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Historia Comtemporanea


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  5.455 Palabras (22 Páginas)  •  313 Visitas

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HISTORIA ECONÓMICA CONTEMPORÁNEA

REFLEXIONES SOBRE OBJETO Y MÉTODO

Estas páginas se proponen abordar la definición del objeto de la Historia Económica y principalmente, el método de generación de conocimientos histérico-económicos Discutiremos especialmente la relación entre la Historia Económica y la Economía. Se buscará argumentar que la Historia Económica y la Economía son esencialmente la misma disciplina y que las diferencias entre ambas surgen principalmente de di-versos procesos de tipo institucional y no de aspectos endógenos a la cuestión disciplinaria. Comenzaré por presentar un hecho estilizado, el divorcio entre Historia y Economía. Luego se presentarán diferentes definiciones de Economía. Posteriormente discutiré las diferencias disciplinarias y metodológicas entre Historia Económica y Economía, confrontando opiniones de destacados economistas e historiadores económicos. Posteriormente haré una breve referencia al uso de las metáforas para ilustrar las diferencias de diversos enfoques y finalmente discutiré algunos aspectos organizativos e institucionales que determinan muchas de las diferencias entre ambas disciplinas. Intentaremos ser consecuentes en diferenciar la historia económica y la economía de la Historia Económica y la Economía, aludiendo en los dos primeros casos a los procesos en cuanto tales y en los segundos casos al conocimiento acerca de los mismos, ya sea de tipo fáctico, teórico o metodológico.

1. Las apariencias de un divorcio

No parece ser muy necesario abundar acerca de la existencia de un divorcio entre la Historia y la Eco-nomía. Desde el punto de vista de los historiadores la culpa es de los economistas. Estos habrían sido fieles a aquello de que la ciencia no se propone tareas que no puede realizar. La ciencia económica es descompuesta en el razonamiento económico y en el razonamiento matemático. El razonamiento económico constituye la enunciación de supuestos que guían el análisis y que validan las conclusiones, articulan la interpretación de los resultados. El razonamiento matemático comprende la deducción, la demostración matemática y la contrastación de la evidencia empírica. Las crecientes demandas de cientificidad entendida en este sentido axiomático y de poder de demostración matemática, han llevado a una simplificación de los enunciados, a la construcción de modelos simplificados. Algunos aspectos, difíciles de integrar rigurosamente en este paradigma científico, quedaron por el camino: el factor tiempo, la dinámica del cambio tecnológico, las organizaciones, las “instituciones”, entendiendo por estas a las diferentes fonnas de armonización y confrontación de intereses. La teoría del desarrollo en la posguerra sucumbió ante la aparente fuerza, continuidad y linealidad del desarrollo capitalista. Las crisis de los Estados de Bienestar europeos y de las políticas de industrialización en la periferia fueron vistas como demostraciones de que las fallas de los arreglos institucionales para superar las fallas de mercado eran más dañinas que estas últimas, llevando a una pérdida de vigor del pensamiento de inspiración keynesiana y de diversas formas de desarrollismo. El marxismo teórico se atomizó, perdió cohesión y, entre otras cosas, no logró competir con las corrientes hegemónicas al momento de validar matemáticamente sus enunciados. Todos estos elementos dejaron a lo que hoy se conoce como el mainstream (la corriente principal) o la ortodoxia, en condición de tal.

Los economistas seducidos por la elegancia formal y la demostración matemática, subyugados por los modelos y la informática, a menudo pierden de vista las grandes preguntas y las cuestiones relevantes, la importancia y pertinencia de los enunciados generales; prefieren, al decir de Crafts, estar precisamente equivocados antes que vagamente acertados. 1 Los historiadores quedaron apuntando en otra dirección: mantuvieron en alto la bandera de que la realidad es compleja, de que hay que abordarla de múltiples maneras. Su instrumental analítico fue en términos relativos menos desarrollados y con enunciados generales y teorías globalizantes en retroceso, debilitadas, cuando no en desbandada. Muchas veces se han encontrado en una situación similar a los economistas que, seducidos por la elegancia formal, la demostración matemática, subyugados por los modelos y la informática, pierden de vista las grandes preguntas y las cuestiones relevantes, pierden de vista la importancia y pertinencia de los enunciados generales. A veces los historiadores han quedado paciente y prolijamente reconstruyendo hechos, desempolvando información, aunque no siempre sabiendo qué buscar, qué preguntas centrales formular, qué es lo que se quiere averiguar y qué importancia reviste en los debates de las ciencias sociales. Y eso cuando no se ha estado repitiendo incansablemente las mismas convicciones de una y mil formas. Llegando al extremo, cuando la aspiración científica se cuestiona en la base y la narrativa se propone llevarnos a la reconstrucción de particularidades de la mano de lo sensorial, el divorcio parece consumarse de manera irremediable.

Como en todos los divorcios, diría el terapeuta de esta pareja, ambos tienen su cuota de responsabili-dad. Bajo ciertas condiciones, esta pareja tiene futuro. Bajo otras, no tiene sentido aspirar a juntar mundos bifurcados. Exploremos algunos caminos de reconciliación.

Los escritos de Ricardo son los que primero han recibido críticas de separar la Historia de la ciencia eco-nómica, proponiendo un pensamiento abstracto y ahistórico. Tanto el trabajo de Smith y Mili, como el de Marx, desarrollaron la teoría económica en una estrecha interacción con la Historia.

Las bases de la separación definitiva de los economistas con respecto a la Historia parecen haber sido puestas por el pensamiento marginalista, según el cual la asignación de recursos escasos en situaciones estáticas y por actores atomizados y homogéneos supuestamente maximizadores de beneficios, pasó a ser el eje del análisis económico. Si aceptamos las definiciones divulgadas en los libros de texto acerca de que la Economía trata del funcionamiento de los mercados autorregulados, es poco lo que queda para el Sin embargo, encontramos en protagonistas de la revolución marginalista posiciones mucho menos ingenuas que eso. Karl Menger sostenía que la economía era una ciencia dividida en tres ramas : la economía teórica, es la parte de esta ciencia que busca lo que hay de general en los fenómenos, busca las relaciones generales y las leyes exactas ; las ciencias históricas y estadísticas, describen e intentan medir los fenómenos y tienen, por ello, una orientación empírica, realista y producen leyes empíricas ; las ciencias económicas prácticas o aplicadas para una “economía nacional”, que buscan

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