Los Pulmones
Enviado por anamuu • 11 de Junio de 2012 • 1.679 Palabras (7 Páginas) • 764 Visitas
Los pulmones nos permiten respirar, hablar, gritar, cantar, llorar y mucho más. Los pulmones trabajan junto con el cerebro para ayudar a inhalar y exhalar más cantidad de aire cuando se requiere, como cuando se hace ejercicio, sin que siquiera se tenga que pensar y coordinar.
Los pulmones se encuentran en el tórax y son tan grandes que ocupan la mayor parte del espacio disponible. Son dos pulmones, pero no son del mismo tamaño, el pulmón de la parte izquierda de tu cuerpo es un poco más pequeño que el de la derecha, para dar cabida al corazón.
Están protegidos por la caja torácica, formada por 12 pares de costillas. Éstas están conectadas a la columna en la espalda y rodean a los pulmones para mantenerlos seguros. Por debajo de los pulmones está el diafragma, un músculo en forma de bóveda que trabaja con tus pulmones para permitirte inhalar (inspirar) y exhalar (espirar) aire.
Un vistazo al interior de los pulmones
Vistos de fuera, los pulmones son rosados y algo blandos, como una esponja. ¡Pero el interior contiene lo realmente importante de los pulmones! Al final de la tráquea, hay dos grandes conductos llamados bronquios primarios. Uno se dirige hacia la izquierda y entra en el pulmón izquierdo, mientras que el otro se dirige hacia la derecha y entra al pulmón derecho. Cada bronquio primario se ramifica en otros conductos o bronquios, que van haciéndose cada vez más pequeños como si fueran las ramas de un gran árbol. Los conductos más pequeños se llaman bronquiolos y hay unos 30.000 en cada pulmón. Cada bronquiolo tiene aproximadamente el mismo grosor que un cabello.
Al final de cada bronquiolo hay un área especial que lleva a unos grupos de sacos de aire muy pequeños llamados alvéolos. Hay unos 600 millones de alvéolos en tus pulmones y si los pusieras todos juntos, cubrirían una pista de tenis completa. ¡Son muchos alvéolos! Cada alvéolo está cubierto por una especie de malla de vasos sanguíneos muy pequeños, llamados capilares. Estos capilares son tan pequeños que las células sanguíneas necesitan ponerse en fila para poder atravesarlos.
La inhalación
Cada vez que se inhala el aire, docenas de partes del cuerpo trabajan para ayudar a obtener ese aire sin siquiera pensarlo.
Al inspirar tu diafragma se contrae y se aplana. Esto permite que baje, para que tus pulmones tengan más espacio para hacerse más grandes mientras se llenan de aire. Y el diafragma no es la única parte que proporciona el espacio que necesitan a los pulmones. Tus músculos de las costillas se tensan y hacen que las costillas se muevan hacia arriba y hacia fuera para dar más espacio a los pulmones.
Al mismo tiempo, inhalas aire por la boca y la nariz y el aire baja por la tráquea. Al bajar por la tráquea, unos pelos muy pequeños llamados cilios se mueven suavemente para mantener la mucosidad y la suciedad fuera de los pulmones. El aire pasa luego por una serie de ramificaciones en los pulmones, a través de los bronquios y los bronquiolos. El aire finalmente termina en los 600 millones de alvéolos. A medida que estos millones de alvéolos se llenan de aire, los pulmones se hacen más grandes.
Los alvéolos son los que permiten que el oxígeno del aire pase a tu sangre. Todas las células del cuerpo necesitan oxígeno cada minuto del día. El oxígeno atraviesa las paredes de cada alvéolo y llega a los capilares pequeños que lo circundan. El oxígeno entra en la sangre de los capilares pequeños y es transportado por los glóbulos rojos y viaja por capas de vasos sanguíneos hasta llegar al corazón. El corazón envía luego la sangre oxigenada (llena de oxígeno) a todas las células del organismo.
Exhalar
Cuando es hora de exhalar (espirar), todo se invierte, el diafragma se relaja y se mueve hacia arriba, expulsando el aire de los pulmones. Los músculos de las costillas se relajan y las costillas se mueven hacia adentro, creando un espacio más pequeño en el tórax.
A estas alturas las células ya han usado todo el oxígeno que se necesita y la sangre está transportando dióxido de carbono y otros desechos que deben abandonar el cuerpo. La sangre regresa a través de los capilares y los desechos entran en los alvéolos. Luego se expulsan en el orden contrario a como entraron: el aire pasa por los bronquiolos, sale de los bronquios, hacia la tráquea y finalmente sale por la boca y la nariz.
El aire que se expulsa no sólo contiene desechos y dióxido de carbono, sino que también es tibio. Cuando el aire viaja por el cuerpo, va recogiendo calor por el camino. Se puede sentir este calor si se pone la mano frente a la boca cuando se espira.
Con todo este movimiento, los pulmones
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