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Reflexión sobre la eutanasia


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2016  •  Trabajo  •  1.260 Palabras (6 Páginas)  •  949 Visitas

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REFLEXIÓN SOBRE LA EUTANASIA

La eutanasia se define como: “una acción u omisión que por su misma naturaleza, o en intención de quien la realiza, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”. La Asociación Médica Mundial en 1987 la definió como: “acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente”. En 2002 la Sociedad Española de Cuidados Paliativos la definió como: “conducta (acción u omisión) intencionalmente dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una enfermedad grave e irreversible, por razones compasivas y en un contexto médico”.

Actualmente, continúan avivados los debates sobre si legitimar o no la legalización de la eutanasia como se refleja en el documento sobre el que se basa esta reflexión: “Reflexión personal sobre la eutanasia de Carolina Espinosa Vázquez”. En dicha reflexión, en un principio, la chica estaba a favor de la eutanasia pero cuando le tocó vivir la experiencia de un familiar (su abuela) que padecía una enfermedad incurable, su opinión se fue modificando.

Yo he vivido una experiencia similar a la suya. Hace 3 años mi abuelo fue diagnosticado de cáncer de pulmón, además mi abuelo ya padecía con anterioridad problemas cardiovasculares. Al tener el corazón tan debilitado no se podía someter ni a quimio ni a radioterapia, no había nada que hacer contra aquel mal. Yo fui la primera en barajar la opción de la eutanasia, no quería ver cómo mi abuelo se apagaba poco a poco ni verle sufrir pero, al final, concluí que con el cariño brindado por el apoyo familiar, mi abuelo no trató a la enfermedad como un mal sino como una experiencia vital donde se redescubrió a sí mismo, nos redescubrimos nosotros. En definitiva, no afrontamos la enfermedad como una derrota ante la vida sino como una etapa más digna de ser vivida. De esto aprendí que mientras que seamos seres imperfectos, mientras estemos en este mundo sometido a la impermanencia y la muerte, el sufrimiento es inevitable. Sin embargo, podemos comprender su sentido. Y esta comprensión puede hacer del dolor un camino de crecimiento y plenitud.

Tras esta experiencia vivida, mi concepción sobre legalizar la eutanasia ha cambiado y os expongo una reflexión barajando las dos posturas que se mantienen acerca de este debate.

Los defensores de la eutanasia afirman que habría que legalizarla por compasión hacia el enfermo (o hacia la familia ya que se le liberaría de una “gran carga”) puesto que dicha persona está soportando constantes dolores insufribles, por tanto, resultaría inhumano permitir que continuaran sufriendo, ellos tienen derecho a una “muerte digna”(la enfermedad deteriora de tal manera la vida que ya no merecen la pena vivirla, esas vidas habrían dejado de ser dignas) ya que los cuidados paliativos no están lo suficientemente desarrollados ni extendidos y la eutanasia se convierte en el único medio eficaz para aliviar el sufrimiento. Además, cada persona tiene el derecho a disponer de su propia vida, a nadie se le puede obligar seguir viviendo en contra de su voluntad (“tengo derecho a vivir, pero no se me puede obligar a vivir”).La eutanasia es un derecho de la autonomía individual, que debe ser respetado por un estado pluralista, donde nadie puede imponer al resto sus propias convicciones.

En primer lugar, decir que una persona no pierde su dignidad por sufrir una enfermedad incurable ya que la dignidad de una persona no depende de ninguna circunstancia externa (la vida no puede ser sometida a un control de calidad porque unas vidas no valen más que otras), sino que radica en el hecho de pertenecer a la especie humana. Por ejemplo, un mendigo puede vivir en condiciones materiales indignas pero no por ello pierde su dignidad y a nadie se le ocurre que el mejor modo de ayudarle sea matarlo. Pensar que la solución para el enfermo terminal es matarlo sería lo mismo que decir que hay que matar a todos los pobres para eliminar la pobreza. Lo que hay que hacer es rodear a esos enfermos de unas atenciones que les hagan sentirse dignos, disponiendo de unos cuidados paliativos de calidad, facilitándole una relación de confianza con el equipo sanitario y, sobre todo, el apoyo de sus familiares. Además, en esas situaciones de dolor, el enfermo (siempre con la atención y cariño de sus allegados) refuerza su personalidad, le da un sentido a su vida vivida y que está por terminar, en definitiva, se hace más humano.

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