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FUTURO Y PROSPECTIVA


Enviado por   •  18 de Marzo de 2014  •  2.330 Palabras (10 Páginas)  •  291 Visitas

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Futuro y prospectiva *

Gaston Berger

* Originalmente publicado en francés en Revue Prospective, núm. 1, 1958. Traducción: Eduardo Hernández González.

Revista Universidad de Guadalajara, ISSN: 1405 8588, tomado de: http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug26/art2dossier26.html

Más que un método o una disciplina, la prospectiva es una actitud, es decir, el adjetivo debe preceder al sustantivo.

El sentido del término "prospectiva" es evidente y está formado de la misma manera que el de "retrospectiva"; ambos se oponen en la medida en que el primero expresa que miramos hacia delante y no hacia atrás. Un estudio retrospectivo se dirige hacia el pasado y el prospectivo hacia el futuro.

Estos dos adjetivos no son perfectamente simétricos en cuanto a su significado, pero sí en su forma, porque tendemos de manera habitual a representarnos el tiempo como una línea en la que el pasado y el futuro corresponden a las dos direcciones posibles. En realidad, el ayer y el mañana son heterogéneos. En cuanto al primero, sólo podemos visualizarlo porque ya no hay nada que podamos hacer, mientras que el mañana significa proyectos cuyas posibilidades están abiertas. Pasar de la retrospectiva a la prospectiva no implica sólo reorientar la atención; requiere una preparación para la acción. Podemos ser prospectivos desde la historia... y recíprocamente, no todo pensamiento futuro es prospectivo: se puede soñar en el año 2000 de la misma manera que en el Egipto de Ramsés ll.

Cuando reflexionamos sobre la importancia que tiene para los hombres el porvenir y lo que les depara el futuro a sus hijos, no podemos dejar de sorprendernos al observar el escaso lugar que ocupan los temas del futuro y el pasado en el interés de los filósofos y los escritores. Hay un sinnúmero de páginas en las que estos términos no aparecen y cuando figuran en algún texto no lo hacen como conceptos centrales de la discusión. Posiblemente, hacía falta que el hombre desarrollara su poder tal y como lo ha hecho hasta ahora para entender que el futuro no es un misterio absoluto, ni una fatalidad inexorable. Bergson había comprendido bien que el incremento de nuestro poder sobre la naturaleza es susceptible de modificar nuestra concepción del tiempo. Ante el planteamiento que le hicimos sobre la conveniencia de distinguir entre una mística de la duración y una de la eternidad, él respondió que la distinción es en efecto relevante, pero que se reduce "en la medida en que tiende a aumentar nuestro poder sobre la materia".

Horizontes lejanos

La característica principal de la actitud prospectiva consiste sin duda en la intensidad con la cual nuestra atención es atraída por el futuro. Podemos estar tentados a creer que lo que hay en él es por completo obvio, pero nada es menos cierto. Como lo dijo Paul Valéry, "entramos en el futuro retrocediendo", porque el mañana prolonga el hoy, tendemos a creer que será igual. El estudio del futuro no ha comenzado de manera sistemática. Sin embargo, ciertas firmas reconocidas han abierto, desde hace algunos años y al margen de sus servicios de previsión, "los departamentos del futuro" u "oficinas de hipótesis" dedicadas a la elaboración racional de los posibles rumbos que podría tomar el mundo en el mañana. El cambio como tal comienza a atraer la atención. De manera un poco incierta y con las imprecisiones del vocabulario que son inevitables en toda nueva investigación, Ronald Lippitt, Jeanne Watson y Bruce Westley estudian "la dinámica del cambio" cuando éste es buscado y preparado por el hombre. Fuertemente influenciados por las ideas de Kurt Lewin, ofrecen algunos elementos relevantes que serán valiosas para construir una teoría general del cambio, cuya necesidad se ha dejado sentir.

La actitud prospectiva no sólo nos orienta al futuro; hay que agregar que nos hace ver también a lo lejos, a una época en la que las causas producen sus efectos a una velocidad creciente; por lo tanto, no es posible considerar simplemente los resultados inmediatos de lo que está ocurriendo. Nuestra civilización es comparable a un carro que corre cada vez a mayor velocidad sobre una ruta desconocida al anochecer. Se necesita que las luces puedan ver cada vez más lejos para evitar la catástrofe. La prospectiva es, por lo tanto, en esencia el estudio del futuro lejano.

La experiencia nos ha mostrado que el intento no es ocioso y que los resultados no carecen de interés. Un industrial atraído por algunas de nuestras ideas reunió un día a los seis directores de sus diferentes servicios y les solicitó la elaboración de un reporte sobre lo que podría ocurrir en cada una de sus áreas dentro de los próximos veinticinco años. Al inicio se sorprendieron de tener que hacer un trabajo tan curioso; después se mostraron reticentes y escépticos. Para no contrariar al patrón accedieron a realizarlo y prepararon los reportes. Algunos de ellos resultaron de gran valor. Lo más destacable es que los informes resultaron tanto convincentes como originales. Lo que decían era evidente y nuevo a la vez, simplemente no lo habían pensado: en el futuro como en el presente hay más cosas que "ver" de lo que suponemos; entonces lo que falta es que queramos verlas...

No hay que suponer que la prospectiva no puede proporcionar más que afirmaciones débiles. Como no busca predecir y no se interesa en los eventos, sino en las situaciones, no tiene la necesidad de proporcionar fechas y si lo hace es con cierta aproximación. De este modo, provee de un grado elevado de certidumbre. De hecho, las previsiones tienen más probabilidades de ser exactas cuando se hacen sobre un periodo largo que sobre uno corto.

La previsión económica, apunta François Bloch-Lainé, en virtud de que está en sus inicios y por su baja confiabilidad, es requerida en general para cuestiones que resultan más riesgosas, éstas son las de coyuntura a corto plazo. Para el economista, en efecto, nada es más difícil que tener que pronosticar la evolución del mercado bursátil, así como ver la fluctuación de precios y la tesorería pública [...] Los pocos investigadores en economía política cuyos intereses coinciden con los de los hombres de negocios son puestos a prueba en áreas en las que difícilmente son competentes. De esta dificultad para pronosticar provienen las decepciones que los separa después de intentar una aproximación. La prospectiva ayudaría más para lograr este acercamiento.

En muchos casos se puede indicar con mayor certeza una tendencia general más que la fecha o la intensidad de un evento en particular. Si decimos, por ejemplo, que en Francia hay una tendencia hacia la disminución de las horas de trabajo, o todavía más, que las necesidades asociadas

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