La epilepsia se determina como un trastorno alterno del sistema nervioso
Enviado por Alo_Fraba • 12 de Febrero de 2017 • Ensayo • 3.481 Palabras (14 Páginas) • 250 Visitas
Introducción.
La epilepsia se determina como un trastorno alterno del sistema nervioso causado por ¨una descarga desmedida y desordenada del tejido nervioso cerebral sobre los músculos¨. Hughlings Jackson, el distinguido neurólogo inglés, afirmo esto en 1870 y la ectrofisiologia moderna no ofrece pruebas contradictorias. El trastorno produce una pérdida casi instantánea del conocimiento, alteraciones de la conciencia, trastornos de la función mental, movimientos convulsivos, desorden en las sensaciones o una combinación de varios.
La palabra convulsión se define a una crisis fuerte de contracciones musculares repetitivas involuntarias.
La palabra epilepsia se deriva del griego ¨apoderarse¨ o ¨ser presa de¨. [1] Los antepasados relacionaban a este trastorno como ¨cómo caer enfermo¨ o ¨ser poseídos por el demonio¨.
La interpretación que se ha hecho de estos signos anunciatorios ha variado según la época. Una de las interpretaciones que sigue manifestando influencia hasta nuestros días es aquella que se originó en los principios de era cristiana. Fue el periodo de éxtasis y los trances proféticos, considerados como formas de posesión. El paciente (¨la víctima¨) es presa del poder de algún ente sobrenatural, o es invadido por una fuerza fantasmagórica o divina, a la cual debe obedecer. Las manifestaciones de esta posesión iban desde la convulsión generalizada con pérdida de conciencia hasta un estado de inspiración extrema en el que el profeta recibía el mensaje divino. Con la expansión comercial de Roma, Persia y los pueblos árabes, las mitologías europeas se poblaron de nuevas deidades. Estos entes enriquecieron prodigiosamente la escatología de la iglesia católica y, como efecto colateral, llenaron al paciente epiléptico de demonios.
La manera en el que el hombre medieval combatía la epilepsia era, por una parte, racional, pero supersticiosa y por la otra, mágica y religiosa. La primera hacía uso de dietas, drogas, extractos de animales, amuletos, ritos relacionados con la luna. La segunda forma de intervención se centraba en la oración y el ayuno. Sin embargo, hasta es momento, la literatura médica estaba más llena de superstición que de magia y ello se reflejaba cómo la gente consideraba al paciente epiléptico.
Durante le Renacimiento había poca gente que dudaba de la existencia y del poder del demonio, quien personalizaba al enemigo de Dios. Pero todavía se discutían las formas de Satán y sus huestes actuaban sobre sus víctimas, y los médicos aún se preocupaban de hacer la distinción entre locura y epilepsia, ambas consideradas por algunos como formas de posesión. [2]
Justificación.
La epilepsia es un trastorno caracterizado por cambios crónicos, recurrentes y paroxísticos de la función neuronal producidos por anomalías en la actividad eléctrica cerebral. Es el trastorno neurológico más frecuente después de la cefalea y se calcula que afecta al 0,5-1,5% de la población. La epilepsia constituye uno de los ámbitos en los que la epidemiologia tiene un mayor campo de actuación, tanto en el pasado como en el futuro. [3] En el mundo existen aproximadamente de 50 millones de personas que padecen epilepsia, de las cuales cinco millones viven en América Latina.
La proporción estimada de la población general con epilepsia activa (es decir, ataques continuos o necesidad de tratamiento) en algún momento dado oscila entre 4 y 10 por 1000 personas. Sin embargo, algunos estudios realizados en países de ingresos bajos y medianos sugieren una proporción mucho mayor, entre 7 y 14 por 1000 personas. Según estimaciones, se diagnostican anualmente unos 2,4 millones de casos de epilepsia. En los países de altos ingresos, los nuevos casos registrados cada año entre la población general oscilan entre 30 y 50 por 100 000 personas. En los países de ingresos bajos y medianos esa cifra puede ser hasta dos veces más alta. Esto se debe probablemente al mayor riesgo de enfermedades endémicas tales como el paludismo o la neurocisticercosis; la mayor incidencia de traumatismos relacionados con accidentes de tránsito; traumatismos derivados del parto; y variaciones en la infraestructura médica, la disponibilidad de programas de salud preventiva y la atención accesible. Casi el 80% de las personas epilépticas viven en países de ingresos bajos y medianos.
En México se estima que entre el 1.8% y 2% de la población presenta epilepsia, lo cual representa más de un millón de pacientes y al menos el 76% de estos casos inicia con crisis en la adolescencia.[4]
En México, la prevalencia en los centros del Programa Prioritario de Epilepsia (PPE) es de 11-15/1000 (11.4 a 20.3/1000)(PPE, 2004). De tal manera, se calcula que en nuestro país el número de pacientes con epilepsia es de alrededor de 1.5 millones. En el IMSS para el 2002, la epilepsia ocupaba el lugar número 17 de la consulta de Medicina Familiar y el lugar número 13 de la consulta de Neurología. En los países subdesarrollados desgraciadamente el 80% de los pacientes no reciben tratamiento o reciben tratamiento inadecuado. Latinoamérica consume el 7% de los FAE del mundo.[5]
Marco Teórico.
Las epilepsias de acuerdo a la Liga Internacional contra la Epilepsia, se define como una enfermedad cerebral cuando ocurren al menos dos crisis convulsivas no provocadas con espacio de 24 horas entre cada una. Las crisis epilépticas son alteraciones involuntarias y limitadas en tiempo, manifestadas en cambios en la actividad motora o de la conciencia donde predomina la actividad eléctrica anormal.
Las epilepsias forman trastornos de la función neuronal representados en crisis de episodios limitados causadas por descargas anormales de un grupo de neuronas.
La epilepsia ausencia juvenil (EAJ) es un tipo de epilepsia generalizada idiopática, esto quiere decir que significa de irrupción espontánea o de causa desconocida, que se caracteriza por la presencia de crisis de ausencias (CA) que comienza en la adolescencia, EEG (electroencefalograma) típico de punta-onda generalizada, y puede acompañarse de mioclónias y crisis de ausencia. El pronóstico a largo plazo es incierto. Afecta por igual a ambos sexos. El electro encefalograma (EEG) del intervalo de tiempo comprendido entre dos crisis epilépticas presenta descargas de punta-onda 3 Hz con respuesta afirmativa al medicamento.
...