Teoria evolutiva LA EVOLUCIÓN COMO NÚCLEO PRINCIPAL DE LA BIOLOGÍA
Enviado por Flor De Lirio Azul • 17 de Enero de 2016 • Trabajo • 2.449 Palabras (10 Páginas) • 128 Visitas
LA EVOLUCIÓN COMO NÚCLEO PRINCIPAL DE LA BIOLOGÍA
La evolución es el concepto más importante de la Biología. En palabras de Dobzhansky, nada tiene sentido en la Biología si no es a la luz de la Evolución.
Que los seres vivos que pueblan la Tierra hoy en día son diferentes de los que lo hicieron en el pasado es una afirmación actualmente casi obvia. Sin embargo la aceptación general del concepto de evolución orgánica es relativamente reciente, por más que el concepto en sí (con ese nombre o con otro) se remonte al siglo VI a.C.
El propio Darwin intuyó que al plantear el problema de la evolución era preciso distinguir dos aspectos principales: el hecho en sí de la evolución, su existencia misma, y el mecanismo que producía el cambio evolutivo. Las implicaciones que tenía a mediados del siglo XIX la aceptación del fenómeno evolutivo eran tan profundas, que el primero de estos aspectos oscureció al segundo. Téngase en cuenta que la obra de Charles Darwin removía los cimientos de un pensamiento científico que hasta esa época sostenía que la formación de la Tierra era mucho más reciente (pese a Lyell), que las especies de animales y plantas fueron creadas independientemente, y que el hombre ocupaba una posición única en el planeta. Quizá el gran mérito de Darwin fue reunir una copiosa cantidad de observaciones biogeográficas y morfológicas, relacionarla con los hechos y las hipótesis geológicas (el actualismo de Lyell) y demográficas (Malthus) más recientes, y emitir, tras profundas reflexiones, una teoría brillante en el momento oportuno.
Con todo, no fue Darwin el pionero de las ideas evolucionistas. Sin remontarnos a los pensadores griegos clásicos, o a los naturalistas o filósofos de la Ilustración, más o menos aislados y ajenos a la corriente científica general (Mapertuis, Bonnet, Erasmus Darwin, etc, véase TEMPLADO, 1982) debemos señalar que la primera teoría de la evolución correctamente estructurada fue la de Lamarck (1801), al que, por cierto, hay que atribuir la paternidad del término Biología. Según esta teoría, la naturaleza dispone de un tiempo infinito para la realización de los cambios evolutivos que, por su parte, son extremadamente lentos y dependen de circunstancias externas favorables, las cuales determinan la transformación progresiva de las facultades de los organismos; éstos se van diversificando y legando a su descendencia los caracteres adquiridos. Todas estas transformaciones están incluidas en una gradación sutil de la naturaleza, una escala natural, que va desde los animales y plantas más simples hasta los más complejos. Para Lamarck, lo esencial es esa tendencia a la transformación, ese "camino de perfección" que siguen los organismos. La principal aportación de Lamarck fue la ruptura con el concepto creacionista y fijista del pensamiento científico al uso; el impulso a la transformación reside en los propios organismos, al margen de intervenciones divinas directas y constantes para la creación de especies.
A pesar del indudable interés que suscitaron las ideas de Lamarck, su teoría no tuvo una aceptación general, aunque, entre otros méritos, hay que asignar al naturalista francés la apertura de un fructífero debate.
Tras un histórico viaje alrededor del mundo (de 1831 a 1836), un joven naturalista inglés, que iba para clérigo y llamado Charles Darwin, se dedicó a reunir, ordenar y estudiar cientos de datos sobre la variación de los animales y las plantas. En sus reflexiones incluyó las teorías más recientes sobre la acción de los agentes geológicos y las ideas pesimistas del crecimiento demográfico. Con ello, veintidós años después de regresar de su viaje alrededor del mundo, había urdido una de las más brillantes teorías de la historia de la ciencia. Aún no la había publicado cuando supo que otro naturalista compatriota suyo, Alfred Russel Wallace, había llegado exactamente a la misma conclusión que él. Quizá esta coincidencia impulsó a Darwin a decidirse a publicar su teoría de la selección natural. Y lo hizo conjuntamente con Wallace en una histórica comunicación en la Sociedad Linneana de Londres, el 1º de julio de 1858, y en la publicación que al mes siguiente difundió esta sociedad. En 1859, Darwin publicó una obra capital en la historia de la ciencia, que tituló On the origin of species by means of natural selection, conocido en español como El origen de las especies. En este libro ordenaba una ingente cantidad de hechos y observaciones sobre los seres vivos, muchos por él comprobados. Los cuatro primeros capítulos de El origen de las especies están dedicados a la variación de las especies, tanto en la naturaleza, como en domesticidad, a la lucha por la existencia y al proceso de selección natural. Las leyes de la variación de las especies se abordan en el quinto capítulo. En el sexto a décimo se exponen las dificultades y objeciones a la teoría de la selección natural; mientras que los capítulos undécimo a decimocuarto se dedican a exponer los apoyos que la teoría encuentra en la paleontología, la distribución geográfica, o las afinidades recíprocas de los seres orgánicos. El decimoquinto y último capítulo expone una recapitulación y las conclusiones.
Podemos resumir la teoría de la selección natural en cuatro premisas:
A. Los organismos suelen producir más descendientes que los que pueden sobrevivir y reproducirse.
B. Los descendientes que sobreviven tienden a ser los mejor adaptados.
C. Los descendientes heredan los caracteres de los padres.
D. Como consecuencia de las anteriores premisas, al cabo de muchas generaciones, las estirpes mejor adaptadas se impondrán a las más débiles o menos aptas.
Vemos pues que la selección natural desempeña en el proceso evolutivo un papel decisivo, aunque lento y acumulativo. Pero Darwin admite que también intervienen otros factores modificadores, entre otros el del uso y el desuso de las partes, y la herencia de los caracteres adquiridos, con lo que en cierto modo incorporaba las ideas lamarckistas a su teoría. Este aspecto constituyó una de las principales objeciones a la teoría darwiniana. Otro fue el prestigio de algunos físicos, como lord Kelvin, que habían calculado una edad a la Tierra demasiado corta como para que hubieran tenido lugar las lentas transformaciones propuestas por Darwin.
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