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Psicologia


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  457 Palabras (2 Páginas)  •  283 Visitas

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La mejor cita que he escuchado nunca sobre qué es la realidad, es aquella que dice que "la realidad es aquello que no desaparece cuando uno deja de creer en ello".

No sería mala idea detenerse un momento a reflexionar sobre lo que se acaba de leer.La realidad objetiva es la realidad a que acabamos de hacer referencia. Es aquella que existe independientemente de que uno crea o no en ella. Por ejemplo, siguiendo el sistema métrico decimal, podemos aseverar sin lugar a dudas que una vara que mida 1´80 m es más larga que otra que mida 1´60 m. Esto es así independientemente de que el que lo observe esté de acuerdo o no con nuestra afirmación. Es real.Por contra, la realidad subjetiva es aquella que sólo existe mientras la persona crea que existe. Lo vemos mejor con un ejemplo: Fulano, que dedica 8 horas al día a su actividad laboral, y cuyo trabajo le reporta un sueldo mensual que le permite satisfacer sus necesidades básicas con cierto desahogo, suele decirle a sus hijos que "el dinero es algo que llega con poca frecuencia y en pequeñas cantidades", luego hay que administrarlo con sabiduría. Fulano bien lo sabe; al fin y al cabo, lo experimenta todos los días, y como él otras muchas personas.

Vivimos en un mundo profundamente subjetivo (favorece la visión desde los propios sentimientos, desde la propia realidad, todo en función de cómo soy y cómo me encuentro en determinadas circunstancias). Sin embargo, el sujeto se estrella contra la realidad cuando cree que puede hacer que todo sea “a su medida” y conforme a “su querer” y a “sus sentimientos”.

La dimensión objetiva de la vida se viene expresando últimamente de muchas maneras: análisis de la realidad, estudio del contexto y del mercado, criterios de evaluación de la calidad… Y va cobrando una relevancia mayor de lo que quieren los anuncios de la televisión, creadores de necesidades, vendedores ambulantes, y todo aquello que nos coge por la calle desprevenido intentando prometernos la felicidad más absoluta y fácil. La objetividad es ese reclamo, también interno, que nos hace comprender que ni estamos solos en el mundo ni todo se va a someter a nuestra voluntad caprichosa. Es el lugar del encuentro con el otro, no desprovisto de su libertad ni de su realidad. Es el mundo con sus reglas de juego, en el que intento salir adelante, y no pocas veces desearía cambiar para que fuera más… por ejemplo, evangélico y justo. Pero no. La objetividad con su realidad impone que todo aquello en lo que estoy implicado es para mí externo, de lo que nunca podré hacerme una idea total y absoluta, y permanecerá de algún modo liberado para el misterio, suscitando interrogantes y esperando respuestas.

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