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Psicoanalisis


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2013  •  3.271 Palabras (14 Páginas)  •  273 Visitas

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Introducción Filosófica al estudio de la Teoría Psicoanalítica.

Posted on October 28, 2011 by admin

Introducción Filosófica al estudio de la Teoría Psicoanalítica.

Por: Lic. Alheli Rodríguez Hernández

Recopilado del texto original escrito por Dr. Joel Rodríguez Patiño

Es de notar la labor de escudriñar en las obra de Freud sus bases filosóficas no podría ser exhaustiva por ahora debido a limitaciones del espacio y el tiempo que este trabajo lleva consigo así como la amplitud de la obra de Freud, pero, no obstante esas limitaciones y muchas otra que el lector podría tomar en cuenta, la presente investigación ofrece un horizonte dentro del cual puede construirse la investigación filosófica y psicoanalítica sin riesgo de perderse.

Es siempre importante escribir sobre el fundamento filosófico del saber en general, en esta ocasión no será la excepción.; ya que la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud ha tenido sus fundamentos en esta ciencia. Lo que se pretende con el presente escrito es acercarnos a una muy breve síntesis de las bases filosóficas de la teoría psicoanalítica. Esto es importante primero, por que el mismo Sigmund Freud (1856 – 1939), a pesar de sus críticas contra la filosofía, no deja de reconocer la influencia de ésta para la fundamentación de su teoría psicoanalítica cuando en el “Compendio del Psicoanálisis” (1940), dice que “el Psicoanálisis parte de un supuesto básico cuya discusión concierne a la filosofía, su justificación radica en sus propios resultados”[1].

En segundo lugar, por que las bases filosóficas del Psicoanálisis podrían auxiliar la comprensión de las teorías inscritas en el mismo, en quienes las estudian por primara vez o hacen una revisión de ellas.

En tercero, por que, de esta manera, se comprende mejor la forma de conceptuar, por parte de Freud, su sistema de investigación.

El trabajo comienza con la influencia mítica, el saber prefilosófico, que explica la realidad, Mundo, Hombre, Historia y Dios, a la luz de la magia, el mito y la religión en su fase politeísta, influyó en Freud sobre todo con los mitos de Narciso, Edipo y Electra, cada uno de los cuales sugirió un modelo diferente de comportamiento, patológico muchas veces si no se resuelve, si no se elabora, consigo mismo, con la madre o con el padre, como aconteció a cada uno de esos personajes según la mitología griega. También influyó en Freud el mito de la Discordia o Eris y el mito narrado por Platón en boca de Aristófanes en el diálogo en Symposion (Banquete).

La influencia de la filosofía, como se sabe, que estudia a los seres por sus últimas causas a la sola luz de la razón, inicia con los presocráticos, filósofos anteriores a Sócrates (470-399), entre ellos quien se ha tenido un especial interés es en Empédocles de Agrigento (492-432) quien, además de los contrarios (devenir) que por la línea de Heráclito influyen en Freud, ya explica el origen, preocupación fundamental de Freud que culmino en 1900 con la publicación de su primera obra “La interpretación de los sueños”. Esa misma influencia proviene de Platón (427-347), a quien constantemente hace referencia tratando de explicar el origen de la sexualidad y sus ampliaciones.

Proviene también de San Agustín (354-430) ya que, aunque no se suele hacer referencia explícita a él por lo común entre los especialistas, sin embargo, el maestro de Occidente ya habla de la “Líbido” como causa de los movimientos torpes y deshonestos del cuerpo y Freud por 1905, en la primera etapa de su teoría psicoanalítica, atribuye primaria importancia a la “Líbido” para que los instintos de vida (pulsiones), que sirven a la propagación de la raza y a la supervivencia del hombre, cumplan su finalidad.

La influencia filosófica en Freud, a la que hace más referencia explícita entre los especialistas, proviene del mecanicismo cartesiano cuya tradición es más estática que la de Leibiniz. Avanza con el mismo Leibiniz, quien con sus “mónadas” sugirió a Freud la energía biológica como fuente de la actividad pulsional psíquica. Freud se había formado en la corriente mecanicista de Descartes y luego optó por la corriente más dinámica representada por Leibniz quien también ya había señalado el inconsciente y los grados de conciencia en la actividad epistemológica del hombre.

Por la línea de Leibiniz sigue Herbart, que inspira a Freud el concepto de conflicto entre las ideas y sus inhibición que Freud plantea en 1932 en “Duelo y Melancolía”, Franz Bretano, que hereda a Freud la intencionalidad de los actos y la introduce en el pensamiento de Leibiniz pues el mismo Bretano basaba sus ideas psicológicas en la actividad más que en los elementos[2], y James Ward. De aquí surgió la noción de las ideas activas fundamentada en conceptos dinámico tales como fuerza y actividad, presión que genera tensión, tensión que libera acción, la existencia de todo organismo se centra en la lucha por la supervivencia, el organismo consciente tiene hacia la aprehensión del mundo externo con la atención y del futuro con la intención.[3]

Esta influencia filosófica en Freud proviene también del empirismo inglés que en el pleno siglo XIX sigue manteniéndose en su forma original, como lo habían elaborado en los siglos XVII y XVIII, continuando ahora por los Mill y Herbert Spencer junto con el hedonismo de Tomás Hobbes y de David Hartley; estos dos últimos, aún presentes en el siglo XIX, dieron a Freud el “Principio del Placer”, según el cual los hombre soportan el dolor presente con el fin de lograr placer futuro[4].

Proviene, asimismo, de Emmanuel Kant, puesto que con respecto al espacio, Freud reconoce su acercamiento al filósofo de Königsberg en “Más allá del principio del placer” (1920).

Proviene, además, de F.P. Maine de Birán, discípulo de Rousseau, que sistematiza la concepción de una vida, de una fuerza de comprensión y expresiva más certera, real y eficaz que las energías de la vida racional y consciente. Aunque limita un tanto la amplitud y la eficacia del Inconsciente, no cabe duda de que supone una actividad no consciente en la que toda impresión, deja de registrar por la memoria consciente, queda aparentemente integrada[5].

A esta actividad no consciente hacía mención Freud en septiembre de 1909, en los Estados Unidos en la Clarck University a donde había sido invitado por G, Stanley May, al ilustrar la exposición de sus ideas por medio de una comparación: “Supongamos, decía, que entre este atento auditorio se haya deslizado una persona que, con sus risas y su charla, me impida

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