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La Ciencia


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2012  •  1.247 Palabras (5 Páginas)  •  286 Visitas

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La ciencia moderna es principalmente egocéntrica o, si acaso, comunitaria. La más importante motivación de un científico, esa que l@ convence de trabajar largas horas, resolviendo complicadísimos problemas, es la importancia que tendrán sus descubrimientos y la admiración —y sana envidia— que ésta causará entre sus pares. Pero lo más común, lo que ocurre con la vasta mayoría de nosotros, es que no dispongamos de logros de ese tamaño. En esos casos optaremos por el pensamiento comunitario y defenderemos los logros de nuestros amigos, nuestros compañeros de universidad y, por último, de nuestros compatriotas. Y como en algunos países nos cuesta trabajo encontrar compatriotas con logros de ese tamaño, pues nos vemos obligados a buscarlos con mucho esmero. Déjenme presentarles un logro, mexicano, de a deveras.

El maíz no existe como una planta silvestre. ¿Qué planta que enseña su producto —multitud de granitos perfectamente alineados en multitud de filas por mazorca— tan abierta y abundantemente puede sobrevivir en lo salvaje? Y no ha sido fácil entender qué planta conocida —existente o extinta— pudo ser su progenitora. La explicación que creemos exitosa en la actualidad empieza en la primera mitad del siglo XX con la observación de un estudiante de la Universidad de Cornell (posteriormente premiado con un Nobel, aunque por otras razones), George W. Beadle, de que el teosinte y el maíz tienen cromosomas muy semejantes. Observación difícil de predecir porque el teosinte —que existe en la actualidad en numerosas formas distintas— es si acaso una yerba que en el mejor de los casos junta diez granitos escuálidos encerrados en una cáscara que habría que romper con un cascanueces. Es decir, nada recomendable para preparar esquites.

Pero los científicos son insistentes y para la última década del siglo pasado, John Doebley y sus colegas en la Universidad de Wisconsin, ya habían juntado todas las variedades de teosinte existentes en el mundo. Y habían analizado su ADN y lo habían comparado con el de las variedades de maíz para concluir que todas éstas últimas venían de un teosinte proveniente del valle del Balsas, en lo que actualmente es el estado de Guerrero. Y para estimar que la separación de estas dos especies ocurrió hace algo así como nueve mil años.

Lo cual era totalmente consistente con los descubrimientos anteriores de otros dos grupos notables de científicos. Unos encontraron en la región árida de San Marcos, en el valle de Tehuacán, evidencia del empleo hace alrededor de 5500 años de maíz domesticado. Los otros, en la cueva de Guilá Naquitz, muy cerca de Mitla en el valle de Oaxaca —en una región semiárida— evidencia del empleo de maíz domesticado setecientos años antes que lo hallado en Tehuacán. La conclusión clara, salvo la pelea entre poblanos y oaxaqueños por la prioridad del descubrimiento, es que la evidencia más antigua de la domesticación del maíz está en esa zona —el altiplano mexicano— y tiene por ahí de 6000 años de antigüedad.

Así, la historia iba en que el teosinte se domesticó para crear el maíz. Que el teosinte moderno más parecido al que se usó para obtener maíz es el del valle del Balsas. Y que los lugares con evidencia clara del empleo de maíz domesticado son los valles de Oaxaca y de Tehuacán. Desde luego quedaban algunas preguntas: ¿en dónde se domesticó el teosinte/maíz originalmente? ¿por qué se domesticó? Es decir, ¿cómo se le ocurrió a alguien que valía la pena esforzarse tanto por los doce granitos duros del teosinte? En los últimos años dos ideas han sido muy influyentes para proporcionar una explicación a estas preguntas. La primera es la que dice que el maíz se domesticó en regiones semiáridas del altiplano. Idea basada en las características de las zonas donde se

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