Unión Mundial para la Naturaleza
abrilin17Síntesis28 de Septiembre de 2014
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Según la Lista Roja de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), seis de las siete especies de tortugas que habitan los océanos se encuentran en peligro de extinción. En concreto, se identifican en "peligro crítico" la tortuga baula, laúd, leatherback o tartaruga de couro (Dermochelis coriacea), la tortuga lora o Kemp's ridley (Lepidochelys kempii) y la tortuga carey o hawksbill (Eretmochelys imbricata). Por su parte, en situación de "peligro" se hallan la tortuga verde oliva (Lepidochelys olivacea), la caguama, cabezona o loggerhead (Caretta caretta), la tortuga verde o blanca (Chelonia mydas) y la flatback (Natator depressus).
Las causas que han llevado a esta situación son varias, y todas provocadas por el ser humano. Según WWF/Adena,su principal amenaza es la destrucción de las costas, y en concreto la presión turística que conlleva un gran impacto en las playas donde estos animales ponen sus huevos. Además el exceso de ruido e iluminación en las costas desorienta y provoca estrés en las hembras, disminuyendo así su reproducción.
Por ejemplo, de las tres tortugas que pueden verse en el Mediterráneo, la verde, laúd y boba, las dos primeras nidifican en playas de este mar, en su parte oriental, zonas con gran densidad turística. Aquí, la población de hembras ponedoras se estima entre 2.000 y 3.000 ejemplares, principalmente entre Grecia, Turquía y Chipre.
Por su parte, los ejemplares jóvenes de tortuga boba suelen decantarse para su crecimiento por las aguas comprendidas entre la costa mediterránea peninsular y Baleares. En cuanto a su número, no se sabe con certeza, aunque se considera que el número de hembras reproductoras no sobrepasaría las 100.000 en todo el mundo, de las cuales la mitad se encontraría en el Atlántico.
A pesar de que su caza está prohibida hace años, decenas de miles de tortugas mueren para abastecer el mercado negro
Además de este motivo, Greenpeace destaca la captura ilegal de ejemplares adultos, así como el saqueo de sus huevos en las playas de anidación. Según esta organización ecologista, a pesar de que su caza está prohibida hace años, decenas de miles de tortugas mueren para abastecer el mercado negro con conchas de carey, pieles para botas y billeteras, huevos a los que se atribuyen falsas propiedades o carne para sopa de tortuga.
Asimismo, los expertos de Greenpeace añaden como otros factores que han incrementado su mortandad la contaminación de los mares, la destrucción de su hábitat, los efectos de fenómenos naturales, como las mareas rojas, y enfermedades como el fibropapiloma, que va en aumento afectando gravemente a estos quelonios.
Por su parte, Oceana recuerda también la gravedad de la pesca accidental, en concreto a manos del palangre. Esta técnica pesquera consiste en una línea mantenida en la superficie por boyas de las que cuelgan anzuelos unidos a los sedales. La mayoría de las grandes flotas palangreras que faenan en el Atlántico Norte -entre las que se encuentra la española- se dedican a la captura de pez espada y túnidos, y en ocasiones tiburones. Sin embargo, otras especies, entre ellas las tortugas, son también atraídas por los cebos, y si bien no todos los ejemplares terminan pereciendo, un gran número sufre heridas severas que provocan su muerte.
En este sentido, un estudio publicado en la revista Ecology Letters asegura que cada año se capturan en el mundo entre 250.000 y 430.000 tortugas (200.000-316.00 bobas y 50.000-114.000 laúd). De este total, un 60% se producen en el Atlántico y un 10% en el Mediterráneo, si bien otras estimaciones creen que las capturas en el Mediterráneo pueden ser superiores.
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