PREPARACIÓN DEL DOCENTE DE PREESCOLAR EN LA ORIENTACIÓN A LA FAMILIA SOBRE EL PROCESO DE SOCIALIZACIÓN Y DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD DEL NIÑO Y NIÑA
Enviado por yayurria • 3 de Noviembre de 2012 • 13.302 Palabras (54 Páginas) • 827 Visitas
CAPÍTULO
EL PROBLEMA
Planteamiento del Problema
La Educación Preescolar tiene su historia y muy marcada su evolución y desarrollo hasta nuestros días. Toda esta preocupación por la infancia llevó a que en 1990 entrara en vigor la Convención de los derechos del niño y la niña; convenio de las Naciones Unidas que describen los derechos que tienen los niños y las niñas legalmente obligatorios y por lo que hoy día en la comunidad Científica se desarrollan diferentes proyectos Socio-Educativos que logren preparar a la familia y todas las instituciones responsables de la Educación y desarrollo de la primera infancia, y en la batalla de ideas que libera nuestro país, los programas de la Revolución concebidos en la búsqueda de una cultura general integral y perfección de los métodos educativos.
Por esta razón, la preocupación por educar y enseñar a los niños y las niñas es una tarea muy importante, que debe tomarse desde las edades más tempranas y en la que está implicada toda la sociedad, y que solo podrá resolver con el esmero, el amor y la sabiduría de los factores que la conforman, logrando un hombre nuevo que piense, actúe y sienta en correspondencia con lo que la sociedad demanda y exige de él, teniendo en cuenta sus capacidades y garantizándole la posibilidad del éxito.
Por ende, una de las principales transformaciones emprendidas en la Educación Inicial y Preescolar está dirigida a lograr un profesional capaz de accionar con familias, niñas, niños y comunidad como tríada fundamental en el fortalecimiento de la sociedad que se construye.
Así, la importancia de la Educación Inicial y Preescolar va creciendo progresivamente; es por ello, que el desarrollo de la niña y el niño es la premisa más importante en la esfera espiritual y práctica de la futura actividad del hombre adulto, de su aspecto moral y su potencial creador. Es por eso, que la preocupación por educar y enseñar a las niñas y los niños desde edades tempranas es la tarea más importante de la humanidad, y constituye hoy una de las prioridades de la Educación Preescolar, planteándolo como la etapa fundamental en todo el desarrollo de la personalidad del niño o la niña de 0-6 años. Esta afirmación es ampliamente compartida por todos los pedagogos y psicólogos que se han ocupado desde distintas posiciones de la Educación y desarrollo del ser humano evidenciando que en esta etapa se sientan los bienes del desarrollo infantil.
Ahora, la familia coma núcleo social primero en que se desarrolla el
niño y la niña es directamente responsable de su educación, la actitud del hombre ante la sociedad dependerá en gran parte de la experiencia familiar.
Por tanto, en la medida en que se comprenda y asuma el papel asignado a cada uno de los miembros de esta entidad, según sea el clima predominante en el hogar, así serán los resultados que se obtendrán en quienes son el fundamental producto, como todo proceso o hecho educativo.
Es bueno resaltar, que hoy en día se está viviendo una de las periódicas crisis coyunturales del modelo capitalista de desarrollo, y la aparición de nuevas formas de organización social, económica y política. La crisis actual, desde este punto de vista, es una crisis estructural cuya principal característica es la simultaneidad de las dificultades de funcionamiento en las instituciones responsables de la cohesión social.
La educación sistemática constituye, desde este punto de vista, uno de los lugares más importantes de esta pugna entre racionalidad y subjetividad. La organización de la acción educativa en un sistema institucional cuya finalidad principal consiste en preparar para la integración a la sociedad, ha sido una de las expresiones más representativas del principio de racionalidad. Para ello, ha sido fundamental enfatizar el aprendizaje de los aspectos universales, por encima de los particularismos y por encima de los sentimientos y las pasiones.
En el modelo educativo tradicional, los sentimientos y las pasiones sólo eran promovidos y permitidos en las áreas que jugaban un fuerte papel integrador (la nación, la patria o el partido). La socialización escolar, en consecuencia, estaba destinada a promover comportamientos ajustados a las exigencias de un sistema institucional basado en reglas impersonales y comunes a todos. Si bien este modelo suponía una ruptura con la socialización familiar, concebida como el reino del particularismo y de los sentimientos, su funcionamiento estaba orgánicamente articulado con la socialización familiar. La familia socializaba para el éxito escolar, en el sentido que ella era responsable de formar el núcleo básico de la personalidad, uno de cuyos componentes principales era precisamente, la preparación para el desempeño escolar.
Ahora bien, uno de los problemas más serios que enfrenta actualmente el proceso de formación de la personalidad es lo que podría llamarse el “déficit de socialización” que caracteriza a la sociedad actual. En este sentido, se vive un período en el cual las instituciones educativas tradicionales -la familia y la escuela- están perdiendo capacidad para transmitir valores y pautas culturales. Con respecto a la escuela, es bien sabido, que la cultura escolar se ha aislado significativamente de la cultura social y que frente al dinamismo del cambio social, la escuela ha permanecido relativamente estática e inmodificable. La pérdida de capacidad socializadora, sin embargo, no afecta solamente a la escuela, también la familia ha perdido capacidad para transmitir cultura y sistemas de valores.
Donde la modernización social ha promovido, entre otros fenómenos, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, la tendencia a reducir el número de hijos, el aumento de separaciones, hijos que viven solos o sólo con uno de sus padres.
En síntesis, el proceso de cambio en la familia se define por el cambio en la naturaleza de los vínculos de filiación y conyugalidad, mientras el primero mantiene su carácter indisociable por su naturaleza biológica, el segundo lo ha perdido, por su naturaleza social. La familia biológica no constituye hoy la única posibilidad de vínculo familiar, sino que se ha abierto el espacio para vínculos familiares más electivos, más psicológicos que biológicos.
Pero además de estos cambios en la composición y organización de la familia, también es evidente que la cultura ya admite grados muy importantes de diversidad y de elección en todo lo que tiene que ver con los estilos de vida. En este sentido, los adultos no asumen la socialización de las nuevas generaciones como la transmisión de un determinado y único sistema de valores. Existe mucho más margen para la elección, para la duda y para la construcción de identidades propias.
Pero
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