La ciencia politica en america latina
Enviado por Alex Bermudez • 13 de Agosto de 2015 • Documentos de Investigación • 2.941 Palabras (12 Páginas) • 325 Visitas
Autonomía y dependencia en la Ciencia Política1
Alejandro Uribe.
Departamento de Ciencia Política.
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas.
Universidad Nacional de Colombia.
Medellín, Colombia
auribez@unalmed.edu.co
0. INTRODUCCIÓN
El objetivo de esta comunicación es recalcar dos cosas. Por un lado, subrayar, de una manera muy sucinta, que la autonomía de la Ciencia Política es completamente defendible desde un punto de vista institucional. Y por el otro, insistir que si bien se ha avanzado en dicha autonomía, no sucede lo mismo en el ámbito intelectual puesto que la dependencia, o relación, de la Ciencia Política con otras disciplinas, en especial del seno de las Ciencias Sociales, en lo conceptual, teórico y/o metodológico es innegable e incluso necesaria. Para articular lo anterior, entonces, se realizará primero un breve recorrido histórico para ver que, opuesto a otras ciencias, la diferenciación del objeto de estudio de la Ciencia Política, camino tradicional para establecer su singularidad respecto a las otras disciplinas, es sumamente problemático y que es, por el contrario, la constante institucionalización de la disciplina, llevada mayoritariamente en la Universidad, lo que ha permitido dicha categorización. Para hacer esto último, a modo de ejemplo y para vincularlo a nuestro medio, se mostrará genéricamente el estado actual de la disciplina en nuestro país a partir de la información suministrada por las páginas web de los departamentos vinculados a la Asociación Colombiana de Ciencia Política (ACCPOL). Luego de esto, se presentará una breve conclusión.
1. ANTECEDENTES
Desde la Revolución científica del siglo XVII, luego del triunfo del método inductivo de raíz observacional frente al razonamiento deductivo ajeno de cualquier contrastación empírica, el conocimiento proveniente del seno de las ciencias naturales se erigió durante los siglos siguientes no sólo como el único producto cognoscitivo válido sino también como el modelo a seguir, tanto en los métodos como en las formas
1 Línea “La Discusión disciplinar”
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de validación, de otros saberes ávidos de emulación y de desarrollo. Entre ellos, la Ciencia Política.
Pero el proceso no se daría inmediatamente. Si se parte de la clásica distinción entre ciencia(s) social(es) y natural(es), es de subrayar que el inmenso bloque social conformado por la historia, la sociología, la economía y la ciencia política, estuvo rezagado con respecto a su contraparte en el ámbito natural. En efecto, el creciente avance de la anatomía luego de los estudios empíricos de Vesalio, el nuevo tratamiento que recibió el estudio sobre el movimiento gracias a los aportes teórico-experimentales de Galileo y el hito que marcó la dinámica de Newton en el ámbito científico e intelectual en el siglo XVII y XVIII, por sólo citar tres casos, ilustran el aumento exponencial que en general tuvieron las disciplinas denominadas genéricamente como naturales. Así, mientras se sofisticaban las técnicas y se establecía una dependencia cada vez mayor con la experimentación, el bloque natural se dividía exitosamente en subgrupos de acuerdo a sus objetos particulares de estudio al tiempo que definían tácita o explícitamente los límites y perspectivas de cada una de sus prácticas. Formalmente, nacían las diversas ciencias naturales. Por el contrario, el panorama en la otra orilla no era alentador al respecto ya que las prácticas subsidiarias de la ciencia social tendrían que esperar más.
Hasta el siglo XIX. En este siglo comienza la división. Antes de mantener la unión inicial, se aboga por la separación. ¿Por qué? Fuera del intento de emulación citado más arriba, una razón más es presentada por Wallerstein (1996). Según este autor, la ideología liberal y dominante del siglo XIX, sugería que el estado, el mercado y la sociedad eran tres entidades diferenciadas y no asuntos diversos con una matriz común. Por ello, había que diferenciar también el conocimiento. Especializar a las diversas ramas. Ciencia Política para el estudio del estado, Economía para el del mercado y Sociología para el de la sociedad. Se precisaban los núcleos de trabajo y con ello se lograba la autonomía entre las diversas disciplinas. Nacía la Ciencia Política.
2. AUTONOMÍA
En este punto, cabe entonces preguntarse lo siguiente. ¿Cuáles son los criterios para considerar autónoma a la Ciencia Política? La idea de Wallerstein es sugerente pero no suficiente. Intentemos encontrar más razones. Para ello, es preciso indagar primero por el estatus epistemológico de la Ciencia Política para tratar de dilucidar a
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partir de allí la legitimidad y viabilidad de su supuesta autonomía. ¿Cómo hacer esto? Comencemos por el nombre. Digamos porqué es ciencia la Ciencia Política y digamos cuál es su objeto de estudio, esto es, intentar precisar el concepto política.
2.1. ¿Por qué es ciencia?: Etimológicamente, ciencia denota saber. O más preciso: el saber. Pero esto no resuelve el asunto ya que el término saber, sin precisar, puede abarcar desde saberes populares y mágicos hasta los precisos y científicos. Éstos últimos son los que nos interesan. En términos generales, se acepta que un saber científico es aquel que está en capacidad, apoyado idealmente de un lenguaje matemático, de explicar, describir y predecir una serie de fenómenos. Una ciencia, entonces, es la que agrupa dicho saber, o mejor en plural, saberes. Pero aquí hay un problema. Cualquier intento de definición de la ciencia que no traspase el ámbito de las ciencias naturales y no se construya sin apelar necesariamente a la estructura interna de las mismas, será contraproducente a la hora de intentar definir la ciencia en la esfera social. Por un lado, son diferentes. Y por el otro, no es apropiado copiar ciegamente los métodos de las ciencias naturales al momento de examinar críticamente la realidad social ya que por principio son divergentes.
Por eso, citado por Stoker, la definición de Mackenzie me parece más adecuada (15). Según éste, en el caso concreto de la Ciencia Política, se hablaría de ciencia simplemente porque existe una tradición académica de estudio de la política que es transmitida de profesor a alumno a través del discurso y la escritura. Desde esta óptica, el término ciencia adquiere legitimidad no tanto por el papel explicativo, la capacidad heurística o el poder de predicción existente, sino porque desde sus inicios, hasta hoy en día, la Ciencia Política se ha configurado como una disciplina independiente en diversas facultades del mundo, ha desarrollado unos criterios académicos claros a la hora de validar sus contenidos (esto es coherencia, argumentación, apoyo en los datos, etc.) y ha elaborado, con sus ventajas y desventajas, una serie de enfoques propios, se ha apropiado de metodologías y ha perfeccionado una serie de herramientas analíticas acordes con sus intereses intelectuales. Por supuesto, no es una ciencia acabada y las antinomias internas aún persisten. Pero su poderosa tradición, en la academia y en la sociedad, le ha permitido continuar su desarrollo. Le ha permitido ser una ciencia.
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