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HAMLET de William Shakespeare


Enviado por   •  27 de Febrero de 2014  •  24.691 Palabras (99 Páginas)  •  217 Visitas

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HAMLET

de

William Shakespeare

Traducción, versión y adaptación de

José María Ruano de la Haza

Personajes

Escena I

Entran las criadas , soldados ,mensajeros y demas pueblerinos con un ataud donde yace muerto el rey, su querida esposa gertrudis llena de lagrimas junto al ataud de su esposo , ella ya viuda deja que claudio el hermano de su difunto esposo la consuele , seguidos de hamlet .

Se para delante de todos el sepulturero y antes de proseguir a enterrar al rey dice unas palabras de consuelo y unas muy sabias …

SEPULTURERO : LLego el momento que esa persona tan querida ya no esta presente con nosotros,no lo podemos tocar ni oír su voz …

Es un gran dolor y nos parece que todo esta perdido para siempre saldremos adelante

La grande perdida que ha golpeado a la familia real ,tambien ha causado mucho dolor para todos nosotros que somos el publo.Expresamos nuestras más sinceras condolencias

Tiempo despues de la muerte de su esposo , la reina gertrudis decide que no puede hacerse cargo del reino ella sola y decide casarse con claudio quien pasa a ser rey de inmediato y cosa que su hijo hamlet nunca le perdono a su madre gertrudis .

Salen el rey CLAUDIO y la reina GERTRUDIS, seguidos de HAMLET,

POLONIO, LAERTES y OFELIA.

CLAUDIO.––Querida esposa, querido hijo y sobrino, amigos todos: todavía conservo viva

en la memoria la imagen de mi amado hermano Hamlet, . Mi corazon sigue de luto pero ya se me pasara y Siguiendo, pues, vuestra recomendación pondre fin al largo duelo y tomo como esposa a la que antes fuera mi hermana y ahora es mi reina.

Tratemos ahora de los asuntos que os importan.

HAMLET se adelanta a hablar con él, pero CLAUDIO finge no verlo y se dirige a

LAERTES.

CLAUDIO.–– Dime, Laertes, ¿qué deseas de mí? Habla, pues no podrás dirigirte

razonablemente al rey de Dinamarca si no pones fin a tu mutismo.

¿Qué pides, Laertes?

LAERTES.–– Majestad, Vine de buen grado a Dinamarca para mostraros mi lealtad en vuestra coronación. Pero ahora, cumplido mi deber, confieso que mis pensamientos y mis deseos me inclinan hacia Francia.

CLAUDIO.–– ¿Tienes ya permiso de tu padre? ¿Qué dice Polonio?

POLONIO.–– (con énfasis) Señor, sólo ha logrado mi consentimiento después de miles y

miles de súplicas y peticiones. Os ruego, pues, que le permitáis partir.

CLAUDIO.–– Tienes mi permiso, Laertes. Y no te olvides… de gozar de tu juventud el

tiempo que te dure.

LAERTES hace una reverencia y se va.

CLAUDIO.–– Y ahora, mi querido Hamlet, sobrino e hijo mío….

HAMLET camina de lado a lado con mala cara y una tristeza que se le nota aun mas que la rabia

CLAUDIO.– ¿Por qué esa tristeza? ¿Qué nubarrones ensombrecen tu rostro?

HAMLET.– No es eso, señor; es que paso demasiado tiempo expuesto al sol.

GERTRUDIS.– Querido Hamlet, desecha ese melancólico humor. No sigas cabizbajo

buscando a tu noble padre en el polvo. Ya sabes que es ley natural que todo lo que

vive ha de morir, pasando de aquí… a la eternidad.

HAMLET.– Sí, madre; esa es ley natural.

GERTRUDIS.– Pues si es así, ¿por qué parece perturbarte tanto?

HAMLET.– ¿Parece? Yo no sé lo que es «parecer». Mi dolor, amada madre, no lo

proclama esta capa negra que me cubre, ni la ropa de luto solemne Lo que yo siento aquí

dentro… eso… eso no hay modo de expresarlo.

CLAUDIO.– Hamlet, señal es de tu dulce y admirable naturaleza que cumplas tu deber

llorando la muerte de tu padre. Pero eso no es cosa de hombres. Destierra ese dolor inoportuno y mírame como si fuese tu padre. tú eres el más cercano a mi trono.

Por eso os ruego que te quedes aquí con nosotros.

GERTRUDIS.– Escucha los ruegos de tu madre, Hamlet. Yo también te suplico que no

regreses a Wittenberg.

HAMLET.– Madre, haré lo posible por obedecerte.

CLAUDIO.– ¡Qué amorosa respuesta! Serás otro yo en Dinamarca. Gertrudis, ven

conmigo. Mi corazón se regocija por esta libre decisión de Hamlet y quiero

celebrarla haciendo que el cañón sea escándalo del aire cada vez que beba a la salud

de mi amado sobrino e hijo.

Se van todos, quedando solo en escena HAMLET.

HAMLET.–¡Qué mercenario, qué insulso y caduco me parece todo! El mundo es un jardín lleno

de ortigas, invadido por la inmundicia y la putrefacción. Lo grosero, lo hediondo se

extiende por todas partes propagando el olor a podrido. Solamente hace dos meses

que murió; no, ni siquiera dos meses. Un rey tan admirable comparado con éste… y

tan amoroso con mi madre. Y ella, que le abrazaba con apetito siempre insatisfecho,

en menos de un mes… No quiero ni pensarlo.aunque el corazón se me rompa en pedazos,

he de callar y aceptarlo.

Sale HORACIO.

HORACIO.– Alteza…

HAMLET.– ¡Horacio! ¿Eres tú? ¡Cuánto me alegro de verte!

HORACIO.– Señor, soy tu humilde servidor.

HAMLET.– ¿Qué te trae de Wittenberg?

HORACIO.– Me he ausentado sin permiso, señor.

HAMLET.– ¡No me lo creo! ¿Tú, haciendo novillos? Pero, dime de verdad, ¿qué haces

en Elsinor?

HORACIO.– Vine al funeral de vuestro padre.

HAMLET.– No me tomes el pelo, camarada. Tú has venido… a la boda de mi madre.

HORACIO.– En verdad que uno siguió rápidamente al otro.

HAMLET.– Todo fue por ahorrar dinero, Horacio. Los fiambres que sobraron del funeral

sirvieron de plato frío en el banquete de boda… Mi padre… Creo que veo a mi

padre.

HORACIO.– ¿Dónde, señor?

HAMLET.– En mi mente, Horacio.

HORACIO.– Yo le conocí personalmente. Era un buen rey.

HAMLET.– Era… un hombre… nada más y nada menos que todo un hombre. No

conoceré a otro como él.

HORACIO.– Señor… yo pienso que lo vi anoche.

HAMLET.– ¿Viste? ¿A quién?

HORACIO.– Al rey… a vuestro padre.

HAMLET.– ¿A mi padre?

HORACIO.– Unos centinelas

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