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Semblanza profesional a partir de revalorar la práctica educativa


Enviado por   •  24 de Agosto de 2011  •  Ensayo  •  591 Palabras (3 Páginas)  •  625 Visitas

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1.- Semblanza profesional a partir de revalorar la práctica educativa

“Es más fácil juzgar el talento de un hombre por sus preguntas que por sus respuestas”.

Pedro Marcos Gastón Luque de Levis

Si como sostiene Gilles Ferry (1997) “la formación es un trabajo sobre sí mismo, un trabajo de sí mismo sobre sí mismo”, entonces este ejercicio de reflexión será parte nodal de mi propia formación docente.

Al mirar atràs, el primer impulso es etiquetar a los maestros que tuve desde el nivel inicial como “tradicionalistas” “positivistas” “enciclopédicos”, pero me parece que lo justo es decir que fueron hombres y mujeres de su tiempo formados en un modelo cientificista que se limitaban a reproducir en el salón de clases.

Es frecuente escuchar “satanismos” del tradicionalismo conductista presente en el modelo bajo el cual fuimos educados, lo cierto es que no se debe generalizar. Tuve maestros que dictaban (literalmente) su clase, combinándola con exposiciones y exámenes y tenían sin embargo una pasión y un compromiso que contagiaba a cualquiera, así como otros considerados “de vanguardia” que en aras de un constructivismo mal entendido, simplemente nos dejaban hacer lo que quisiéramos en clase, llevando el concepto de “guía” y “facilitador” al extremo. Es por lo anterior que me queda claro que los modelos que me interpelan son aquellos que se basan en la intelectualidad del docente, pudiendo ser enciclopedistas e incluso tradicionales, pero sin perder la pasión por el trabajo en el aula.

En mi caso, fue la transición de Secundaria a Preparatoria el parte aguas que marcó mi formación académica y humana. Obtuve una beca por mejor promedio de generación , para estudiar la preparatoria en el Tecnológico de Monterrey (ITESM) Campus Central de Veracruz y mi realidad dio un giro de 180º. Cuestiones que pudieran parecer triviales, como el uso del uniforme, que en el Tec no era necesario, fueron dislocaciones que interpelaron la idea per se de lo que para mí significaba “ser alumno”. Fumar en clase estaba permitido, lo cual era sencillamente inaceptable en el colegio del cual yo provenía. Las chicas podían ir en minifalda, maquillarse, fumar e incluso entrar con su novio a clase sin problema alguno. Los chicos podían dejarse el cabello largo e ir en patines a clase, entre otras cosas, pero lo que verdaderamente me costó trabajo procesar fue el rol de los profesores dentro del grupo.

En el Tecnológico de Monterrey, rompí con varios paradigmas. Uno de ellos fue el dogma telenovelero aquel de “los ricos son tontos y los pobres son inteligentes” que Monsiváis explica tan bien como modelo de preservación del

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