Fertilización del poroto

Fertilización del poroto

El poroto, planta cultivada en los valles del norte y en la zona central de Chile desde antes de la llegada de los colonizadores españoles, se encuentra distribuido desde Arica hasta la provincia de Chiloé, como un rubro que ocupa un lugar de importancia en la agricultura regional, además de tener un valor relevante en la dieta humana. Es una especie que el agricultor, generalmente, estima poco exigente en nutrientes, sin embargo, no más del 30º/o de la superficie cultivada tiene rendimientos medios que se pueden estimar aceptables (1 O a 14 qqm/ha), los cuales se dan en las provincias de O'Higgins, Colchagua y Curicó. La superficie mayoritaria tiene rendimientos unitarios que fluctúan alrededor de los 6 qqm, lo que corresponde a un bajo nivel de producción. Para este rendimiento el cultivo no necesita ser fertilizado. Si se considera que el material genético del frejol tiene un potencial de rendimiento que puede superar los 40 qqm/ha, queda en evidencia que la tecnología de producción aplicada en este cultivo dista bastante de ser satisfactoria. Muchos son los factores que influyen en el rendimiento del cultivo. Entre ellos están aquellos propios del ambiente, como son el suelo y el clima, sobre los cuales el productor no puede intervenir más que para hacer un adecuado uso de ellos. Por otra parte, existe un grupo de factores controlables por el agricultor al nivel que él lo desee, entre los que se cuentan los insumos -semillas, pesticidas, fertilizantes, inoculantes, etc. y los factores culturales -época de siembra, densidad de siembra, distancias de siembra, preparación de suelos, riego, etc. Cuando ambos tipos de variables se combinan en forma adecuada, es posible esperar un buen rendimiento, disminuyendo el riesgo económico de la actividad.

¿POR QUE FERTILIZAR? Con frecuencia, el suelo es incapaz de proporcionar a los cultivos la calidad y cantidad de nutrimentos en la oportunidad que ellos los necesitan, por lo que se debe recurrir al empleo de fertilizantes o abonos, para no dañar los rendimientos. El poroto, si bien necesita de todos los elementos esenciales para cualquier planta, no necesita aplicaciones muy altas, especialmente de nitrógeno y fósforo que son los más importantes. El nitrógeno. Para crecer, todas las plantas necesitan consumir, desde sus primeros estados, abundantes cantidades de nitrógeno, lo cual hace de este nutrimento uno de los más necesarios. La gran mayoría de los suelos del país presentan deficiencia en este elemento, es decir, no cuentan con la cantidad suficiente para satisfacer los requerimientos de las plantas. E1 poroto, al igual que todas las leguminosas -haba, arveja, garbanzo, lenteja, chícharo, alfalfa, tréboles, loteras, espino, algarrobo- y a diferencia de otras plantas, no depende tanto de las disponibilidades de nitrógeno del suelo, porque tienen la particularidad de asociarse a bacterias del género Rhizobium. Estas bacterias penetran a la planta la que forma en las raíces unas vejigas o protuberancias llamadas nódulos, donde se multiplican Los rizobios son capaces de captar el nitrógeno del aire y combinarlo con hidrogeno entregándoselo a la planta la que lo utiliza para formar tejidos. A cambio de este beneficio la planta cobija y alimenta a la bacteria sin causarle daño alguno. El proceso es de gran trascendencia para la planta, debiéndose crear las condiciones para producirlo en la forma más eficiente posible. Estas condiciones son a) Sembrar la semilla de poroto previamente inoculada con una cepa de bacteria cuya selección se ha efectuado por su alta y comprobada eficiencia en fijar nitrógeno b) Desinfectar la semilla solo con un fungicida a base de Thiram (Pomarsol) Captan (Orthocide 751 o PCNB (Tritisan) ya que otros desinfectantes matan la bacteria c) Disponer de un suelo con alto contenido de fósforo -en lo posible sobre 14 ppm de P- o en su defecto fertilizar con superfosfato triple d) Si se necesita aplicar nitrógeno, hacerlo únicamente a !a siembra en dosis no superior a 40 kg/ha e) Si el suelo es acido (pH inferior a 5,5) se recomienda incorporar en la capa arable, a lo menos una tonelada de cal por hectárea.

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