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La presion en las profundidades


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2014  •  Trabajo  •  2.730 Palabras (11 Páginas)  •  437 Visitas

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LA PRESION EN LAS PROFUNDIDADES

Las caracteristicas de los seres marinos en las diferentes profundidades

En los océanos, la presión que ejerce la atmósfera aumenta en razón de una atmósfera por cada 10 metros de profundidad. Esto supone, como es natural, la existencia de enormes presiones, que llegan a sobrepasar las 1 000 atmósferas en las mayores profundidades oceánicas, que son de 11 000 metros.

La profundidad media de los océanos es de 4 000 metros y está sometida, por lo tanto, a una presión de 400 atmósferas. La presión hasta la que se han encontrado la mayor cantidad de organismos

marinos es de 600 atmósferas, es decir, a los 6 000 metros de profundidad, ya que en los fondos mayores, hasta los 11 000 metros, la cantidad disminuye y se localizan principalmente algunos invertebrados y bacterias.

Se había considerado que a tales profundidades no se podía encontrar vida, ya que las presiones, al ser muy grandes, tenderían a aplastar a los organismos, además, no permitirían la existencia de gases disueltos por lo que se dificultaría la respiración al faltar el oxígeno. Sin embargo, conforme se avanzó en el diseño de aparatos para estudios de oceanografía y se pudieron obtener muestras a más de 5 000 metros de profundidad, se fueron desvaneciendo tan erróneas creencias, ya que fueron llegando a las manos de los biólogos investigadores extrañas criaturas de las más raras contexturas, y éstos empezaron a contestarse las preguntas que se habían planteado: ¿qué mundo maravilloso encerrarán los abismos oceánicos?, ¿cómo serán los seres vivos de tales profundidades?

Cuando los ingeniosos aparejos de pesca científica traían muestras de este inquietante mundo con apariencia fantasmal, todo un universo desconocido y fantástico aparecía ante sus ojos; peces de formas aberrantes, cangrejos extraordinarios, pólipos bellísimos, seres animados de arcaica estructura semejantes a los que vivieron en otras épocas de la historia de la Tierra, y cuyos vestigios fosilizados han llegado hasta la actualidad para goce de científicos y estudiosos.

Por ejemplo, entre los años de 1950 y 1952, cuando se realizó la expedición del Galathea, barco de investigación oceanográfica de la Real Marina Danesa, fueron colectados en las profundas fosas oceánicas del Pacífico, en la costa oriental de Filipinas, anémonas de mar, holotunas o cohombros de mar, bivalvos y poliquetos, a profundidades de más o menos 10 000 metros.

El oceanógrafo suizo Jacques Piccard y el estadunidense Don Walsch, en la fosa Challenger localizada al este de las islas Marianas, observaron desde el batiscafo Trieste, un pez plano de 30 centímetros de longitud y un pequeño camarón rojo a casi 11 000 metros de profundidad, lo que ha venido a demostrar que algunos organismos marinos presentan capacidad para adaptarse a las grandes presiones que se producen en estas profundidades.

Estos hallazgos sobre el vivir submarino fueron un estímulo para que los naturalistas se dedicasen con mayor ahínco al estudio de todos los abismos del océano, y encontraron que las enormes presiones que se presentan en estas profundidades están perfectamente compensadas por la existencia de iguales presiones en los fluidos oceánicos de los seres marinos que viven en ellas, lo que permite un equilibrio al igualarse la presión del medio ambiente y la del medio interno del organismo.

Uno de los problemas que se les presenta a los seres vivos que habitan en estas profundidades es que algunas especies necesitan realizar migraciones o desplazamientos verticales, para llevar a cabo sus funciones o defenderse, por lo que tienen que adecuar la presión de su medio interno a la existencia en los diferentes niveles del océano a que se trasladen. Muchas especies hacen este tipo de migraciones recorriendo hasta 400 metros, lo que equivale a soportar cambios hasta de 40 atmósferas.

Varios son los peces de los abismos que a diario, generalmente por la noche, ascienden hasta la superficie, y aunque se ignora el tiempo que tardan en realizar la ascensión, es indudable que no ha de ser mucho, y que pueden ir adecuando su presión poco a poco.

Cuando la ballena es arponeada, desciende rápidamente hasta 800 metros de profundidad tratando de escapar y, después, si lo logra, sube nuevamente a la superficie para poder respirar.

Estos organismos poseen un mecanismo especial de compensación muy rápido que les permite hacer los cambios sin sufrir las consecuencias que puedan traer las variaciones rápidas de presión en el mar. Basta pensar, para reconocer la velocidad de este mecanismo, que cuando el hombre desciende con escafandras de buzo a profundidades de menos de un centenar de metros, precisa realizar una ascensión muy lenta, con frecuentes y prolongados periodos de descompensación, ¡y se trata de presiones que no llegan a 10 atmósferas!.

Algunos peces que viven en aguas someras y que cambian con alguna frecuencia y rapidez de profundidad dentro de límites no muy grandes presentan transformaciones mínimas en su estructura, conservando el cuerpo su forma pisciforme típica en los buenos nadadores, como es el caso de la merluza y el bacalao, o formando una cubierta protectora del cuerpo para poder esconderse entre las piedras de los fondos, como el mero.

Los peces están dotados de un órgano hidrostático, la vejiga natatoria, que les sirve para equilibrar la presión y para flotar. El pez, cuando necesita subir o bajar en el seno del agua, contrae o dilata la vejiga natatoria, lo que le permite tener mayor o menor flotación y realizar sus movimientos de ascenso y descenso sin utilizar sus órganos locomotores. Al mismo tiempo, como la presión aumenta o disminuye, esta vejiga absorbe las diferencias de presión externa, compensando la presión interna del animal.

Si un pez que es capturado sube rápidamente a la superficie, se observa la acción que la vejiga natatoria ejerce sobre la presión del agua, ya que ésta no tiene tiempo de acomodarse a la disminución de la presión, por lo que se dilata extraordinariamente comprimiendo las otras vísceras del pez, y hace que su esófago y estómago salgan por la boca y que el contenido estomacal sea expulsado por ella.

Cuando los pescadores quieren mantener vivo uno de estos peces de profundidad, inmediatamente después de sacarlo le pican un costado con una aguja hipodérmica gruesa, para facilitar la salida de los gases de la vejiga, y es común que los peces así tratados puedan seguir viviendo para cultivarlos; esto se hace en las Canarias con los peces llamados corvinas.

Los peces que tienen su esqueleto formado de cartílago ocupan diferentes profundidades en el océano y muestran la tendencia a aplanar su cuerpo; sin embargo, este proceso no se ha realizado bruscamente sino

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