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Lengua y diversidad Linguistica


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2018  •  Ensayo  •  2.272 Palabras (10 Páginas)  •  227 Visitas

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL[pic 1][pic 2]

UNIDAD 201 OAXACA

MAESTRÍA EN SOCIOLINGÜÍSTICA

 DE LA EDUCACIÓN BÁSICA Y BILINGÜE

LENGUAJE I

EJE TEMÁTICO 2. LENGUA Y DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA

ENSAYO: LA DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA, UN ASUNTO DE TODOS

ALUMNO: URIEL JOVANI RUIZ RIVERA

ASESORAS

MTRA. VERONICA MARTÍNEZ SANTIAGO

DRA. ALMA ISELA TRUJILLO TAMEZ

17 DE DICIEMBRE DE 2016

INTRODUCCIÓN

La diversidad lingüística que se pone de manifiesto en nuestros días está siendo acribillada por una gran cantidad de la población que cree que algunas lenguas valen menos y que no tienen utilidad alguna, que solamente han servido como un referente histórico. Sin embargo, es necesario hacer una revisión de lo que ha estado pasando para repensar estas ideas despectivas, en donde nos demos cuenta que no es que tenga que existir una estandarización entre los hablantes, sino de apreciar esa enorme diversificación que hoy se está viendo como una situación crítica por los constantes cambios sociales.

Por lo tanto, a continuación, se da muestra de algunas situaciones que ponen de manifiesto el estado actual de dicha diversidad lingüística en la que podríamos sentarnos a pensar qué estamos haciendo y qué podemos cambiar para que de algún modo la lengua cobre de nuevo un valor tal cual fue en épocas anteriores.

DESARROLLO

Es muy común aceptar diferentes términos para referirse a una lengua, sin ser conscientes del efecto que tenga en la comunidad hablante, es tan habitual calificar una lengua de cualquier manera, aunque en su mayoría se hace en un sentido peyorativo, de sobreponer a un “idioma” sobre un “dialecto”, y lo entrecomillo porque precisamente a esas palabras se le han aludido tal significado, que maquilla y ostenta a una lengua de otra, donde una vale más porque es la lengua oficial de una nación con respecto a las que tienen un número de hablantes muy reducido.

Desafortunadamente esto es lo que está pasando, no lo podemos ver claramente, se matizan estos hechos con discursos políticos, donde nos dicen que todo va bien, que se está haciendo lo posible para recuperar las lenguas indígenas, que hay tal programa para promoverlas o cuidarlas y se nos muestra a nivel mundial como un país con una enorme riqueza lingüística y cultural, una máscara que nos tiene atados como un destino turístico para admirar el folclor y las tradiciones de cada rincón de nuestra nación.

Uno de estos destinos culturales es nuestro estado de Oaxaca, donde no todo es Guelaguetza, la cual se vende como “la máxima fiesta de los oaxaqueños” y donde precisamente los asistentes pueden ser testigos de una mínima muestra de la diversidad lingüística cuando cada delegación hace su presentación en los micrófonos para dar un mensaje en una lengua indígena, en ese momento todo es regocijo y aplausos. Pero esta situación se da a un nivel superficial, lo que ha sido aprovechado en un sentido económico.

México es uno de los 10 países con más diversidad lingüística del mundo, pero la realidad en la que se encuentran las lenguas es muy contrastante a lo que se proyecta. Precisamente, desde la llegada de los españoles, hace ya más de 500 años, la gran diversidad lingüística se ha ido desplazando hasta el grado de estar arrinconada, antes de la invasión española había más de 500 lenguas en México, y solamente durante el periodo colonial se perdieron 143, esta ola de agresión se ha ido expandiendo hasta nuestros días.

El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) advierte que de las 364 variantes que existen, 185 están en riesgo no inmediato de extinción, 72 en peligro mediano y 43 en riesgo alto, es decir, que menos de mil hablantes o menos del 10% de niños menores de 14 años hablan la lengua. Los hablantes supervivientes tienen una edad de promedio de 70 años.[1]

Estas cifras son realmente alarmantes, preocupa darse cuenta que a pesar de ser un país con esa gran diversidad lingüística que nos caracteriza, se minimice la situación o pase desapercibida. No hay en lo absoluto una voluntad política ni social, cuando este asunto es de todos, no sólo de los hablantes propios de una lengua en particular, ni del gobierno, nos emana a todos los ciudadanos que de algún modo hemos sido responsables en cierta medida de lo que está ocurriendo con las lenguas.

Nosotros, los que hablamos el vocabulario estándar, los que vemos mal a alguien que se expresa inapropiadamente, que utiliza palabras “extrañas” a las que normalmente se utilizan, los que hacemos gestos de desprecio e indiferencia cuando en la calle pasan indígenas hablando mixteco, zapoteco, entre otros, porque ellos si tienen una lengua propia, que les da una verdadera identidad y que han luchado ante una sociedad que discrimina por el simple hecho de vestir y hablar diferente. Preferimos extender la mano de ayuda a un turista extranjero que a un paisano nuestro. En dónde queda nuestro valor civil, los que verdaderamente estamos depreciados somos nosotros, esta sociedad que cada vez está más opacada por los malos actos hacia la lengua.

Somos nosotros los responsables, porque no hay nadie más, porque en algún momento lo hemos hecho o por lo menos pensado, nadie está exento de las agresiones que se le han hecho a la lengua. No se trata de una situación minimizada, es más bien, un foco rojo que cada vez convulsiona más. En ese sentido, cabe destacar la idea que expresa López (1989), se ha ido desarrollando una mentalidad o actitud diglósica, en contra de las lenguas y culturas indígenas, incluso se ha llegado a casos angustiantes de autonegación y de vergüenza étnica e idiomática hasta el grado de borrar todo rasgo indígena.

Así como Bernardez (2001) lo plantea, “¿De quién es la lengua? De quien la habla, no de una institución artificial, anticuada e innecesaria que actúa con criterios escasamente científicos”. Aunque, en muchas ocasiones nos vemos enclaustrados por la duda de cómo se dice una palabra, se debate entre los mismos hablantes la forma correcta, es aquí donde si cabe aludir a una normalización de la lengua, para que todos los integrantes puedan ser partícipes de los eventos sociales, esto a su vez modera el uso y hace que la comunicación pueda fluir sin contradicciones.  Y así, como el mismo autor lo menciona más adelante “Lo que se es hablar mal, hablar bien, es saber o no saber usar la lengua adecuada a cada situación, a cada contexto, a cada interlocutor”, porque lo que realmente existe son los hablantes y ellos son los que determinan la norma y el estándar.

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