Maxwell
Enviado por ajtm • 22 de Junio de 2015 • Tesis • 1.282 Palabras (6 Páginas) • 179 Visitas
¿Cuántas veces no hemos escuchado decir por ahí que “la necesidad es la madre del ingenio”? cuántos científicos brillantes y célebres de la historia nos dejaron su mayor legado gracias a la urgencia de resolver algún problema , por la urgencia de sabiduría o por simple curiosidad ante los enigmas que la vida misma nos concede? Y es que, precisamente, una condición especial que emerge de la facultad humana, es sin duda el carácter investigativo; la necesidad de indagar, de desentrañar, de descubrir la realidad está presente en todo ser como parte constitutiva. Pareciera que otorgarle sentido y respuestas a las incertidumbres que nos invaden en determinados momentos constituyen un reto, una exigencia y hasta una obligación presidida por el hecho mismo de conocer.
Hablar de investigación prefigura esa idea, pero al mismo tiempo impone una “rigurosidad” materializada en los aspectos formales propios de la dimensión del fenómeno objeto de estudio, lo que supone una distinción entre el conocimiento científico, racional y el saber vulgar; distinción ésta que ha sido sinónimo de interminables disputas y controversias.
Visto de esta manera, no se trata de hacer investigación en el vacío o de investigar por investigar con el mero propósito de cumplir un requisito académico, sino más bien con un sentido encaminado hacia el bien común y la labor social. Se trata de asumir con responsabilidad y ética el compromiso de nuestra función en la sociedad, de manera que podamos contribuir (aunque no sea en proporciones dimensionales) con una sociedad mejor. No puede pensarse con una mente mediocre en que “no se descubrirá el agua tibia” sino todo lo contrario, porque somos seres humanos capaces de producir conocimiento útil y valioso.
De este modo, las exigencias del siglo XXI, dados los acelerados cambios en las diversas áreas económicas, sociales, políticas, tecnológicas e informáticas han requerido una redimensión de esta realidad, más cuando el hombre se torna eje central en los procesos de transformación social. Pese a ello, dentro de las ciencias siempre se ha notado que continúa existiendo “el espíritu” de generar más y mejores investigaciones para resignificar el papel del ser humano en la sociedad, a la vez de garantizar la construcción de un sujeto distinto, un sujeto consustanciado con su entorno, con los distintos actores del quehacer social , involucrado en solventar las necesidades que se plantean en su comunidad, pero desde una actuación ajustada al conocimiento, a los valores y a las nociones éticas, que contribuya directa e indirectamente al mejoramiento de la calidad de vida de sus congéneres, que se identifique con su pueblo y que, al mismo tiempo, se dignifique y enorgullezca de sus raíces.
En este sentido, muchos han sido los investigadores que han dejado especial huella en la humanidad, por cuanto se esforzaron incansablemente para que con sus trabajos pudiésemos explicar y comprender mejor la naturaleza humana; tal es el caso de J.C. Maxwell, quien gracias a sus hallazgos pudo demostrar que la electricidad, el magnetismo y hasta la luz, son manifestaciones del mismo fenómeno: el campo electromagnético. Este visionario l fue una de las mentes matemáticas más preclaras de su tiempo, y muchos físicos lo consideran el científico del siglo XIX que más influencia tuvo sobre la física del siglo XX, pues pudo hacer contribuciones notables y fundamentales en la comprensión de la naturaleza.
Entre sus primeros trabajos científicos Maxwell se empeñó en el desarrollo de una teoría del color y de la visión y estudió la naturaleza de los anillos de Saturno demostrando que éstos no podían estar formados por un único cuerpo, sino que debían estar formados por una miríada de cuerpos mucho más pequeños. También fue capaz de probar que la teoría nebular de la formación del Sistema Solar vigente en su época era errónea
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