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Enviado por local • 18 de Febrero de 2015 • 1.258 Palabras (6 Páginas) • 169 Visitas
a búsqueda de eficiencia y la aplicación de medidas tendientes a registrar la producción
y la productividad han ido imponiendo su presencia cada vez con mayor intensidad, en
las empresas modernas. Si a ello añadimos, el constante deseo de los empresarios por
maximizar resultados y minimizar insumos, la resultante es una natural conciencia por la
implementación de procesos de evaluación que, permitan conocer lo que se está
haciendo tanto en el campo de la producción como en el de los servicios. El permanente
desarrollo de “indicadores” cuantificables es una prueba de lo que afirmamos. Conceptos
tales como control de calidad, gerencia por objetivos, calidad total, ISO- , etc.; y, otros
muchos que, sin duda, se incorporarán en el futuro nos dan una idea de la tendencia al
control y la eficiencia-eficacia en los rendimientos empresariales. La lógica parece ser,
obtiene lo más con la menor inversión o riesgo, realizando un buen control de variables.
Aceptando, por principio, que de los elementos constitutivos de las empresas es el ser
humano el único capaz de realizar la actividad de creación, de proyección y de cierre de
empresas; le toca, igualmente, a él diseñar las herramientas que posibiliten que las
evaluaciones respondan a la lógica de quienes buscan, al menos teóricamente, unos
objetivos empresariales. Teniendo, también, ellos (los objetivos) que sujetarse a los
mismos mecanismos de evaluación. Sobre el particular, algunas profundizaciones hemos
desarrollado en trabajos anteriores(1). Sin embargo, brevemente, recordaremos que los
objetivos empresariales a lograr, se formulan considerando supuestos que no dependen
exclusivamente de los integrantes de las empresas, ni tampoco del entorno cercano
(especialmente en tiempos de interdependencia). Estos supuestos y los mismos
objetivos se desactualizan por los efectos del tiempo y las circunstancias cambiantes.
Sin insinuar una permanente e inacabable revisión y/o evaluación de objetivos,
apostamos por la realización de un periódico e integral balance de los mismos y de los
mecanismos diseñados para obtenerlos. Resultados que llevan a tomar medidas de
actualización y corrección, necesarias en toda obra humana.
La evaluación de objetivos, permite reconocer las fortalezas y aceptar las debilidades y/o
necesidades, a partir de los resultados tomar medidas tendientes a su reformulación, a
la elaboración de nuevas metas y al diseño de originales estrategias para obtenerlas.
Del mismo modo, se desea compatibilizar la concepción que en la mente se tiene de la
empresa con las personas que serán capaces de ponerla en movimiento. Se inician los
primeros intentos de búsqueda del personal adecuado para la función diseñada, en algún
manual preliminar. Lo mismo ocurre con la elección de los lugares de compra, las
comparaciones de precios y, a lo mejor, nacientes estudios de mercado permiten
concentrar y administrar mejor sus esfuerzos. Sin embargo, todas estas decisiones
Manual de Auditoría de la Comunicación Interna. Prof. Max Tello
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basadas en intuiciones o en información mal acumulada, necesitaban ser periódicamente
evaluada o ser contrastada con algún patrón de medición para tener un nivel de
comparación acerca de lo que se realizaba y lo que se contrastaba. Estos preliminares
procesos de evaluación permitían obtener información que serviría, luego, como insumo
en la toma de decisiones.
LA RACIONALIDAD EN LAS EMPRESAS
No es difícil imaginar que, desde los nacientes movimientos empresariales tendientes a
realizar actividades productivas en serie, algunos esfuerzos se orientasen a probar una
coherencia interna en la producción y una secuencia lógica (aunque sólo fuese por
ahorrarse trabajo) en la línea de la planta. Desvelos empresariales para llenar naturales
vacíos de funcionamiento y/o a evitar innecesarias duplicidades en las actividades,
deben haber sido temas diarios de conversaciones y consultas. Es probable que aún sin
proponérselo, por el simple hecho de economizar energías y de ganar tiempo, los
primeros empresarios hayan dedicado tiempo a pensar cómo obtener resultados prontos
sin hacer demasiados gastos. Es imposible imaginar una naciente empresa totalmente
caótica, trabajando a ritmo y voluntad de sus integrantes. Aún en las empresas
familiares, una mínima división del trabajo debió regir los esfuerzos individuales de los
integrantes del clan.
Autores como Joe Kelly abordan esta temática desde una perspectiva histórica
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