LA BIBLIOTECA
Enviado por XasdertX • 16 de Agosto de 2012 • Tesis • 837 Palabras (4 Páginas) • 423 Visitas
LA BIBLIOTECA
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Recuerdo que aquel alba de junio me desperté gritando.
El corazón me batía en el pecho como si el alma quisiera abrirse camino y echar a correr escaleras abajo. Mi padre acudió azorado a mi habitación y me sostuvo en sus brazos, intentando calmarme.
Aquella fue la primera vez que me di cuenta de que mi padre envejecía y de que sus ojos, ojos de niebla y de pérdida, siempre miraban atrás. Se incorporó y descorrió las cortinas para dejar entrar la tibia luz del alba.
–Anda, Daniel, vístete. Quiero enseñarte algo –dijo mi padre.
– ¿Ahora? ¿A las cinco de la mañana?
–Hay cosas que sólo pueden verse entre tinieblas
–insinuó mi padre blandiendo una sonrisa enigmática.
Las calles aún languidecían entre tinieblas y serenos cuando salimos al portal. Las farolas de las Ramblas dibujaban una avenida de vapor, parpadeando al tiempo que la ciudad se desperezaba y se desprendía de su disfraz de acuarela. Al llegar a la calle Arco del Teatro nos aventuramos camino del Raval bajo la arcada que prometía una bóveda de bruma azul. Al fin, mi padre se detuvo frente a un portón de madera labrada ennegrecido por el tiempo y la humedad.
–Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie. Ni a tu amigo Tomás. A nadie.
Un hombrecillo con rasgos de ave rapaz y cabellera plateada nos abrió la puerta. Su mirada aguileña se posó en mí, impenetrable.
–Buenos días, Isaac. Este es mi hijo Daniel –anunció mi padre–. Pronto cumplirá once años, y algún día él se hará cargo de la tienda. Ya tiene edad de conocer este lugar.
Seguimos al guardián a través de aquel corredor palaciego y llegamos a una gran sala circular. Un laberinto de corredores y estanterías repletas de libros ascendía desde la base hasta la cúspide, dibujando una colmena tramada de túneles, escalinatas, plataformas y puentes que dejaban adivinar una gigantesca biblioteca de geometría imposible. Miré a mi padre, boquiabierto. Él me sonrió, guiñándome el ojo.
–Daniel bienvenido al Cementerio de los Libros
Olvidados. Este lugar es un misterio, un santuario.
Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo existe, o quiénes lo crearon. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien. Ahora sólo nos tiene a nosotros, Daniel. ¿Crees que vas a poder guardar este secreto?
Mi mirada se perdió en la inmensidad
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