RECURSOS HUMANOS

El incremento del porcentaje de subutilización del capital humano no sólo es un problema atribuible a una mayor informalización de la actividad económica sino que afecta crecientemente a todos los ocupados, independientemente del sector del mercado de trabajo al cual pertenecen.

El análisis de los porcentajes de subutilización nos permite estudiar la extensión del problema pero no así cuantificar el esfuerzo que debería realizar la economía nacional para superarlo.

La subutilización de los recursos humanos comprende el desempleo abierto, el subempleo en todas sus formas y el desempleo oculto entre los inactivos.

De todas esas manifestaciones del problema del empleo, el subempleo es el problema más grave por su extensión e intensidad. El subempleo golpea provocando pobreza e incentivo a las migraciones rural-urbanas. La urbanización del subempleo se manifiesta en el crecimiento de las actividades informales urbanas. Si bien el subempleo urbano es menos extenso, es una de las causas más relevantes de la pobreza urbana. Una sustantiva reducción de la subutilización de los recursos humanos además de los obvios beneficios sociales que ello traería consigo, tendría un importante impacto económico, que podría llegar a representar un elevado porcentaje del producto nacional.

Una de las principales causas y origen del problema del empleo radica en esta en ofrecer limitadas posibilidades de empleo productivo y de calidad para la población. El Banco Mundial identifica la provisión de activos productivos como uno de los instrumentos más efectivos para romper la exclusión social, generar empleo productivo y mejorar la distribución del ingreso.

En el cumplimiento de este objetivo se deberá realizar un esfuerzo para asegurar una distribución balanceada de los recursos de inversión hacia los usos que buscan potenciar la capacidad productiva del campo, con los fines más asistenciales y de protección social en favor de los más pobres. Las políticas y programas de inversión pública en el área deberán ser acompañadas con políticas y programas de apoyo a los pequeños productores en términos de crédito, asistencia técnica, capacitación, comercialización y organización, para lo cual, el Estado, a través de sus entidades especializadas reservarán los recursos necesarios, teniendo muy en cuenta las necesidades de la mujer trabajadora.

El Estado, deberá impulsar la inversión privada en actividades agroindustriales y demás actividades no agrícolas, como transporte, construcción, servicios financieros, turismo, comercio, etc., lo cual constituirá un requisito indispensable para responder a los desafíos que plantean los acuerdos comerciales. Considerando la heterogeneidad a lo interno de las actividades informales, las políticas de empleo deben estar orientadas a ofrecerles recursos financieros, posibilidades de incorporación de nuevas tecnologías, asesoría técnica, ampliación de sus mercados, organización de los productores y demás servicios de apoyo que conduzcan al aumento de su productividad e ingresos.

Otra vía, es promover su vinculación con el comercio exterior, precisamente a través de sus encadenamientos económicos con los sectores modernos que presentan ventajas comparativas en este sentido. En el extremo de las actividades sin viabilidad en el mercado, la política de empleo debe impulsar programas de capacitación propiciar la movilidad de la fuerza de trabajo hacia las actividades/ocupaciones con mejores ingresos y perspectivas de progreso.

El empleo moderno es muy sensible al comportamiento macroeconómico por esto O´Kean, José (2000) “El empleo con moderno surge ante la necesidad de buscar alternativas para el acceso al mundo del trabajo” (p. 256). Además, a diferencia de las actividades primario exportadoras, sus relaciones intersectoriales son mucho más fuertes, estableciendo relaciones de sinergia significativas. Existe una amplia experiencia en la región de los efectos multiplicadores que tiene la actividad de la construcción respecto de las actividades secundarias y terciarias. Algo similar ocurre con el sector industrial, además de ser una actividad que genera bienes transables.

Además de continuar con la actual política de equilibrios macroeconómicos financieros, será importante establecer un conjunto de políticas microeconómicas que apunten a fortalecer la competitividad de la economía a nivel internacional. En este respecto será importante elevar la eficiencia en la producción de satisfactores básicos, para elevar la competitividad de la mano de obra, con base a la productividad y no en base al aprovechamiento de salarios bajos por la situación del empleo. La organización de un programa de apoyo a las microempresas surge como un instrumento de fundamental importancia para la generación de empleo productivo de productividad intermedia a bajo costo en términos de activos físicos

Otro factor importante es el mejoramiento de las desde la perspectiva de la oferta, una proporción elevada de los trabajadores no disponen de educación alguna, la mayoría tiene tan sólo educación primaria, y una muy baja proporción tiene educación secundaria. La proporción de fuerza de trabajo con educación superior es baja, como lo es la proporción de profesionales y técnicos en dicha fuerza laboral. Desde la perspectiva de la demanda, existe una elevada subutilización de la mano de obra (42%), lo cual se traduce en problemas de empleo para todos los niveles de calificación, afectando incluso a los escasos profesionales y técnicos. Ante tal situación de demanda, el nivel educativo se torna en una credencial indispensable para obtener empleo de calidad.

La empleabilidad de la fuerza de trabajo aumenta de acuerdo a su nivel educativo o de calificación. Frente a tal situación, las remuneraciones de los trabajadores menos calificados, es decir, sin educación, o tan sólo con educación primaria, sólo tendrá posibilidades de mejorar en la medida que disminuya la subutilización de la mano de obra. La política de remuneraciones,

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