Jacinto Convit García.
Enviado por • 18 de Mayo de 2014 • 764 Palabras (4 Páginas) • 264 Visitas
Este pasado lunes 12 de mayo de 2014, a los 100 años de intensa vida al servicio de la gente, murió Jacinto Convit García.
“Siempre será recordado por su infatigable labor científica y los aportes que ha preservado para la salud de los pueblos del mundo y a su lucha contra el cáncer” señaló con tristeza nuestro Presidente Nicolás Maduro.
Convit ha sido un prototipo de la genialidad e investigación científica. Y es que todo aporte, todo descubrimiento, toda verdad develada tiene un componente de inteligencia e iluminación pero sobre todo tienen mucho de oficio, de dedicación amorosa a lo emprendido. Por ello su insistencia en la experimentación hasta encontrar que el cachicamo, nuestro característico mamífero suramericano, es propicio para preparar un cultivo óptimo como vacuna para la prevención y cura de enfermedades dermatológicas tropicales tales como la lepra y la leishmaniasis.
En los complejos vericuetos que intrincan el camino hacia el conocimiento podemos encontrarnos con procedimientos que dificultan el acceso al mismo: “toda solución genera una nueva pregunta que nos impulsa a continuar buscándole respuestas a los misterios de la vida”, solía decir Convit. Mas en este recorrido tras la pista de descubrimientos que contribuyan al vivir bien, es preciso romper el énfasis en la búsqueda individual del éxito como espacio exclusivo de profesionales de las ciencias para entender que el desarrollo cognitivo ha de centrarse en los intereses, necesidades y experiencias de la gente, si no, el ejercicio pensante no es más que un placer estéril.
Cada vez que utilicemos el pensamiento divergente –el cual incide en el alcance de las metas- invoquemos el respeto y el apego a principios de vida digna. La pasión no es alegórica. Ante el dolor humano la respuesta del trabajador no puede ser moderada. La ciencia habrá de estar siempre del lado del pueblo. Una de las frases más famosas del doctor Convit fue “cada vez que nos lancen una piedra, debemos devolverles una rosa. Porque el amor es el único antídoto contra el odio”.
La disciplina es clave, la reflexión sobre lo que hacemos genera conocimiento y para esta producción no hay día feriado. Convit supo hacer de la medicina un hábito: se construyó un horario para la investigación y protegió el tiempo para compartir con su familia y aportar junto a ella a la preservación de la naturaleza.
El trabajo remunerado debe ir a la par del voluntario. Hay que contribuir puntualmente con la cuota de sacrificio que nos exige el mundo anhelado. Ojalá podamos decir al fin de cada jornada que felizmente sentimos cansancio y que gustosamente nos exponemos al veredicto de la comunidad.
Ya vemos que a la hora de emprender cualquier trabajo hay que esforzarse mucho, aprender a mirar, para percibir augurios de felicidad y afirmar que la sociedad con la que soñamos, a cuya construcción dedicamos buena
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