Paranormal colombia.

Santiago Castaño Martínez.

• El lugar ya antes habitado

Ya pasadas las doce del mediodía el calor era insoportable, oyendo las conversaciones de las personas que transitaban por aquella vía rumbo a la biblioteca Luis Ángel Arango, me disponía a encontrar cierta ubicación, la cual tenía antecedentes paranormales. Dicho lugar, estaba ubicado en la calle 12 con carrera tercera, se hacía llamar “Restaurante La bruja”. Por fuera del local se podían apreciar ciertos aspectos rústicos y antiguos, a simple vista no había algo que aparentara gran cosa. Al mirar arriba se podía observar una construcción que llevaba a la intriga de lo que se encontrara allí, pareciera como si lo que hubiera alrededor de ese restaurante fuera una iglesia. En sus esquinas, se podía detallar el interior de lo que parece una combinación de varios aspectos que otorgan un ambiente inquietante. Dentro del restaurante, las luces eran irritables para la vista, era oscuro al momento de entrar, en las paredes colgaban recuadros que referían arte satánico, pero más interesante, unos objetos que estaban situados al lado de la ventana, por lo que puedo decir, me parece que eran candelabros; de ellos colgaba un collar con unas formas extrañas y no reconocibles. Resultaba extraño, pues en un recuadro que un mesero me enseñó muy amablemente, contenía información acerca de los fantasmas de Bogotá; algo que podía notar, era que hacían una descripción de cada lugar, entre esos rondaban los rumores de que en un restaurante cerca de la Candelaria, ocurrían sucesos paranormales: se escuchaban sonidos provenientes del baño, ruidos inexplicables en el primer piso, inclusive el personal del restaurante llegaba temeroso de saber que algo estuviera pasando. Más allá  de los rumores que se decían de este lugar; el espacio era algo acogedor, el aire fresco, una música de ambiente aceptable y la distribución de las mesas con un mantel junto con una decoración anticuada, un vaso mediano que en su interior guardaba una servilleta para el cliente. Algo que sí he de destacar, era la carta de presentación que tenía el lugar, algo místico y además extraño, su contenido habla de pociones, hechizos, lecturas del futuro, predicciones, etc.

Es interesante el hecho de pensar que en estos lugares ocurran sucesos paranormales, pues hace que el cliente o quien haya escuchado la historia, cree en su imaginación el cómo pasaron las cosas o qué podría suceder.

Antes de ingresar, pude sentir esa oleada de intriga, inclusive miedo. Agregando que el lugar en donde se encuentra situado no es muy agradable a simple vista. Junto al restaurante La bruja, estaba en construcción la vía de automóviles que por lo visto tenía más de un año de obra. Era molesto pasar por aquel camino, puesto que por la obra en construcción había un derrame de agua desbordándose por todo el andén por el que transitaba, daba asco que esa agua estuviera cubierta de un material que tenía un aspecto muy desagradable.

Fuera de esto, alrededor del local se podían observar las infraestructuras que con el tiempo se han ido deteriorando, el sector en donde me encontraba, no me daba seguridad, percibía sensaciones raras e inexplicables, sin embargo, admito que el local tiene su historia y antecedentes, pero más importante, el interior de este restaurante paranormal ejerce  influencia para la persona que ingrese a este lugar.

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• Perfecta ilusión

Tarde soleada, ya con los ojos pesados tras una larga caminata y con las mejillas rosadas como resultado de una quemada de un día soleado. Como era de esperarse, transitaban muchos estudiantes de universidades, personas sin recursos económicos, otros que tenían una vestimenta que daba mucho que decir cuando se detenían para preguntar la hora,  por lo que se intuye que lo van a robar a uno; no podían faltar los extranjeros que se encontraban de excursión, claramente estos se hallaban acompañados de un guía turístico que para ser sinceros no hablaba claro el idioma natal de estos visitantes. Durante mi recorrido pude observar la clasificación y diversidad de aquel lugar. Justo por la calle 11 con carrera cuarta, se podía detallar una casa que lucía un aspecto de cementerio, oscuro, deshabitado. Dicha residencia procedía de una historia que los vecinos describían como los ocho fantasmas de Bogotá.

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