Globalización

Globalización

Tras la guerra fría y la caída del socialismo en 1989, la globalización acrescenta su auge en un marco post keynesiano, donde el estado deja de tener injerencia en la economía de las naciones y se abre paso al modelo neoliberal. En los últimos años se ha discurrido mucho sobre el tema; las sociedades económicas del planeta, desde un punto de vista general, ya no se pueden concebir desde el aislamiento. Nos encontramos en un momento donde los países entraron a una dinámica que exige los nexos con otras naciones y que son afectados por cualquier cambio significativo que exista en el universo económico; es una estructura donde el movimiento de una pieza, invariablemente afecta a las demás. La globalización ha respondido a una transformación del capitalismo, una transformación que se hacía evidente y necesaria para continuar con este modelo de producción tan controvertido.

En la globalización, las finanzas determinan la producción. El capital tiene poder por sí mismo y es una fuerza con gran injerencia en distintos niveles económicos, sociales, políticos etc. En el modelo globalizado, ni siquiera se concibe una relación trabajo-capital, el capital es el que permea. La clase obrera y proletaria es dominada por el capital. En esto se traduce la política económica moderna que beneficia a todo grupo económico de poder. Los globalizacioncitas conciben este sistema por encima del individuo social, no tomando en cuenta ni a la burguesía ni a la clase obrera. Esto hace que deje de existir una democracia económica; la clase obrera queda completamente desprotegida pues ya no se hace caso de las demandas de la mayoría hacia el interior de la estructura del estado, lo determinante proviene de lo que ocurra en el exterior.

Pero la globalización no sólo se concibe desde un punto de vista económico. El conocimiento, por ejemplo, también se hace cada vez más global, así como la información a través de medios como el internet. Por consiguiente, la tecnología se expande en los mismos niveles globales. De este modo, el conocimiento es un determinante de la producción. El síndrome de la modernidad globalizada es el miedo constante a la obsolescencia y la competencia constante debido a la inminente comparación con las naciones. Esta dependencia es atávica y pone en graves problemas a los países, sobre todo los que se encuentran en vías de desarrollo pues viven subyugados por los países más poderosos. Hay una necesidad por la innovación y la preponderancia pues sin estos elementos es imposible competir.

Este fenómeno se extiende al poder político que ejercen los países más poderosos sobre los menos importantes en nivel económico. Se ha vuelto un tema de países entre países, donde el mercado externo es una de las condicionantes del mercado interno. La globalización propicia la carencia de un estado nacional, las miras son hacia el exterior. La globalización, de alguna manera, elimina el papel del estado. Por lo mismo esto se traduce en inestabilidades a nivel de regulación en un contexto global; el estado nacional se vuelve un estado competitivo. A nivel privado, la globalización está presente en las empresas que forman oligopolios multinacionales y cuyo propósito es la acumulación de capital. Lo mismo ocurre con los bancos trasnacionales que han perdido sus fronteras y ejercen una influencia desmedida en los países y sus economías.

En el mundo globalizado el factor humano es un elemento más de la producción, según Marx, los aspectos sociales de la vida humana sucumben ante la acumulación capitalista. Pero el problema se vuelve aún más grave, este abandono del individuo como si se tratase de mercancía ha propiciado formas modernas de esclavitud y crimen. Según Federici, en la década de los setentas aumentó el tráfico de mujeres y niños (prostitución, esclavitud), así mismo ocurría con el tráfico de órganos; esto responde a la concepción de la fuerza de trabajo no sólo como un recurso explotable sino como si el hombre se tratara de un objeto.

En el mundo globalizado, hay una confusión

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