Salud Y Enfermedad: Dos Monedas Con Dos Caras.
Enviado por Abbymanzana • 16 de Octubre de 2012 • 2.966 Palabras (12 Páginas) • 643 Visitas
El concepto de salud ha sufrido constantes modificaciones a lo largo de la historia, sobre todo entre las distintas sociedades del mundo, esencialmente debido a que se trata de la representación de un estado que es subjetivo de la individualidad de cada ser humano y muy particular del colectivo al que pertenece. Es por esto que se trata de un término vivo y dinámico; su comprensión nos acerca a la valoración y el proceso que hay en torno a la salud dentro de cada sociedad y época, debido a que ocupa un puesto sumamente importante en la vida personal y social.
Aunado a esto se encuentra entonces lo que durante mucho tiempo se ha considerado el otro lado de la moneda: la enfermedad. Esta acepción es igual de complicada que la anterior, en tanto posee muchísimas características dependiendo de la percepción desde la cual se interprete: el “sano”, el enfermo y quién lo diagnostica como tal (Berlinguer, 1994). Al igual que el concepto de salud, hablar de enfermedad nos permite vislumbrar distintas características culturales muy particulares de cada grupo, una vez más, desde las tres visiones que Berlinguer nos señala.
Ciertamente estos dos conceptos obedecen principalmente al contexto cultural en el que se manifiesten, como ya se ha mencionado. En primer lugar, por los parámetros y percepciones de un grupo de personas frente a determinados estados físicos, patológicos y psicológicos; pero también depende de lo que exista y sea considerado como saludable o no, enfermo o no. Por ejemplo, en los países desarrollados la obesidad es un problema de salud pública y aquellas personas que poseen sobrepeso son denominadas como enfermas. No obstante en la mayoría de los países orientales, el sobrepeso significa que una persona es sana y está bien nutrida (Moreno, 2000).
Concepciones tradicionales de la salud y la enfermedad, tales como que la primera es ausencia de la segunda, han tenido que enfrentarse a la complejidad de los procesos y servicios sanitarios y los cambios que estos han traído para las sociedades. Se podría decir que desde el siglo pasado, muy particularmente en occidente, es el sistema sanitario quien ha tenido el control de las modificaciones y concepciones de salud y enfermedad (Organización Panamericana de la Salud, 1990), quien además ha sabido utilizar bien estos términos para aplicar sus políticas de salubridad, por ejemplo; cuando se habla de una “situación de salud”, se está haciendo referencia en realidad a un problema de salud, el cual habla directamente de enfermedades; nunca se hacen estadísticas de cuánta gente “saludable” hay, sin embargo, es posible contar cuántos padecen tal o cual enfermedad y aun así se habla de “situación de salud”.
Esto demuestra la resistencia y el rechazo que genera la palabra enfermedad en nuestra sociedad y cómo, por otra parte, la palabra salud ha sido desdoblada para ocupar distintos espacios, dificultando y complejizando cada vez más su concepto y su entendimiento. Pero para evidenciar esto y un poco más, revisemos algunas definiciones de estos dos términos.
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta cita está fue incluida en el Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, documento elaborado en 1946 que entró en vigor en 1948. Es una definición que, aunque ha sido mundialmente aceptada y sin ningún tipo de modificaciones en la Constitución de la OMS desde 1948, curiosamente no representa un concepto universal. Primero porque incluye el término “bienestar”, el cual tampoco ha sido bien definido; no se puede determinar qué es bienestar porque constituye algo sumamente subjetivo y por ende relativo. Es más un concepto utópico, genérico y estático por no poder adecuarse a las distintas realidades que existen dentro de las múltiples sociedades humanas alrededor del mundo.
Además, esta definición de la OMS nos sugiere que un individuo enfermo podría ser saludable en tanto tenga algún tipo de “bienestar”, así como alguien no enfermo podría no tener salud si no posee ese “bienestar”. Es un juego complicado que no nos lleva a ningún lado ni nos permite agrupar a nadie. El objetivo de un concepto es permitir la incorporación de elementos a esa categoría y la exclusión de aquellos que no encajan con las características descritas. La OMS debería replantear ese concepto hacia algo justamente más “mundial”.
Por otra parte, el doctor chileno Hernán San Martín definió la salud como:
“(…) fenómeno psicobiológico y social dinámico, relativo, muy variable en la especie humana, que corresponde a un estado ecológico-fisiológico-social de equilibrio y de adaptación de todas las posibilidades del organismo humano frente a la complejidad del ambiente social. En consecuencia, salud y enfermedad son la resultante del éxito o fracaso de este equilibrio para adaptarse física, mental y socialmente a las condiciones ambientales en su totalidad” (San Martín, 1964).
En otra publicación, el doctor San Martín junto con el doctor español Vicente Pastor, modifican aun más el concepto de salud desde una perspectiva cultural, social y epidemiológica, digna del área en donde se desempeñaron, la salud pública. En este sentido, parten de que el estado salud-enfermedad es el “resultado global, dinámico, variable, individual y colectivo de todas las influencias y determinantes sociales que se originan en las estructuras y en el funcionamiento de las formaciones sociales en que vivimos” (San Martín, 1989). Por eso se dice que el ser humano vive un proceso dentro de una realidad biológica, ecológica y social (como individuo), pero a su vez vive en una realidad social humana, con cultura, economía y política. Estas dos realidades son inseparables e interactúan formando una “red de relaciones psicosociales y socioeconómicas que constituyen la malla epidemiológica en la cual vivimos” (San Martín, 1989).
Para estos doctores, “vivir en salud” constituye una dificultad en la medida que el ambiente en el cual se desenvuelve la vida social se complejiza, se hace más dinámico y más cargado de elementos extraños a nuestras necesidades. Es un efecto producido, quizás, del mercado y la globalización, en donde cada vez son incorporados más componentes que deberíamos poseer o realizar para tener esa vida de salud. Por ejemplo, si antes nos conformábamos con saber que debíamos tener actividad física y comer balanceadamente, ahora se promociona muchísimo prácticas como el yoga y pilates que ofrecen “bienestar para la mente y el cuerpo”, o cosas como los alimentos “light” o dietéticos catalogados de “más saludables”.
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