llegas con un recién nacido a la casa.
Por eso es que decidí utilizar los conocimientos adquiridos en el curso poniéndolos en práctica para la crianza de mi hijo. Lo curioso fue que al verlos escritos en el borrador, me sugirieron la idea de ser principios de un estilo de crianza particular. Es decir, así como oímos hablar del estilo de crianza tradicional o el estilo de crianza con apego, se me ocurrió que a este conjunto de planteamientos los podría llamar: estilo de crianza científico.
De este modo, los postulados o paradigmas (para hablar más a tono) que propongo para definir el estilo de crianza científico son los siguientes:
Considerar que los niños son científicos en potencia. Mi pequeño, a sus dos años y medio, tiene todas las características de un buen científico: todo le da curiosidad; todo lo cuestiona; todo lo prueba; ensaya cosas nuevas, de hecho, el ensayo-error es su principal método de aprendizaje (además del gusto, por supuesto); comprobar una y otra vez lo que aprende, como la ley gravitacional o la de causa y efecto, es su deporte favorito; y aplica inmediatamente todo lo que va aprendiendo. Así mismo, es apasionado, le fascina descubrir y los dogmas no existen para él. Además, es divulgador de ciencia, pues todo lo que aprende nos lo cuenta a nosotros y a quien se le aparezca enfrente.
Por todo esto, no me cabe duda de que, a sus escasos 29 meses de edad, mi niño, al igual que los demás niños, es un científico en potencia. Y en este sentido, sólo espero tener la sabiduría para ir incentivando estas mismas características conforme vaya creciendo, pues me parece que, independientemente de que al final elija ser científico o no, le van a ser de mucha utilidad en su vida.
No utilizar verdades absolutas, sino acuerdos. Su papá y yo, desde que él nació, nos hemos visto enfrentados a un reto muy importante: conciliar nuestras opiniones en cuanto a cómo criarlo. Esto es algo a lo que todos los padres se enfrentan, pues cada quien piensa diferente al haber sido educado por familias distintas. Sin embargo, para nosotros es aún más complicado, pues además de las diferencias individuales comunes, nacimos en países diferentes, por lo que hablamos idiomas distintos y nuestras culturas llegan a ser incluso antagónicas en algunos aspectos. Por ello, los conceptos revisados en el curso fueron de extrema utilidad para poder manejar de manera más efectiva nuestra situación.
Primero, tuvimos que considerar que lo que ocurre (verdad ontológica) es interpretado por cada uno de nosotros de forma diferente (verdades epistemológicas) de acuerdo a nuestros lenguajes, nuestros contextos, nuestras culturas y las sociedades de las que provenimos. Por lo tanto, manejar un contexto común y un mismo lenguaje (en este caso el Inglés) es indispensable para nosotros, aunque no siempre es fácil, pues incluso hablando aparentemente el mismo idioma, los significantes de las palabras son distintos; pero esto es lo que al final nos facilita llegar a acuerdos sobre lo que está pasando, formulando así nuestras propias verdades, las cuales a su vez, nos permiten tener un mismo punto de partida para la discusión de ideas y creencias.
El hecho de entender que ninguno es poseedor de la verdad y que más que convencer al otro, se trata de construir nuestra propia verdad, nos ha alejado de muchas discusiones sin sentido, pero sobre todo, nos ha permitido tomar decisiones de manera consensuada y efectiva.
Tener una visión holística de la familia. La dinámica de la familia no puede analizarse desde el punto de vista reduccionista, el cual diría que si queremos entender el comportamiento de un niño, hay que analizar la conducta de sus padres. En otras palabras, que las conductas del padre, sumadas a las de la madre, determinan la conducta de los hijos. Esto no es sólo simplista, sino que en muchos casos nos lleva a conclusiones equivocadas o a preguntas sin respuesta. Por ejemplo, podríamos pensar que, bajo este esquema, si nosotros nunca le hemos gritado a nuestro hijo (quien todavía no habla bien), éste no tendría por qué gritar. Por esta razón, no nos podíamos explicar por qué un día, sin más ni más, empezó a gritar.
Aquí es donde el Holismo representó una visión más adecuada para nosotros, con el fin de entender la dinámica familiar, ya que considera a la familia como un sistema complejo, cuyos componentes determinan su propio futuro, el cual es difícil de predecir, pero tiende a la adaptación.
De esta manera, lo que pudimos analizar fue que, si bien ninguno de nosotros nunca le había gritado, nuestro hijo (a falta de palabras) utilizó la voz y empezó a gritar como recurso para obtener la atención que en algún momento él consideraba no le estábamos brindando. Decidimos probar esta teoría y en lugar de decirle que no gritara cada vez que lo hacía (como lo habíamos empezado a hacer, reforzando así esta conducta), simplemente checábamos que sus gritos no fueran debidos a que estuviera metido en alguna clase de problema y continuábamos haciendo lo que estábamos haciendo (por ejemplo, lavando los trastes o componiendo la tostadora) ignorando los gritos. Una vez que se dio cuenta que aunque no le pusiéramos atención el 100% del tiempo, no dejábamos de atender sus necesidades, los gritos fueron cesando.
Lo importante de este punto y lo que nosotros entendimos es que la dinámica familiar es compleja y se entreteje con las interacciones de todos los miembros de la familia, que no es sólo cuestión de causa y efecto.
Tomar decisiones científicamente. Este punto es sumamente importante, porque cuando nos vemos enfrentados a un problema para el cual no tenemos información o experiencia previa (lo cual es muy común, sobre todo cuando eres mamá o papá primerizo, como es nuestro caso), la tendencia general
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