Salinizaciòn de suelos

Los procesos y los factores formadores del suelo permiten la disponibilidad de componentes orgánicos, minerales, agua y sales minerales disueltas, aire, CO2 y otros gases. Dentro de los elementos primarios de la litosfera esta el Na y Cl en una proporción de 2,8 y 0.05% respectivamente. La presencia de sal en el suelo ayuda al proceso de floculación, mejorando propiedades físicas del suelo, tales como estabilización y la agregación a través de la aireación en el suelo y el desarrollo de raíces (Nouri et al, 2017).De manera que el factor de formación, material parental al tener unas proporciones adecuadas en su composición química permite considerar al suelo como una fuente rica y apta para el desarrollo de la vida. Sin embargo la presencia de altos contenidos de sal en el suelo puede afectar la fertilidad y generar estrés en las plantas reduciendo su productividad, además se suman tensiones en el medio como escasez de agua, deficiencia de nutrientes y alcalinidad del suelo, de modo que se alteran ciertas propiedades físicas, químicas y biológicas en este.

La salinidad de los suelos puede darse de forma natural o antropogénica, en regiones áridas y semiáridas, hay agentes que incurren sobre el exceso de sales en el suelo, entre ellos, la baja precipitación y alta incidencia de luz solar, sin embargo son zonas que se encuentran en equilibrio con sus otros componentes. Las regiones cercanas al mar tienden a tener concentraciones altas de sal debido a inundaciones, aumento en el nivel freático o por intrusión de agua marina a los acuíferos seguido de la irrigación de aguas subterráneas sobre estos. También incide la ubicación de los terrenos y el material parental en la zona lo que aumenta la probabilidad de salinidad. Ahora bien, de forma antropogénica, el riego de los cultivos en relación con la calidad de agua, aplicación de fertilizantes en exceso, prácticas agrícolas inadecuadas y uso de aguas residuales tratadas, esto último suena interesante pues normalmente estás contienen nutrientes que puede absorber las plantas para su crecimiento sin embargo se pasa desapercibido que esta matriz de agua tiene presencia de sodio derivados del uso de productos domésticos.

Lo anterior puede resultar en efectos adversos sobre las propiedades del suelo y crecimiento de las plantas. El nivel excesivo de sodio puedo separar y expandir las partículas de arcilla generando hinchamiento y dispersión en el suelo (Nouri et al. 2017).Un suelo disperso impide el movimiento del agua y aire debido a que los macroporos, grietas y fisuras han sido cubiertos, esto se reduce a una baja infiltración de agua, disminución de la materia orgánica y perdida de fertilidad, en paralelo, las plantas necesitan de agua y nutrientes para su crecimiento y sostenimiento pero el acceso a estos elementos se ve impedido y las raíces de las plantas forzadas a conseguir su  alimento y agua y con ello un aumento del estrés de la planta y un bajo rendimiento.

Hay 4 técnicas de remediación de suelos, la biorremediación,la fitorremedición,la remediación física y remediación química (como se cita de Nouri et al ,2017).Mediante su aplicación se busca controlar la salinidad y sodicidad de plantas para  reducir estrés y aumentar productividad (como se cita de Nouri et al ,2017).Se estima un costo elevado para la aplicación de estrategias basada en ingeniería pues implica la demanda de insumos, maquinaria especializada, mantenimiento y manejo de las mismas lo que reduce la posibilidad de implementación pero son tecnologías efectivas pues demandan menos tiempo en el proceso de recuperación. Por otro lado la remediación ecológica ha sido impulsa por los bajos costos de la tecnología. La biorremediación y fitoremediación son sistemas naturales y más sostenibles en términos de conservación de los recursos naturales (como se cita de Nouri et al ,2017).Actualmente la fitorremediación ha sido de interés para investigadores pues esta tecnología hace uso de vegetación utilizando diferentes especies de plantas para limpiar suelos, aguas y aire contaminado (como se cita de Nouri et al ,2017).

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