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Invasores cerebrales


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2012  •  Ensayo  •  1.112 Palabras (5 Páginas)  •  565 Visitas

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INVASORES CEREBRALES

¿Conque piensas que tú tomas tus decisiones, que a ti nadie te manipula, que tú buscas siempre tu propio bien? Esta conclusión está justificadísima: por ejemplo, ¿quién me obligó a mí a escribir este artículo? Nadie. Lo escribí porque me pareció lo mejor para mí, en vista de las circunstancias. Yo soy el arquitecto de mi propio destino, no faltaría más... o por lo menos así me parece.

El filósofo estadounidense Daniel Dennett demuestra de la siguiente manera que nuestras acciones no están necesariamente encaminadas a maximizar nuestro propio bien: imagínense que van por un prado y ven una hormiga que trepa por una brizna de hierba, llega a la punta y se cae; vuelve a trepar, y se cae, y vuelve a trepar... ¿Qué fin persigue esa hormiga? ¿Qué gana con ese comportamiento? "Nada", dice Dennett en una conferencia de la serie TED (www.ted.com). Resulta que la hormiga tiene en el cerebro un parásito llamado Dicrocoelium. "Un gusanito que invade el cerebro", dice Dennett:

Un parásito que tiene que llegar al estómago de una oveja o de una vaca para poder continuar su ciclo de vida. Los salmones nadan río arriba para desovar, mientras que los Dicrocoelium se agencian una hormiga, se le meten en el cerebro y la obligan a trepar por briznas de hierba, como si la hormiga fuera un vehículo todo terreno; de modo que para la hormiga no hay beneficio: su cerebro ha sido secuestrado por un parásito que lo infecta y le induce este comportamiento suicida. ¡Qué horror!

Retomando una idea original del biólogo inglés Richard Dawkins, Dennett se pregunta si no nos puede pasar lo mismo a las personas: ¿habrá invasores cerebrales que nos obliguen a actuar contra nuestro propio bien?

Claro que los hay: se llaman ideas y algunas nos pueden inducir comportamientos muy dañinos para nuestra supervivencia. Los pilotos de los aviones del 11 de septiembre y los miembros de la secta Heaven's Gate se suicidaron porque pensaban que un ente superior se los exigía (Alá en el caso de los pilotos, unos extraterrestres en el caso de los Heaven's Gate). Otras personas han muerto por sus creencias políticas, por su adhesión a una causa, por la libertad y otros conceptos abstractos. Por loables que sean estas ideas, Dennett nos invita a verlas como parásitos que pueden inducir un comportamiento suicida, es decir, un comportamiento que no favorece en nada nuestra conservación ni la de nuestra descendencia. Hay parásitos que esterilizan a sus hospederos. Hay ideas que hacen lo mismo: el voto de castidad es una idea esterilizante (siempre y cuando se cumpla estrictamente, claro).

En el libro El gen egoísta, publicado en 1976, Richard Dawkins alega que el motor de la evolución por selección natural no es la pugna de los individuos por sobrevivir y dejar descendencia, sino la pugna de sus genes por perpetuarse. Los genes de un individuo son como un consorcio cuyos miembros cooperan para transmitirse a la siguiente generación. Así, si los seres vivos individuales por lo general nos conducimos de tal manera que se maximice nuestra descendencia es porque, en cierta forma, el consorcio de nuestros genes nos usa como si fuéramos vehículos para llegar a la siguiente generación. Los genes operan como si sólo buscaran su propio bien, como si fueran "egoístas".

Dawkins

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