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LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2014  •  3.074 Palabras (13 Páginas)  •  352 Visitas

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,hjg4. LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La filosofía de la ciencia aspira a explicar el proceso de evolución del conocimiento científico no sólo para ayudar a interpretar la historia de la ciencia, sino también para aportar criterios para que un científico tenga elementos en base a los cuales optar por adherirse a una u otra corriente de explicación científica. A su vez, la propia filosofía de la ciencia estudia los procesos de cambio de criterios y enfoques que se dan en las distintas áreas del conocimiento. Así, en su trayectoria a lo largo del presente siglo pueden diferenciarse al menos cuatro momentos sucesivos y distintos, cada uno de los cuales recoge al anterior en un marco explicativo más amplio: primero, el verificacionismo o positivismo lógico; segundo, el falsacionismo; tercero, la sucesión de paradigmas; y cuarto, los programas de investigación científica. Estudiaremos sucesivamente cada uno de estos momentos.

El verificacionismo o positivismo lógico

Para la escuela del positivismo lógico, identificada con el Círculo de Viena (35), lo que proporciona carácter científico a una proposición es que sea verificable a través de procedimientos de naturaleza empírica. De acuerdo con esta escuela, los conocimientos que no fueran susceptibles de pasar esta prueba no serían científicos y quedarían relegados al campo de la metafísica. Los representantes más destacados de esta corriente (Wittgenstein, Carnap, Schlick, Schumpeter, etc.) concebían la ciencia como sometida a una unidad de método (“monismo metodológico”) que habría de aplicarse con carácter uniforme, con independencia de cuál fuera su objeto de estudio (ciencias de la naturaleza o ciencias humanas o de la sociedad).

El positivismo lógico pronto empezó a ser objeto de críticas demoledoras. Así, por ejemplo, se ha puesto de manifiesto que el criterio de verificación positivista no es verificable en sí mismo, por lo que, de acuerdo con los principios de la propia escuela, carece de sentido y no es científico, sino que forma parte del campo de la “metafísica”. Es decir, el criterio positivista de verificación es, según el propio criterio, una afirmación universal a priori, sin ningún contacto con la realidad empírica. Además, el positivismo no tiene en cuenta que el hecho de “significar algo” no es empíricamente discernible de acuerdo con el criterio de verificación. Una proposición tiene sentido si es verificable, es decir, si los hechos que observamos son capaces de verificarla o no. Pero para poder apreciar si los hechos verifican o no una proposición, tenemos que dar previamente significado a los hechos que observamos, con lo cual estamos dando significado a algo antes de ver si ese algo tiene o no significado (todo ello de acuerdo con el propio principio positivista de la verificación). Y es que el hecho de tener o no sentido una afirmación es algo que no puede establecerse en relación con los hechos observables del mundo exterior, sino que es tan sólo un puro resultado del razonamiento humano. Es decir, todo acto de verificación presupone siempre un acto previo de la inteligencia, efectuado sin conexión alguna con el mundo exterior (36). Éstas y otras insuficiencias del positivismo lógico dieron lugar a la visión más amplia de Popper, que se denominó falsacionista y que estudiamos a continuación.

El falsacionismo

Para Popper no hay un único método de investigación científica. La contrastación de las hipótesis puede ser empírica o racional. Por otro lado, la unidad metodológica de la ciencia sólo sería de perspectiva, en el sentido de que debería comportar las notas de racionalidad, teoricidad, realismo y crítica. Para él, la probatura o verificación positiva de una proposición científica está condenada al fracaso. Lo que debe hacerse con una proposición científica es intentar “falsarla”, esto es, intentar establecer su inadecuación para con la realidad que debe explicar y los acontecimientos que ha predicho. En la medida en que los reiterados intentos de falsación de una proposición no tengan éxito, ésta se mantendrá por el investigador, pero sujeta siempre a nuevas pruebas, por lo que su aceptación comporta un elemento esencial de interinidad o provisionalidad. Siguiendo textualmente a Popper (37):

“El conocimiento, especialmente el conocimiento científico, progresa a través de anticipaciones injustificadas (e injustificables), de presunciones, de soluciones tentativas para nuestros problemas, de conjeturas. Estas conjeturas son controladas por la crítica, esto es, por intentos de refutaciones, entre los que se encuentran tests severamente críticos. Ellas pueden sobrevivir a estos tests, pero nunca pueden ser justificadas categóricamente: no se las puede establecer como indudablemente verdaderas, ni siquiera como “probables” (en el sentido del cálculo de probabilidades). La crítica de nuestras conjeturas es de importancia decisiva: al poner de manifiesto nuestros errores, nos hace comprender las dificultades del problema que estamos tratando de resolver. Es así como llegamos a adquirir un conocimiento más profundo de nuestro problema y a estar en condiciones de proponer soluciones más maduras: la misma refutación de una teoría -es decir de una solución tentativa seria para nuestro problema- es siempre un paso adelante que nos acerca a la verdad y es ésta la manera por la cual podemos aprender de nuestros errores.”

Aunque la postura de Popper es, sin duda, un significativo paso adelante en relación con la del positivismo lógico del Círculo de Viena, es sin embargo también vulnerable a algunas de las críticas efectuadas a las posturas ingenuamente verificacionistas. Así, por ejemplo, se puede argumentar que el propio criterio popperiano de demarcación no es, en sí mismo, falsable, con lo cual no deja de ser un criterio sin sentido científico de acuerdo con el propio criterio de demarcación popperiano. Además, el criterio popperiano tiene otras insuficiencias lógicas de importancia que es preciso considerar. De acuerdo con Popper, lo que da el carácter de “científico” a una afirmación es el hecho de que ésta sea “falsable” o no por el observador. Tomemos como ejemplo la proposición de que “todos los cisnes son blancos”. Uno puede falsar, pero no verificar, la afirmación de que “todos los cisnes son blancos” de acuerdo con el criterio de Popper; basta con que encontremos un cisne negro para que podamos considerar falsa la anterior afirmación, pero aunque todas nuestras observaciones sean de cisnes blancos, no podremos dar por verificada la misma. Sin embargo, desgraciadamente, podemos verificar, pero en forma alguna falsar, la proposición contraria a la anteriormente mencionada, es decir, la de

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