Influencia de la familia en el desarrollo de desórdenes alimenticios

Influencia de la familia en el desarrollo de desórdenes alimenticios

Los desórdenes alimenticios son afecciones graves de salud mental. Implican manifestaciones extremas de una variedad de preocupaciones por el peso y la comida experimentados por mujeres y hombres (Medlineplus, 2021), aunque las tasas entre las mujeres son más altas que entre los hombres. Los principales tipos de trastornos alimenticios, son: la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el comer compulsivamente. Todos éstos son problemas emocionales serios que pueden llegar a tener consecuencias mortales (Neda fedding hope, s.f.).

Si bien se desconoce la causa exacta de los trastornos alimentarios, cuando la familia no es capaz de adaptarse a los constantes cambios del sistema familiar y a los cambios individuales de sus miembros, origina problemas, la familia enferma, y esto es refleja a través de algunos de sus integrantes, principalmente los hijos, lo que a su vez hará posible o no que existan y/o persistan problemas psicológicos y emocionales (Revista Electrónica de Portales Medicos.com, 2016), es decir que, la familia influye enormemente en el desarrollo de los trastornos alimenticios. Tres estudios muestran que las personas que suelen sufrir de desórdenes alimentarios tienen una mala relación con su madre y padre.

En el primer estudio llevado a cabo por Ana Olivia Ruíz Martínez, se mostró que aquellas niñas con trastorno de la conducta alimentaria habían afirmado tener una mala relación con sus madres, caracterizado por vínculos afectivos inseguros y evitativos, en comparación con niñas sin TCA, mientras que, por otro lado, en relación al vínculo padre-hija mostraron sentir por parte de este unas altas expectativas y perfeccionismo, y en concreto las pacientes con bulimia nerviosa perciben a su padre como distantes y molestos (Laura Isabel Chóez Plúa, 2021).

Por su parte, el segundo nos indica que es la madre la principal responsable de transmitir las conductas saludables a sus hijos, y por tanto un modelo a seguir por parte de estos, lo que lleva a pensar que es un factor muy importante en el desarrollo de un TCA, igualmente demostró Sónia Gonçalves que definió como factor muy influyente para las niñas el que las madres siguieran una dieta, y esto hace que estas niñas sean más propensas a mostrar problemas de alimentación (Leticia Álvarez Amor, 2014).

En el tercer estudio realizado de Wisotsky et al. (2003) con 65 pacientes entre 12 y 27 años se buscaba examinar la relación entre los niveles de funcionamiento familiar percibido y trastornos de alimentación en tres grupos distintos de trastornos, utilizando la escala FACES-II de Olson et al. (1982) y la escala EDI-2. Un hallazgo significativo de esta investigación, es que a medida que la disfunción familiar crece, la gravedad de los trastornos de alimentación incrementa de la misma forma, otra investigación, apoya los postulados de esta teoría, dado que Lundholm y Waters quienes han examinado la relación entre sintomatología de trastorno alimentario y rasgos medidos a través del EDI y funcionamiento familiar percibido, señalan que en la medida la disfunción familiar aumenta, el reporte de trastornos de la conducta alimentaria, también lo hace,  (1978) (Claudia Cruzat, 2008).

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