LAS TENDENCIAS DISCIPLINARES DE LA MICROBIOLOGÍA
Enviado por julibotia • 10 de Marzo de 2013 • Informe • 660 Palabras (3 Páginas) • 323 Visitas
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CAPITULO III
Fuera, en el jardín, era la hora del recreo. Desnudos bajo el cálido sol de junio,seiscientos o setecientos niños y niñas corrían de acá para allá lanzando agudos chillidosy jugando a la pelota, o permanecían sentados silenciosamente, entre las matas floridas,en parejas o en grupos de tres. Los rosales estaban en flor, dos ruiseñores entonaban unsoliloquio en la espesura, y un cuco desafinaba un poco entre los tilos. El aire vibrabacon el zumbido de las abejas y los helicópteros.El director y los alumnos permanecieron algún tiempo contemplando a un grupo deniños que jugaban a la Pelota Centrífuga. Veinte de ellos formaban círculo alrededor deuna torre de acero cromado. Había que arrojar la pelota a una plataforma colocada en loalto de la torre; entonces la pelota caía por el interior de la misma hasta llegar a un discoque giraba velozmente, y salía disparada al exterior por una de las numerosas aberturas practicadas en la armazón de la torre. Y los niños debían atraparla.-Es curioso -musitó el director, cuando se apartaron del lugar-, es curioso pensar quehasta en los tiempos de Nuestro Ford la mayoría de los juegos se jugaban sin másaparatos que una o dos pelotas, unos pocos palos y a veces una red.Imaginen la locura que representa permitir que la gente se entregue a juegoscomplicados que en nada aumentan el consumo. Pura locura. Actualmente losInterventores no aprueban ningún nuevo juego, a menos que pueda demostrarse queexige cuando menos tantos aparatos como el más complicado de los juegos yaexistentes. -Se interrumpió espontáneamente-. He aquí un grupito encantador -dijo,señalando.En una breve extensión de césped, entre altos grupos de brezos mediterráneos, doschiquillos, un niño de unos siete años y una niña que quizá tendría un año más, jugaban-gravemente y con la atención concentrada de unos científicos empeñados en una labor de investigación- a un rudimentario juego sexual.-¡Encantador, encantador! -repitió el D.I.C., sentimentalmente.-Encantador -convinieron los muchachos, cortésmente.Pero su sonrisa tenía cierta expresión condescendiente: hacía muy poco tiempo quehabían abandonado aquellas diversiones infantiles, demasiado poco para poder contemplarlas sin cierto desprecio. ¿Encantador? No eran más que un par de chiquilloshaciendo el tonto; nada más. Chiquilladas.-Siempre pienso... -empezó el director en el mismo tono sensiblero.Pero lo interrumpió un llanto bastante agudo.
26De unos matorrales cercanos emergió una enfermera que llevaba cogido de la mano unniño que lloraba. Una niña, con expresión ansiosa, trotaba pisándole los talones.-¿Qué ocurre? -preguntó el director.La enfermera se encogió de hombros.-No tiene importancia -contestó-. Sólo que este chiquillo parece bastante reacio a unirseen el juego erótico corriente. Ya lo había observado dos o tres veces. Y ahora vuelve alas andadas.Empezó a llorar
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