ORIGEN DE LAS ESPECIES
Enviado por ili086 • 13 de Septiembre de 2014 • 3.190 Palabras (13 Páginas) • 268 Visitas
Especies dudosas
Las formas que poseen en grado algo considerable el carácter de especie,
pero que son tan semejantes a otras formas, o que están tan estrechamente
unidas a ellas por gradaciones intermedias, que los naturalistas no
quieren clasificarlas como especies distintas, son, por varios conceptos,
las más importantes para nosotros. Tenemos todo fundamento para creer
que muchas de estas formas dudosas y muy afines han conservado fijos
sus caracteres durante largo tiempo, tan largo, hasta donde nosotros
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podemos saberlo, como las buenas y verdaderas especies. Prácticamente,
cuando el naturalista puede unir mediante formas intermedias dos formas
cualesquiera, considera la una como variedad de la otra, clasificando
la más común -o a veces la descrita primero- como especie, y la otra
como variedad. Pero a veces surgen casos de gran dificultad, que yo no
enumeraré aquí, al decidir si hay que clasificar o no una forma como variedad
de otra, aun cuando estén estrechamente unidas por formas intermedias;
y tampoco suprimirá siempre la dificultad la naturaleza híbrida -
comúnmente admitida- de las formas intermedias. En muchísimos casos,
sin embargo, se clasifica una forma como variedad de otra, no porque se
hayan encontrado realmente los eslabones intermedios, sino porque la
analogía lleva al observador a suponer que éstos existen actualmente en
alguna parte o pueden haber existido antes, y aquí queda abierta una
amplia puerta para dar entrada a las conjeturas y a la duda.
De aquí que, al determinar si una forma ha de ser clasificada como especie
o como variedad, la opinión de los naturalistas de buen juicio y
amplia experiencia parece la única guía que seguir. En muchos casos, sin
embargo, tenemos que decidir por mayoría de naturalistas, pues pocas
variedades bien conocidas y caracterizadas pueden mencionarse que no
hayan sido clasificadas como especies, a lo menos por algunos jueces
competentes.
Es indiscutible que las variedades de esta naturaleza dudosa distan
mucho de ser raras. Compárense las diversas floras de la Gran Bretaña,
de Francia y de los Estados Unidos, escritas por diferentes naturalistas, y
véase qué número tan sorprendente de formas han sido clasificadas por
un botánico como buenas especies y por otro como simples variedades.
Míster H. C. Watson, al cual estoy muy obligado por auxilios de todas
clases, me ha señalado 182 plantas británicas que son consideradas generalmente
como variedades, pero que han sido todas clasificadas como especies
por algunos botánicos, y al hacer esta lista omitió muchas variedades
insignificantes que, no obstante, han sido clasificadas por algunos
botánicos como especies, y ha omitido por completo varios géneros sumamente
polimorfos. En los géneros que encierran las formas más poliformas,
míster Babington cita 251 especies, mientras que míster Bentha
cita solamente 112. ¡Una diferencia de 139 formas dudosas! Entre los animales
que se unen para cada cría y que cambian mucho de lugar, rara
vez pueden hallarse en un mismo país formas dudosas clasificadas por
un zoólogo como especies y por otro como variedades; pero son comunes
en territorios separados. ¡Cuántos pájaros e insectos de América del
Norte y de Europa que difieren entre sí ligerísimamente han sido
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clasificados por un naturalista eminente como especies dudosas y por
otro como variedades, o razas geográficas, como frecuentemente se las
llama! Míster Wallace, en varios estimables trabajos sobre diferentes animales,
especialmente sobre lepidópteros, que viven en las islas del Archipiélago
Malayo, expone que éstos pueden clasificarse en cuatro grupos; a
saber: formas variables, formas locales, razas geográficas o subespecies, y
verdaderas especies típicas. Las primeras, o formas variables, varían mucho
dentro de los límites de la misma isla. Las formas locales son medianamente
constantes y distintas en cada isla, tomada por separado; pero
cuando se comparan juntas todas las de las diversas islas se ve que las diferencias
son tan ligeras y graduadas, que es imposible definirlas o describirlas,
aunque al mismo tiempo las formas extremas sean suficientemente
distintas. Las razas geográficas, o subespecies, son formas locales
completamente fijas y aisladas; pero como no difieren entre sí por caracteres
importantes y muy marcados, «no hay criterio posible, sino sólo
opinión particular, para determinar cuáles tienen que ser consideradas
como especies y cuáles como variedades». Por último, las especies típicas
ocupan el mismo lugar en la economía natural de cada isla que las formas
locales y subespecies; pero, como se distinguen entre sí con mayor
diferencia que la que existe entre las formas locales y las subespecies, son
casi universalmente clasificadas por los naturalistas como especies verdaderas.
Sin embargo, no es posible dar un criterio seguro por el cual
puedan ser reconocidas las formas variables, las formas locales, las subespecies
y las especies típicas.
Hace muchos años, comparando y viendo comparar a otros las aves de
las islas -muy próximas entre sí- del Archipiélago de los Galápagos, unas
con otras y con las del continente americano, quedé muy sorprendido de
lo completamente arbitraria y vaga que es la distinción entre especies y
variedades. En las islitas del pequeño grupo de la Madera existen muchos
insectos clasificados como variedades en la admirable obra de míster
Wollaston, pero que seguramente serían clasificados como especies
distintas por muchos entomólogos. Hasta Irlanda tiene algunos animales
considerados ahora generalmente como variedades, pero que han sido
clasificados como especies por algunos zoólogos. Varios ornitólogos experimentados
consideran nuestra perdiz de Escocia (Lagopus scoticus)
sólo como una raza muy caracterizada de una especie noruega, mientras
que el mayor número la clasifica como una especie indubitable, propia
de la Gran Bretaña. Una gran distancia entre las localidades de dos formas
dudosas lleva a muchos naturalistas a clasificar éstas como dos especies
distintas; pero se ha preguntado con razón: ¿qué distancia
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bastará? Si la
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