LA PRÁCTICA MÉDICA
Enviado por johndrs • 17 de Abril de 2014 • 395 Palabras (2 Páginas) • 233 Visitas
LA PRÁCTICA MÉDICA
Conviene a este respecto recordar a Heráclito de Éfeso, filósofo presocrático que
planteó la idea de los contrastes. Él afirmaba que “el bien no podría ser entendido si
no existiera el mal”.
Así, comenzaré señalando que sería injusto desconocer que la inmensa mayoría de
personas que trabajan en el área de salud: médicos, paramédicos, enfermeras, lo
hacen con un especial sentido de responsabilidad, profesionalismo y humanidad.
Durante mi vida he constatado, no solamente en el Ecuador, que el ejercicio de la
medicina constituye un sacrificio de situaciones personales, cumplido por personas
cuyos buenos sentimientos se expresan en muchos de sus actos.
Esa entrega se da sin tiempo ni horarios, sin someterse a la fatiga, frecuentemente
con recursos profesionales y equipamiento exiguos, a menudo haciendo gala de una
imaginación sin límites, todo para disminuir o superar el dolor y la enfermedad de
muchos, por lo general los más pobres.
Si de salud pública se trata, resulta admirable esa infatigable entereza de quienes
comparten aquello que se ha convertido en el lenguaje natural de hospitales y
dispensarios: lamentos, quejas y angustias diarios. Situaciones socialmente
inadmisibles, absurdo producto del consuetudinario desentendimiento del Estado por
los asuntos más relevantes de una sociedad, como son la salud y la educación.
Siempre he considerado que esa fortaleza interior de médicos y enfermeras que
laboran en esas condiciones debe relacionarse con su convicción de que el bienestar
público solo se consigue con la felicidad de cada uno.
Así es, estoy convencido, el ejercicio profesional más frecuente en medicina.
Por ello, me pareció pertinente partir con Heráclito de Éfeso y su concepción de los
contrastes, para destacar primero esa buena práctica médica que es la forma
habitual de actuar y, por contraposición, llegar a esos comportamientos
excepcionales, que configuran la mala práctica médica.
La mala práctica médica, existió siempre en la historia. Ya en el Código de
Hammurabi, uno de los primeros de la humanidad,se dice:
“Si un médico ha llevado a cabo una operación de importancia en un señor, con una
lanceta de bronce y ha causado la muerte de ese señor… se le amputará la mano”(1)
En mi opinión, encuentro que algunos casos de mala práctica médica tienen como
antecedente estas razones:
1. La falta de especialización del profesional para la tarea que realiza. Los
grandes avances de la medicina en los últimos años traen consigo la
necesidad de una permanente actualización. Esto siempre tiene costos
elevados. ¿Cómo puede actualizarse un médico cuyo salario apenas alcanza
para subsistir? Ahí surge la responsabilidad del Estado, pero también de los
centros de investigación, las instituciones de educación superior y quizá
igualmente de las empresas y laboratorios que incorporan nuevas medicinas,
equipos y técnicas. La falta de actualización médica puede conducir al error,
por eso se habla cada vez con mayor frecuencia de un “proletariado de
médicos” cuyas consecuencias en ciertos casos pueden ser desastrosas.
2. Otro aspecto tiene que ver con las distintas formas de mercantilización de
la medicina. El mundo actual, que prioriza cada vez más el tener que el ser,
conduce a ciertos profesionales, obnubilados por el éxito y la fortuna rápidos,
a desarrollar su actividad con un afán desmedido de lucro inmediato. Ellos
olvidan algo que considero sustancial en el ejercicio de las ciencias de la salud,
que es su sentido de humanidad. A menudo los pacientes encuentran que los
médicos que más curan son los que más escuchan, más atienden, más se
interesan en el otro.
Mencionaba este tema hace poco en un servicio de salud pública y un
profesional me señaló que le resultaba difícil dedicar tiempo suficiente a cada
caso que recibe, debido al inmenso número de pacientes que diariamente
deben atender en dichos servicios. No obstante, señalaba él mismo, quizá esa
falta de tiempo puede suplirse en algo por la intensidad emocional de la
relación médico‐paciente. Frecuentemente se escucha decir que no existen
enfermedades sino enfermos. En consecuencia, esa profunda sensibilidad
humana que cura a veces tanto como las medicinas, debe ser recuperada o
fortalecida.
3. Un asunto que no puede soslayarse, en esa encarnizada lucha por el éxito
económico fácil, se relaciona con otros comportamientos cuestionables:
profesionales que estimulan la realización de intervenciones innecesarias, que
fomentan la prolongación de la vida en seres clínicamente inviables u
orientan ciertos tratamientos hacia productos que les otorgan beneficios. Allí
encuentro algunas facetas de una mala práctica de la medicina. Este último
aspecto tiene relación con ciertas empresas farmacéuticas que estimulan la
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