Reconocernos en la Modernidad María Pía Lara La nista
Enviado por jessicapolaniat • 20 de Agosto de 2015 • Documentos de Investigación • 340 Palabras (2 Páginas) • 242 Visitas
Reconocernos en la Modernidad María Pía Lara La nistas. postmodernas. Modernidad Su problem es Los un a mejores tización tema de argumentos se recurrente evidencia postmodernos frente necesidad a las para duras son las críticas aque- femi- llos que cuestionan la universalidad de los metarrelatos o grandes narra- tivas. Sin embargo, comprender lo que significa el horizonte moderno es el primer paso para situar los diagnósticos postmodernos en una di- mensión más precisa y quizá menos atractiva como forma de ver la vida. Quisiera, para ello, revisar las dos concepciones más conocidas so- bre la Modernidad. Propondría un breve análisis de esas dos teorías, que podemos defender en sus intuiciones básicas; y posteriormente, del pa- pel de las narrativas postmodernas, que han permitido completar este esquema para un proyecto de identidad de las mujeres. Es necesario situar críticamente los planteamientos de la postmodernidad para en- marcar sus grandes limitaciones y resituar las consecuencias de este dis- curso como diagnóstico que hace valer lo mejor de la Modernidad.
La Modernidad recuperada por Habermas La primera interpretación de la Modernidad podríamos atribuirla especialmente al filósofo alemán Jürgen Habermas, quien la define como el conjunto de principios de universalidad que dieron origen a las for- mas democráticas y a la aceptación generalizada de los derechos hu- manos. Rousseau es el padre de esta concepción universal de los seres hu- manos como ciudadanos y ya no como burgueses. Las versiones pre- modernas valoraban a los hombres y mujeres en función de sus nom- bres y herencias; sus destinos eran fijados por la cuna de su nacimiento y ello les permitía ser considerados o no en el mundo social y político de su época. John Locke interpretó las características hereditarias de los sujetos civiles en relación a las propiedades que había que tener para poder esgrimir derechos. Rousseau, en cambio, necesitó radicalizar su concepción de la voluntad general como condición para una forma de gobierno democrática: fue necesario que los sujetos se convirtieran en ciudadanos y, con ello, adquirieran todos los derechos legítimos de par- ticipación.
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