Una familia de tantas

Una familia de tantas

Esta es una historia que refleja la historia de una época en que el hombre era el jefe de la casa, él era el que tomaba las decisiones, era egocéntrico, buscaba según su conveniencia la felicidad de sus hijas, eran de esos padres a la antigua en el que el hijo mayor ayuda a la educación de sus hijas, a tal grado de q cuando el hermano esta en el baño, las hermanas ni siquiera pueden estar ahí, aunque claro, realizando cosas distintas. Mi opinión es, que ahora esta situación ha revolucionado, en la actualidad se viven situaciones diferentes, en algunas partes, aunque en otras se vive todavía segado con el machismo, y todo eso.

Al compararlo nos damos cuenta, por ejemplo, que la clase en la que se desarrolla esta historia es de clase media, nos ayuda para darnos cuentas de donde estamos, que ha cambiado, y que sigue igual. Nos evaluamos.

Se vivía bajo las normas de una dictadura porfiriana, esta familia define claramente sus roles sociales, el padre era el jefe absoluto del hogar, hombre severo y vivo representante de ese sistema represivo que fue el porfirismo, quien debido a sus limitantes, exageradas y en ocasiones absurdas normas, conduce

inevitablemente a la desintegración de su familia

La esposa era una mujer en exceso sumisa ante su marido, que respeta sus mandatos por sobre todas las cosas, sin importarle el ser ignorada hasta en situaciones que le corresponden directamente, por ejemplo, la selección de un aparato electrodoméstico que prioritariamente utilizarían ella y las personas a su cargo. El hijo el mayor de los hermanos es quien resulta privilegiado y hasta exhortado por su padre a hacerse respetar ante sus hermanas; es él quien posee la facultad de regañarlas y hasta de maltratarlas con tal de ayudar a su padre a defender el honor de la familia. La mayor de las mujeres, ya se encuentra trabajando y cuenta con la autorización de su padre de tener un noviazgo, vigilado ya sea por la madre o algún chaperón. Maru, la joven quinceañera que no se conforma con lo que el destino, o en este caso sus padres, le tienen asignado, es decir, casarse con su nada agraciado, pero sí bien posicionado primo. Al cumplir quince años no solo significa la celebración de la fiesta, sino su iniciación como “mujer”; es ella la designada para realizar los quehaceres domésticos y asumir todas las responsabilidades que esto trae consigo

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