Silvicultura Rural
Enviado por 198629 • 25 de Octubre de 2013 • 2.442 Palabras (10 Páginas) • 396 Visitas
La esencia humana del trabajo:
El ser humano tiene su esencia.
Y forma parte del Todo. El alma es nuestra esencia y es incorporal e imperecedera, participa de la forma al incorporarse a una vida material. La esencia es la chispa, la parte Divina que albergamos en nuestro interior, son las semillas que debemos dejar brotar, las que contienen el Bien, la Belleza, la alegría, la Inteligencia, la Felicidad, las virtudes, que forman parte del amor, todos Atributos de Dios. El "Arjé" la fuente el principio, el origen. Tal vez más identificado con Demócrito, quien argumentó la existencia de átomos, o partículas diversas que ni se crean ni se destruyen y que al agruparse construyen todo lo que conocemos.....Pitágoras lo asocia al número.
El hombre es una parte de ello, y forma parte del Todo. Allí está su esencia..
La esencia y el cuerpo son afines, están interelacionados conforme los aprendizajes a obtener. Da soporte a la razón y al cuerpo
Además de la esencia humana debemos tener presente que Dios tiene como esencia, el Bien, la Belleza, la
Felicidad, la Sabiduría........ el AMOR
La esencia del mundo, es el orden, la armonía.
La del tiempo es el cambio.
La de la Generación, la vida y la muerte.
La esencia no "se obtiene" es la vida misma, es nuestro espíritu interactuando con el alma, con la razón, con la Inteligencia y con Dios. Se hace más presente con nuestros actos, son nuestra huella por eso mi comentario incial hacia ti.
Nosotros somos una UNIDAD: cuerpo-mente / esencia -conciencia. El cuerpo se vale de la percepción a través de los sentidos. La esencia y la conciencia se unen a la inteligencia y a través de los pensamientos a la razón.
En cuanto a corromperse o contaminarse si, desde la razón y los pensamientos el Alma se aleja de la Inteligencia y del Bien se contamina de malos actos que terminan, enfermando y corrompiendo la parte material. Por eso se producen las enfermedades y otras consecuencias.
Superar esos defectos, no solo es posible sino que estamos instados a hacerlo al tener vida, nuestra esencia tiene albergado todo el conocimiento de toda una existencia, tal como un mapa que al abrirlo y leerlo nos da el conocimiento acerca de nosotros mismos.
Esencia, razón, Inteligencia, percepción.
La sensación se dirige hacia la percepción.
La razón hacia la esencia.
El pensamiento se une a la percepción.
Unidos uno a otro se convierten en una sola forma , que es la del Alma o la esencia.
Decimos que la libertad es un trascendental personal. Pero la libertad personal no es la libertad de elección, que es una libertad derivada de aquélla, una aparición de la libertad humana pero no radical. La libertad trascendental no es simplemente libertad de elección, ni es el libre albedrío clásico, sino que habría que describirla de otra manera; incluso me parece que con una sola fórmula no se la puede describir completamente; por eso, yo describo la libertad trascendental con las siguientes tres fórmulas. La primera dice así: la libertad es la inclusión atópica en la máxima amplitud. Desde aquí, tendríamos que hablar de qué significa máxima amplitud, que en última instancia es el Absoluto; inclusión atópica es inclusión no ocupando lugar, puesto que si se ocupa lugar entonces se está fijo; pero para que la libertad tenga que ver con la máxima amplitud, tiene que ser, digámoslo así, no fija; y al mismo tiempo no puede estar fuera, la inclusión tiene que moverse en la amplitud, y por eso es trascendental. La segunda reza así: la libertad es aquella relación con el futuro que no lo desfuturiza, aquel tener que ver con el futuro, o aquella capacidad de habérselas con el futuro, sin desfuturizarlo; el futuro se desfuturiza precisamente dejando de ser futuro, es el futuro que no se puede mantener como tal, que pasa a presente y de presente a pasado; pero una relación con el futuro que no lo desfuturice..., eso es la libertad. Y ahora habría que hacer un estudio sobre el tiempo, los diferentes tipos de tiempo, o cuáles son los elementos del tiempo, etc. La tercera descripción es la siguiente: la libertad es el discontinuo de comienzos.
Pues bien, necesitaría mucho más tiempo del que dispongo para desarrollar estas descripciones, porque además hay muchos asuntos colaterales que habría que desbrozar. Por otro lado, seguramente ésta sería la primera vez que oyeran esas descripciones, sin ninguna familiaridad con ellas; y además no puedo proponerles antecedentes, porque no encuentro históricamente precedentes. Muy a pesar mío, porque a mí me gusta siempre encontrar precedentes. Entre otras cosas, porque a mí no me convence la originalidad: no la considero un valor filosófico; no me gusta ser original, y no pretendo serlo. Creo además que, estrictamente en filosofía, el valor es la profundidad; de manera que mi propuesta no pretende ser nueva en el sentido de original; pretende ser una continuación de ciertos planteamientos, sobre todo del aristotélico-tomista. Una continuación, que es una profundización o insistencia en los mismos asuntos. Sin embargo, a mí me gustaría además encontrar una fórmula que tuviera precedentes, pero son fórmulas de las que no he visto ningún precedente; y por lo tanto a ustedes les pueden resultar enigmáticas.
Para Leonardo Polo, la esencia humana está conformada por el yo y las dos potencias inmateriales humanas, la inteligencia y la voluntad. El yo es siempre activo, pues se trata de un hábito innato, al que la tradición medieval denomina sindéresis. Un hábito innato, por definición, no puede radicar en ninguna potencia, pues hábito denota perfección, acto por tanto, mientras que las potencias espirituales humanas son inicialmente enteramente pasivas. En la filosofía tomista la palabra esencia indica perfección. Por tanto, tal término no puede atribuirse a esas potencias en estado nativo. Sin embargo, sí las describe bien tras su activación o perfeccionamiento. Ahora bien, la salida de la pasividad de esas dos facultades superiores requiere de antemano, obviamente, de un acto previo, superior y perfectamente proporcionado a ellas para que las active. La inteligencia se perfecciona progresivamente mediante los hábitos adquiridos que, como es sabido, son múltiples y se logran teniendo en cuenta las distintas vías operativas de esta potencia . A eso obedece, por ejemplo, la distinción clásica entre razón teórica y razón practica, y sus respectivos hábitos, pues es claro que, por ejemplo, no son equivalentes el hábito de ciencia y el de prudencia. Por su parte, la voluntad crece, o se activa progresivamente, merced a las virtudes adquiridas .
Ahora bien, se ha indicado
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