La fórmula general del capital
Enviado por Ines2690 • 15 de Julio de 2014 • Ensayo • 3.572 Palabras (15 Páginas) • 595 Visitas
La fórmula general del capital; La circulación de mercancías es el punto de arranque del capital. La producción de mercancías y su circulación desarrollada, o sea, el comercio, forman las premisas históricas en que surge el capital. La biografía moderna del capital comienza en el siglo XVI, con el comercio y el mercado mundiales. Pues bien; este resultado final de la circulación de mercancías es la forma inicial en que se presenta el capital. Históricamente, el capital empieza enfrentándose en todas partes con la propiedad inmueble en forma de dinero, bajo la forma de patrimonio – dinero, de capital comercial y de capital usurario. Sin embargo, no hace falta remontarse a la historia de los orígenes del capital para encontrarse con el dinero como su forma o manifestación inicial. Esta historia se repite diariamente ante nuestros ojos. Todo capital nuevo comienza pisando la escena, es decir, el mercado, sea el mercado de mercancías, el de trabajo o el de dinero, bajo la forma de dinero, dinero que, a través de determinados procesos, tiende a convertirse en capital. La forma directa de la circulación de mercancías es M – D – M, o sea, transformación de la mercancía en dinero y de éste nuevamente en mercancía: vender para comprar. Pero, al lado de esta forma, nos encontramos con otra, específicamente distinta de ella, con la forma D – M – D, o sea, transformación del dinero en mercancía y de ésta nuevamente en dinero: comprar para vender.
El dinero que gira con arreglo a esta forma de circulación es el que se transforma en capital, llega a ser capital y lo es ya por su destino. Examinemos más de cerca la circulación D – M – D. Este ciclo recorre, al igual que la circulación simple de mercancías, dos fases contrapuestas. En la primera fase, D – M o compra, el dinero se convierte en mercancía. En la segunda fase, M – D o venta, la mercancía se convierte nuevamente en dinero. Pero ambas fases, unidas, forman el proceso total, en el que se cambia dinero por mercancía y esta misma mercancía nuevamente por dinero: o lo que es lo mismo, en el que se compra una mercancía para venderla, o, si queremos pasar por alto las diferencias formales de compra y venta, en el que se compran mercancías con dinero y dinero con mercancías. El resultado en que desemboca todo este proceso es el intercambio de dinero por dinero, D–D. Sí compro 2,000 libras de algodón por 100 libras esterlinas y las vuelvo a vender por 110, no habré hecho, en último resultado, más que cambiar 100 por 110 libras esterlinas, es decir, dinero por dinero.
Se observa, ante todo, qué es lo que tienen de común entre sí ambas formas. Ambos ciclos se desdoblan en las mismas dos fases contrapuestas, M – D, venta, y D – M, compra. En cada una de estas dos fases, se enfrentan los mismos dos elementos materiales, mercancía y dinero, y dos personas revestidas con los mismos papeles económicos, un comprador y un vendedor. Ambos ciclos representan la unidad de las mismas fases contrapuestas, y en ambos se opera esta unidad por la actuación de tres contratantes: uno que no hace más que vender, otro que se limita a comprar y un tercero que desempeña alternativamente los papeles de comprador y vendedor.
Hay algo, sin embargo, que distingue desde luego ambos ciclos, M. – D – M y D – M – D, y es el orden inverso en que se desarrollan las mismas fases contrapuestas del proceso de circulación. La circulación simple de mercancías comienza con la venta y acaba con la compra: la circulación del dinero en función de capital comienza con la compra y acaba con la venta. Allí, el punto de arranque y la meta final del movimiento es la mercancía; aquí, el dinero. En la primera forma es el dinero, en la segunda, la mercancía, lo que sirve de agente mediador del proceso total.
En la circulación M – D – M, el dinero acaba siempre convirtiéndose en una mercancía, empleada como valor de uso. Por tanto, aquí, el dinero se gasta definitivamente. En cambio, en la forma opuesta, D – M – D, el comprador sólo desembolsa dinero para volver a embolsarlo como vendedor. Al comprar la mercancía, lanza a la circulación dinero, para volver a retirarlo de ella vendiendo la mercancía que compró. Sólo se desprende del dinero con la intención premeditada de volver a apoderarse de él. No hace, por tanto, más que adelantarlo. En la forma M – D – M, la misma pieza de dinero cambia de sitio dos veces. El vendedor la recibe de manos del comprador, para entregarla enseguida a otro vendedor. El proceso total, que comienza recibiendo dinero por mercancía, termina entregando por mercancía dinero. Al revés de lo que ocurre en la forma D – M – D. Aquí, no es la misma pieza de dinero, sino la misma mercancía la que cambia dos veces de mano. El comprador la recibe de manos del vendedor, para ponerla enseguida en manos de otro comprador. Y así como en la circulación simple de mercancías al cambiar dos veces de sitio la misma pieza de dinero, ésta pasa definitivamente de una mano a otra, aquí, al cambiar dos veces de sitio la misma mercancía, el dinero refluye a su punto de partida inicial.
En cuanto a las contradicciones de la formula general podemos acotar que; en que el dinero sale de la crisálida convertido en capital contradice a todas las leyes que dejamos expuestas acerca de la naturaleza de la mercancía, del valor, del dinero y de la propia circulación. Lo que distingue a esta forma de la circulación simple de mercancías es la serie inversa en que se desarrollan los dos procesos antagónicos, que son los mismos en ambos casos: la venta y la compra. ¿Cómo se explica que esta diferencia puramente formal haga cambiar como por encanto el carácter de estos procesos?
Además, esta inversión sólo existe para una de las tres partes que intervienen en el trato. El capitalista compra la mercancía a A y la revende a B; en cambio, el poseedor simple de mercancías vende su mercancía a B, para luego comprar otra a A. Para los contratantes A y B, esta diferencia a que nos referimos no existe. Ellos sólo actúan como comprador y vendedor de mercancías, respectivamente. A su vez, el tercero se enfrenta con ellos, según los casos, como simple poseedor de dinero o como poseedor de mercancías, como comprador o vendedor; unas veces, este tercero es respecto a uno de los contratantes un simple comprador y respecto al otro un simple vendedor, para el uno dinero y para el otro mercancía, y para ninguno de los dos capital o capitalista; es decir, representante de algo superior al dinero o a la mercancía y capaz de producir efectos distintos a los de la mercancía o a los del dinero. Para este tercero, el hecho de comprar a A y de vender a B son dos fases lógicas de un mismo proceso. Pero entre estos dos actos sólo para él existe una ilación lógica. A no se preocupa en lo más mínimo de su transacción
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