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“Programa fuerte” en sociología de la ciencia y sus críticos


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2014  •  1.362 Palabras (6 Páginas)  •  267 Visitas

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UNIVERSIDAD DEL CAUCA

FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES, EXACTAS Y DE LA EDUCACIÓN

DEPARTAMENTO DE MATEMÁTICAS

PROGRAMA: LICENCIATURA EN MATEMÁTICAS

Tema: el “programa fuerte” en sociología de la ciencia y sus críticos.

Relator: Didier Ariel Melenje

Referencia Bibliográfica: OTERO B, Edison. El "Programa Fuerte" en sociología de la ciencia y sus críticos. Rev. Austral cienc. Soc., ago. 1998, no.2, p.89-94. ISSN 0718-1795.

Édison Otero, en su artículo El "Programa Fuerte" en sociología de la ciencia y sus críticos, hace una exposición y un análisis del “programa fuerte” creado por David Bloor y Barry Barnes.

Hasta hace algunos años el análisis del conocimiento científico solamente estaba en manos de los filósofos de la ciencia. Para Bloor lo que los filósofos hacen es analizar las reglas aceptadas como racionales en su propia sociedad, por eso el “programa fuerte” supone un nuevo punto de partida para el análisis de dicho conocimiento.

Desde el principio el “programa fuerte” genero polémica, y esta se debió al cuestionamiento que Bloor hizo sobre el lugar que debía ocupar la filosofía a la hora de analizar el conocimiento científico. El programa fuerte no define a priori lo que es ciencia, simplemente toma por ciencia lo que la gente asume como tal; esto es, las creencias que se dan por sentadas o están institucionalizadas y a las que se ha dotado de autoridad. No existe un juicio de valor respecto de lo que merece ser considerado ciencia. Así, su orientación es distinta de la del filósofo o del epistemólogo (Barnes, 1977). Sin embargo, el programa fuerte debe defender una concepción general del conocimiento, por sobre otra, que garantice la posibilidad de un estudio de su objeto según los principios de causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad, constitutivos de su propuesta.

De este modo, Barnes (1977) defenderá una visión instrumentalista del conocimiento por sobre una contemplativa, y Bloor (1998) argumentará a favor de un modelo causalista por sobre uno teleológico para comprender los fenómenos cognitivos. Para el primero, la concepción contemplativa entiende que los individuos desinteresados alcanzan mejor el conocimiento al percibir pasivamente algún aspecto de la realidad y al generar descripciones verbales que le correspondan. Tales descripciones, cuando válidas, se comparan con la realidad de la misma manera como un cuadro se compara aparentemente con algún aspecto de la realidad que está diseñado para representar. Ya la concepción instrumentalista trata al conocimiento como algo esencialmente social, como algo que se desarrolla y modifica activamente en respuesta a contingencias prácticas y en relación directa con las metas e intereses que posee en una sociedad. En cuanto al modelo teleológico, considera que la verdad, la racionalidad y la validez son las metas naturales del conocimiento y, por tanto, las creencias entendidas como verdaderas se auto explicarían, mientras que sólo las creencias falsas o irracionales precisarían ser explicadas por causas psicológicas y/o sociológicas. En cambio, el modelo causal parte de la idea de que pueden explicarse las condiciones que dan lugar a las creencias o estados de conocimiento, sean éstos considerados verdaderos o falsos, racionales o irracionales.

De esta manera la idea que defiende el programa como, posición metafísica no puede refutar otra sin ser refutada directamente (salvo que se muestre inconsistencia lógica). Lo que solicitan Bloor y Barnes, es considerar la viabilidad de una y otra visión a la luz de los estudios empíricos que se fundamenten en ellas. Los resultados de tales estudios mostrarán la conveniencia de adoptar uno y otro modelo de comprensión.

Cabe resaltar que, dentro de los supuestos metafísicos defendidos por el programa, se encuentra la noción de que todo conocimiento es determinado socialmente y, por lo tanto, es un producto relativo a las sociedades o culturas que lo generan. Este relativismo permite que se reconozca la equivalencia sociológica de diferentes pretensiones de conocimiento, lo que hace posible el abordaje naturalista según los principios propuestos.

La primera objeción a este relativismo es que se autorrefuta. El argumento es simple: si todo conocimiento es determinado socialmente, y este enunciado es universalmente verdadero entonces se contradice a sí mismo. Pero, de acuerdo con Bloor (1998), esta objeción sería convincente en cualquier teoría que afirmara

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