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NUTRICIÓN INFANTIL EN MÉXICO, ¿HACIA DÓNDE VAMOS?


Enviado por   •  16 de Julio de 2012  •  2.084 Palabras (9 Páginas)  •  1.233 Visitas

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Dr. Jaime A. Ramírez Mayans,* Dr. Roberto Cervantes Bustamante,* Dr. Norberto Mata Rivera,* Dra. Flora Zárate Mondragón,* Dr. Gerardo Sagols Méndez,* Dr. Pedro Munguía Vanegas,* Dr. Alejandro Ferreiro Marín,* Dr. Thomas Mason Cordero*

* Departamento de Gastroenterología y Nutrición, Instituto Nacional de Pediatría.

Correspondencia: Dr. Jaime A. Ramírez Mayans. Departamento de Gastroenterología y Nutrición. Instituto Nacional de Pediatría. Insurgentes Sur 3700-C, 04530, México, DF. Tel.: 5606-0002 ext. 188. E-mail: jramay1@yahoo.com

Introducción

Hoy día la obesidad puede considerarse como una enfermedad crónica y, al igual que la desnutrición, un estigma de la humanidad cuya prevalencia mundial se ha incrementado en forma alarmante.1 La Organización Mundial de la Salud2 y el Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos3 han clasificado a la obesidad como una enfermedad epidémica. Su frecuencia en niños y adultos ha aumentado cerca del 50% en los últimos diez años. Actualmente, más del 20% de los norteamericanos adultos son obesos.

Abstract

Obesity is a chronic disease with worldwide increasing prevalence. The incidence in the United States of America has increased nearly 50% in the past decade. Changes in social economic status, behavior patterns and eating habits of Mexican people have increased the prevalence of obesity. This is reflected in the large populations with higher economic status of the urban areas, but the prevalence is increasing even in the rural areas. The highest prevalence was found in Northern Mexico, at the border with USA. Changes in the diet of the Mexicans could be the explanation. The main consequence is the development of diabetes mellitus type 2 (DM2). The treatment of the disease and its consequence constitute from 2 to 6% of the national health budget in different countries. What the Mexicans need to ask ourselves is where are we going? We face two extremes: Malnutrition and obesity. It would appear that rather than a developed country, we would like to be a healthy and well-nourished country.

Key words: Obesity, malnutrition, eating habits, behavior patterns.

Introducción

Hoy día la obesidad puede considerarse como una enfermedad crónica y, al igual que la desnutrición, un estigma de la humanidad cuya prevalencia mundial se ha incrementado en forma alarmante.1 La Organización Mundial de la Salud2 y el Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos3 han clasificado a la obesidad como una enfermedad epidémica. Su frecuencia en niños y adultos ha aumentado cerca del 50% en los últimos diez años. Actualmente, más del 20% de los norteamericanos adultos son obesos.

México, un país con población tradicionalmente desnutrida, no está libre de esta epidemia. Quizá uno de los factores que explican este inicio de transición nutricional es la mejoría en el nivel socioeconómico de los mexicanos en la última década. Sin embargo, aún estamos muy lejos de lograr una situación óptima, ya que la distribución de la riqueza sigue siendo sumamente desigual en algunas regiones. De hecho nuestro país está viviendo profundos cambios políticos y sociales relacionados con claras modificaciones en la conducta y comportamiento de los mexicanos. Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿Qué queremos? ¿Hacia dónde vamos en la nutrición de nuestros niños? ¿De la desnutrición a la obesidad? Finalmente, un panorama no muy halagador ¿De un tipo de desnutrición a otra forma de malnutrición? Quizá antes de ser un país desarrollado como potencia económica nos gustaría ser un país sano, educado y bien nutrido.

Prevalencia

En 1991, al menos 15% de los residentes de Estados Unidos en 10% (cinco de 50) de los estados tenía un índice de masa corporal (IMC) por debajo de 30; para 1998, este porcentaje se incrementó al 80% de los estados (40 de 50).1

De acuerdo con el último censo socioeconómico (INEGI),4 México tiene una población total de 98,138, 418 millones. El 50% de ella se encuentra por debajo de los 19 años de edad. La evolución de la desnutrición en nuestro país muestra un claro descenso del 6 al 2% durante el período de 1988 a 1999, en contraste con el aumento del 4.7 al 5.4% de la obesidad, en el mismo período. Por lo tanto, es claro que la prevalencia de esta enfermedad se ha incrementado en los últimos años en contraste con la desnutrición. La región norte de nuestro país, en la frontera con Estados Unidos es la de mayor prevalencia de obesidad. Es interesante contrastar esta información con la prevalencia de la obesidad en Estados Unidos de acuerdo con el grupo de población, en donde la de ascendencia mexicana (méxico-americanos) tiene la mayor prevalencia en varones y los afroamericanos, en mujeres.5,6

Levy y cols.7 estudiaron 11,415 niños mexicanos de cinco a 11 años de edad, de 21,000 hogares encuestados seleccionados entre 13, 149,100 del área rural y urbana de las zonas norte, sur y centro de la República incluyendo la Ciudad de México. Encontraron una prevalencia global de obesidad de 27.5%; 29.1 en mujeres y 25.8% en hombres. La mayor prevalencia de obesidad (38.6%) fue la de niños de cinco a seis años de edad comparado con 21% de niños entre siete y 11 años. En la distribución por regiones, la obesidad predominó en la zona norte (frontera con EE.UU.) y en la Ciudad de México. Sin embargo, lo que es sorprendente es que la prevalencia del 19.9% se encontrara en la zona rural; usualmente un área pobre en recursos económicos y, consecuentemente, con menos capacidad de adquisición.7

Consecuencias de la obesidad

En Estados Unidos la obesidad es responsable de aproximadamente 300,000 muertes por año.8 La principal consecuencia de esta enfermedad lo es la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) considerada como una de las “bombas epidémicas de esta época.9 Otras consecuencias importantes son el riesgo elevado de padecer enfermedad cardiovascular, hipertensión arterial, dislipidemia con incremento de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y aumento de las de alta densidad (HDL). Otras consecuencias no menos importantes incluyen el seudohipogenitalismo, las alteraciones en las funciones celulares de oxidación de las membranas y de los ácidos grasos poliinsaturados (propiedades de membrana, eicosanoides y tromboxanos), la esteatohepatitis, la cirrosis, la colelitiasis, el seudotumor cerebri, y la apnea del sueño, entre otras.10 Las consecuencias de esta enfermedad no se limitan al aspecto físico, también es frecuente que los obesos sufran discriminación social y trauma psicosocial.

Todas estas consecuencias indican en una u otra forma que la calidad de vida del obeso es verdaderamente mala cuando se compara con la de individuos no obesos.

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